WUPPERTAL, Alemania (apro).- No alcohol ni drogas. Tampoco fiestas ni música ni juegos de apuestas y menos prostitución o pornografía.
Tales son --por así llamarlos-- los mandamientos que establece la Sharía, la ley islámica que rige el modo de vida de los musulmanes, y que los combatientes radicales del Estado Islámico (EI) insisten en imponerlos de manera extrema ya no sólo entre los habitantes de los territorios que han conquistado en Siria e Irak sino también en… Alemania.
El pasado 5 de septiembre la opinión pública alemana se enteró con estupor de que un grupo de autodenominados “apóstoles de la moral” realizó patrullajes nocturnos en las calles de la ciudad alemana de Wuppertal con la abierta intención de persuadir a peatones de no frecuentar los bares, discotecas o salas de juegos que abundan en la ciudad.
El grupo de 11 hombres jóvenes, ataviado cada uno de ellos con chalecos anaranjados con la leyenda "Sharia Police" en la parte trasera, buscaban en realidad reclutar seguidores y al mismo tiempo advertir del camino "errado" que siguen todos aquellos que no comulgan con su radicalismo.
En un video colgado por ellos mismos en Youtube se observa cómo no sólo en las calles sino también dentro de los negocios los hombres "invitan" a sus "hermanos" a orar, estudiar el corán y visitar la mezquita en lugar de esos lugares.
Las autoridades alemanas informaron que el grupo es parte de la comunidad salafista, que tiene en el estado alemán de Renania del Norte, específicamente en la ciudad de Wuppertal, una fuerte presencia que cada vez más va en aumento. De hecho, el informe más reciente de la Oficina Federal de Protección de la Constitución alemana señala a Wuppertal como el baluarte salafista en Alemania con unos mil 800 seguidores.
El perfil de un radical
La repentina aparición de la "policía" de la Sharía junto con informes oficiales que revelan la alta participación de yihaidistas alemanes dentro de las milicias del EI, tuvieron como consecuencia que el pasado 12 de septiembre el gobierno encabezado por Angela Merkel declarara a la organización prohibida en todo el territorio alemán.
La prohibición, vigente a partir de ese mismo día y publicada en el Boletín Oficial del Estado, incluye toda clase de participación tanto en la organización como en la difusión de propaganda en medios sociales. También quedaron prohibidas las acciones de acompañamiento o todo tipo de apoyo como recaudación de fondos en favor del EI, participación en manifestaciones, etcétera. La medida incluye también el uso y portación de símbolos referentes al EI.
"La organización del EI es una amenaza también para la seguridad pública en Alemania frente a la que nos oponemos con decisión y tenemos que evitar que los terroristas traigan su Yihad a nuestras ciudades", señaló durante el anuncio de la medida ante los medios el ministro del Interior alemán Thomas de Maizière.
Con tal decisión, el gobierno alemán diseña su política contra el denominado terrorismo islámico, la cual se suma a la polémica medida adoptada el pasado 30 de agosto consistente en apoyar con armamento militar al gobierno iraquí en su lucha contra el EI.
Y es que, los datos oficiales revelan que después de Francia e Inglaterra, Alemania es el tercer país de Europa "exportador" de yijahidistas, alrededor de 400, que han decidido sumarse a los radicales que combaten en Siria e Irak.
Un informe reciente elaborado a petición del ministerio del Interior alemán y filtrado por la prensa la semana pasada (11 de septiembre) rebela la existencia de, cuando menos, 378 islamistas de nacionalidad alemana a quienes la policía tiene en la mira porque desde mediados de 2012 han viajado en dirección a Siria.
El estudio, de 18 páginas, detalla el perfil de los sujetos y establece algunas características comunes entre ellos: hombres jóvenes, sin mayor preparación escolar y que en la mayoría de los casos cuenta con antecedentes penales.
La policía ha logrado seguir los pasos de los 378 islamistas alemanes --y así configurar un perfil de ellos-- a partir de sus viajes hacia Siria o porque luego de éstos ellos mismos han lanzado mensajes videograbados desde aquel país en los que vierten amenazas contra la República Federal Alemana. Otros más han logrado ser ubicados en Siria por llamadas telefónicas o envío de SMS a sus familias en Alemania.
Así y de acuerdo con los datos recabados por las autoridades, el 60% de los yijahidistas alemanes nacieron en este país; otro 8% en Siria, 6% en Turquía, al igual que otro porcentaje similar en el Líbano y otro más en la Federación de Estados Rusos. De los 378 islamistas, 233 poseen un pasaporte alemán y 240 nacieron bajo la religión musulmana. El análisis de la autoridad alemana revela que en 54 de los casos se trata de jóvenes con origen 100% alemán que se han convertido al Islam.
