MÉXICO, DF (apro).- El martes 17 una Corte de Arabia Saudita condenó al poeta palestino Ashraf Fayadh de 35 años a la pena de muerte por decapitación, al alegar que el hombre blasfemó y por lo tanto resultó culpable de apostasía, y por ello la organización Human Rights Watch (HRW) denunció hoy un nuevo atentado contra los derechos humanos por parte de la monarquía petrolera.
Con base en una denuncia sobre supuestos “comentarios obscenos sobre Dios, el profeta Mahoma y el Estado saudita”, tanto en público como en un libro publicado hace una década, la policía religiosa de Arabia Saudita –llamada Comité para la Protección de la Virtud y Prevención del Vicio– detuvo Fayadh en un café en agosto de 2013.
La justicia lo inculpó por “blasfemar contra el ser divino y el profeta Mahoma, difundir el ateísmo y promoverlo ante los jóvenes en plazas públicas, burlarse de los versos de Dios y de los profetas, refutar el Corán, negar el día de la resurrección, objetar al destino y el decreto divino, y tener una relación ilícita con mujeres y guardar sus fotografías en el celular”.
La defensa, por su parte, negó rotundamente las acusaciones y Fayadh tuvo que arrepentirse “ante Dios” en público durante el juicio. Tras una primera condena a 800 latigazos y cuatro años de cárceles, el procurador apeló la sentencia y el pasado martes una Corte lo declaró culpable de apostasía.
Una de las fotografías de Ashraf Fayadh en su cuenta de Instagram.
Al igual que el Estado Islámico (EI), el régimen teocrático que dirige la monarquía petrolera considera que la apostasía –la renegación del Islam por parte de un musulmán– merece la pena de muerte. De acuerdo con HRW, en lo que va de 2015 Arabia Saudita condenó a muerte a 152 personas, “el número más alto registrado desde 1995”.
En la mayoría de estas ejecuciones los cargos se basaron en homicidios y tráfico de drogas. Sin embargo, Arabia Saudita sigue considerando la “apostasía” y la “brujería” como crímenes a los que castiga con la muerte.
Según Amnistía Internacional (AI), en 2014 la monarquía petrolera, aliada militar y económica de los países de Occidente, se elevó al tercer lugar de los países con mayor número de ejecuciones.
Asimismo, según HRW, una docena de defensores de derechos humanos sauditas están encarcelados por “dirigir organizaciones sin licencia”, las cuales denuncian las violaciones a los derechos humanos.
Sin embargo, HRW observó que “muy raramente sus aliados, como Estados Unidos o el Reino Unido, critican los abusos de Arabia Saudita”.
El año pasado, Arabia Saudita importó 6 mil 400 millones de dólares en armamento, cerca de 10% de las importaciones mundiales de armas. Asimismo, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, la monarquía gastó 80 mil millones de dólares en el ámbito militar el año pasado, con el que se colocó en el cuarto lugar mundial.
HRW repudió los cargos con los que inculpa la monarquía –de inspiración wahabí, una corriente radical y tradicionalista del Islam– a los individuos “basados solamente en su ejercicio pacífico de la libertad de expresión, en violación a las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos”.