Siria: El infierno de los refugiados

viernes, 20 de febrero de 2015 · 19:53
LONDRES (apro).- "Para un refugiado todo son dificultades. Es una vida difícil que apenas puedo sobrellevar". Las palabras son de Yara, una mujer de 23 años y madre de cuatro hijos, quien como miles de otros sirios se ha visto forzada a refugiarse en otros países por el conflicto de violencia que existe en Siria. Su hijo de dos años, Mutanama, tiene espina bífida y se le filtra líquido al cerebro por una apertura en la columna. Desde que la familia se trasladó a Líbano, hace ya varios meses, el caso del pequeño ha empeorado. “No tengo a nadie que me ayude con los niños ni a nadie que me ayude con el alquiler. Es una vida difícil y me cuesta salir adelante”, agrega. La mujer se enteró de la muerte de su esposo, que había sido detenido en la frontera sirio-libanesa, por un video de YouTube. “Lo mataron en la cárcel y luego tiraron fuera el cadáver. Los rebeldes pusieron el video en YouTube. Vi el vídeo donde aparecía su fotografía después de que lo mataron. Uno de los sheijs (líderes religiosos) me dijo que habían matado a mi esposo y me mostró una copia de su documento de identidad. Después, la gente que enterró el cadáver se puso en contacto con nosotros y me dijo: ‘Han matado a su esposo, vengan por el cuerpo’, pero no podíamos llegar al lugar donde estaba. Así que lo enterró esa misma gente”, contó. Como mujer sin pareja en Líbano también ha sufrido acoso sexual, y no puede permitirse pagar los elevados alquileres de viviendas. La historia de Maher, su esposa Houda y los hijos de ambos, quienes salieron de Siria y viven en el campo de refugiados de Qushtapa, en la región del Kurdistán de Irak, desde agosto de 2013, no es muy diferente a la de Yara. En 2012 los médicos diagnosticaron cáncer a su hijo Elías, de 12 años. Batallaron para conseguir que le administraran tratamiento en medio del conflicto. Houda y Elías se encontraban dentro del hospital cuando éste fue bombardeado. Y cuando al pequeño se le cayó el cabello debido al tratamiento para el cáncer, Maher se afeitó la cabeza para que el niño “no supiera que era por la medicación”. "Aquí la vida es muy difícil porque necesitamos médicos y medicinas para Elías. Hemos sufrido mucho para conseguir tratamiento para él", dice el padre del pequeño, que anhela desesperadamente que lo trasladen a Europa, donde su hijo podrá recibir tratamiento adecuado. “Sólo quiero que mis hijos reciban educación, y quiero que Elías se cure”, dice Houda, su madre. “Sólo hay muerte” Otro caso es el de Hamood, joven gay de Dera, en el sur de Siria, quien ahora vive en Jordania, donde sufre amenazas y es acosado habitualmente en la calle por su condición de género. Hamood admite que su hermano intentó matarlo por su orientación sexual y que seis hombres lo violaron. Aunque desearía regresar a su país, afirma que "en Siria sólo hay muerte" y espera que lo “reasienten” en Europa, donde podrá vivir abiertamente como homosexual sin temor a ser acosado y realizar su sueño de conseguir un trabajo y enamorarse. "Ir (a Europa) será como volver a nacer", asegura. Otra historia humana del conflicto en Siria pertenece a Jamal y Said, de 27 y 21 años, respectivamente. Se trata de una pareja de homosexuales, periodistas y activistas de la oposición en Siria que fueron detenidos por sus actividades políticas. Jamal es seropositivo. Su salud se deterioró mucho cuando estuvo encarcelado en Siria, donde lo mantuvieron en régimen de aislamiento y le negaron tratamiento médico. En Líbano el tratamiento es sumamente caro. Jamal intentó suicidarse cuando supo el costo de los medicamentos. Ambos consideran que en Líbano sus vidas están en suspenso y desean desesperadamente volver a empezar, terminar su formación y trabajar para llegar a ser "miembros productivos de la sociedad". “Escribimos artículos sobre Siria como periodistas independientes. Quiero continuar mis estudios, tener seguridad y tener estabilidad para vivir mi vida. Ni Jamal ni yo podríamos jamás imaginarnos sentados sin hacer nada, porque éramos muy activos, por el trabajo que hacíamos como periodistas o en la sociedad civil. Es por eso que cuando llegamos a Líbano empezamos a buscar trabajo, para poder ser miembros productivos de la sociedad”, cuenta Said. Otro caso de crisis es el que atraviesa Qasim, un refugiado palestino de Siria que huyó de su país tras resultar herido en un ataque en el que su vivienda quedó destruida. Tanto él como su hija sufren de elefantiasis, y no consiguen tratamiento