Una tercera parte del grupo son jóvenes cuyas edades oscilan entre los 21 y 25 años, sólo 6% terminó alguna preparación profesional y apenas 2% realizó algún estudio universitario. En contraste, 20% está reportado como desempleado y sólo 12% tiene una ocupación, que en la mayoría de los casos se trata de empleos con un salario bajo.
Sobre la radicalización de su perfil, el estudio señala que casi sin excepción ésta se generó dentro de la escena salafista, ya sea en mezquitas vinculadas a esta vertiente radical del Islam o en "eventos de beneficencia" y seminarios también salafistas.
Además del creciente número de seguidores alemanes del radicalismo islámico, las autoridades se enfrentan a un hecho igual o más preocupante: el constante regreso de muchos de ellos a Alemania sin que se pueda prever con qué intenciones lo hacen.
El semanario Der Spiegel reveló que existen en todo el país 140 procedimientos de investigación en contra de combatientes alemanes del EI o patrocinadores del grupo. El número de éstos va a la alza.
El buen musulmán
Con una población de cerca de 350 mil habitantes, Wuppertal es como muchas ciudades alemanas un mosaico multicultural, dentro del que sobresale la comunidad musulmana: turcos, marroquíes, iraquíes, sirios y demás nacionalidades del Medio Oriente.
Se trata de una migración con muchos años de antigüedad, causada por la enorme demanda de mano de obra que Alemania ha requerido y que, al igual que en otras ciudades, han construido una serie de espacios de convivencia cultural y religiosa por toda la ciudad.
De manera paralela a esta migración tradicional de musulmanes, en los años recientes ha crecido y se ha intensificado el salafismo, una vertiente radical del Islam, que ha incrementado su presencia en todo el país predicando y obsequiando a todo el que quiera ejemplares del Corán en las plazas públicas las principales ciudades alemanas. Wuppertal está catalogada en este momento por las autoridades como el bastión principal de los salafistas en Alemania.
La avenida Gathe, en el norte de la ciudad, está llena de negocios frecuentados por la comunidad musulmana: bares, restaurantes, peluquerías e incluso la Mezquita principal de la comunidad turca.
Tarkan, cuyo nombre verdadero prefiere no revelar, no entiende lo que está pasando con el Estado Islámico y los valores que dice representar: "Lo único que puedo decir es que eso que pasan las noticias (ejecuciones sumarias y violencia extrema) no es en absoluto islam y no tiene nada que ver con nosotros. Ningún musulmán, escucha bien, ninguno que se llame buen musulmán haría lo que ellos hacen: quemar y dinamitar mezquitas (con el argumento de que representan a un Islam muy "suave" o moderado) o vestir esa ropa toda de negro donde lo único que se ven son los ojos. Esa historia del EI viene de otra parte y, según mi opinión, tiene que ver más bien con el dinero y la riqueza petrolera que hay en esa zona", dice a Apro.
Con más de 20 años de residencia en Alemania, Tarkan se ocupa actualmente de mantener todo en orden dentro del pequeño local de la Asociación Turco-alemana ubicada en el número 50 de la Gathestraße. Sin culpar directamente a nadie, este hombre dice que todo lo que sucede en torno al Estado Islámico es muy extraño para él: "Aquí en Wuppertal, por ejemplo, nunca he escuchado o visto a esa policía Sharía que apareció en los medios. Ni yo ni familiares ni amigos de amigos se la han topado alguna vez. La policía muestra la foto de los hombres con los chalecos anaranjados pero les cubren la cara. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué no podemos reconocerlos?".
A unos cien metros de distancia, sobre la misma Gathestraße, se ubica la peluquería donde trabaja Ali. Al igual que a Tarkan, este iraquí que desde hace 30 años vive en Wuppertal, mira con escepticismo la autenticidad del Estado Islámico: "Todo suena demasiado raro y no tiene nada que ver con el Islam. Sobre la policía Sharía en la ciudad sólo sé lo que publicaron los periódicos porque de verdad nunca he escuchado nada al respecto. Me llama mucho la atención ¿por qué la policía no ha mostrado los rostros de los supuestos vigilantes de la moral islámica? ¿Por qué sólo los muestran de espalda y con el rostro difuminado? Aquí todos nos conocemos, la comunidad es relativamente pequeña y todos sabemos quién es quién. Podríamos reconocerlos de ser cierto", dice.
---Pero si los combatientes del EI no son auténticos musulmanes y lo que muestran los medios es propaganda, ¿quién está entonces detrás de todo?
--Eso no lo sé. En realidad no sabemos si son sólo un par de locos detrás de ellos o están un par de países… Arabia Saudita, Estados Unidos, Israel…
Ambos hombres lamentan, en cambio, que con los actos del llamado Estado Islámico se dañe tanto la imagen de los musulmanes. "Es más bien una campaña en contra de los musulmanes. Ahora la gente nos mira raro, diferente y es normal. Si un alemán sólo lee sobre los horrores que cometen esos hombres en nombre del Islam, piensa entonces que todos somos igual y no es así", asegura indignado Tarkan.