adecuado. Qasim tiene la pierna anormalmente inflamada debido a su enfermedad y desea con todas sus fuerzas que su hija reciba tratamiento. "Yo estoy esperando la muerte. No me importa no recibir tratamiento, pero quiero que mi hija lo reciba", afirma. “Mi hija, que tiene ahora 14 años. Tiene el mismo problema que yo. Durante el último Ramadán, una ONG local la llevó al médico y descubrimos que tiene elefantiasis. No podemos pagar el tratamiento y en la región no hay”, explica. Qasim es uno de los más de 53 mil refugiados palestinos de Siria llegados a Líbano. Nadia, como muchas de las personas refugiadas de Siria, sueña con un futuro mejor, sobre todo para su hijo adolescente. Es además una de los 4 millones de personas refugiadas que han huido de Siria a causa del conflicto brutal que sigue asolando el país y que ha dejado más de 190 mil muertos y ha destruido hogares, familias y todo rastro de vida normal. Su hijo es uno de los 1.7 millones de niños y niñas refugiados de Siria que corren el riesgo de convertirse en una “generación perdida”. Como muchos otros jóvenes refugiados, sólo con arduos esfuerzos puede ir al colegio y vive en difíciles condiciones. “El colegio está muy lejos. Mi hijo va en autobús. A veces no tengo dinero ni para que tome el autobús, así que se queda en casa. Somos muy pobres. A veces no tenemos nada que comer”, subraya Nadia. Su salida de Siria es similar a la de miles de otros conciudadanos. “Oí que secuestraban a los niños y violaban a las mujeres. Tenía mucho miedo. A mi hijo le daba mucho miedo el ruido de las bombas (...) Temía por mi hijo, así que me vine con él a Jordania”, explica. Otro caso es el de Mariam, que tiene tres hijos y que huyó a Jordania. “En Siria tienes miedo de que te violen, de que te detengan, de que te maten, y aquí tengo miedo por mis hijas. Si enfermas o te caes, no hay nadie aquí que te ayude. A duras penas puedo comprarles algo a mis hijas”, destaca. Para las mujeres sin esposo y con hijos a su cargo, como Yara, Nadia y Mariam, mantener a sus familias es una lucha constante. Algunas familias y personas hablan también de la terrible pobreza, la falta de trabajo y la incertidumbre de la vida como refugiado. Todas tienen esperanzas y sueños de futuro. La esperanza del reasentamiento Al iniciarse el cuarto año de la crisis de Siria, más de 11 millones se han visto obligados a huir de sus hogares. En Siria hay además unos 7.6 millones de personas desplazadas, y al menos 4 millones han huido del país. De acuerdo con un informe del organismo defensor de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI), publicado el pasado 4 de febrero en Londres, para muchos de los refugiados sirios la perspectiva del reasentamiento les ofrece una vía de escape crucial al sufrimiento diario. El informe, titulado Penalidades, esperanza y reasentamiento: Personas refugiadas de Siria cuentan sus casos, destaca la importancia de cambiar de vida a partir de un reasentamiento internacional para muchos refugiados sirios, especialmente aquellos más vulnerables. El documento forma parte de una campaña que busca presionar a los países ricos, con el apoyo de la opinión pública, para que acepten a más refugiados vulnerables de Siria a través de programas de reasentamiento y otros planes de admisión por motivos humanitarios. De acuerdo con el informe, hasta ahora la respuesta internacional a la crisis “ha sido lamentable” y algunos de los países más ricos han hecho muy poco, agrega. En la actualidad, 95% de los refugiados generados por el conflicto –3.8 millones de personas en total– han sido acogidos por sólo cinco países vecinos a Siria: Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Y alguno de ellos, como Líbano, donde hay más de 1.2 millones de refugiados, simplemente no pueden soportar la presión de la afluencia de refugiados. Los cinco países han impuesto restricciones a la entrada de personas que huyen de Siria, por lo que decenas de miles, si no más, han quedado atrapadas en el conflicto. Sherif Elsayed-Ali, director del Equipo sobre Derechos de Personas Refugiadas y Migrantes de AI, sostiene que debido a los cerca de 4 millones de refugiados, “la magnitud de la crisis es abrumadora”. “En el informe, las personas reales que hay tras los números cuentan sus historias con sus propias palabras", apunta. Elsayed-Ali subraya que muchas de estas personas “han pasado por un verdadero infierno, han soportado situaciones desgarradoras y su vida como refugiados es una lucha diaria”. “El reasentamiento puede ser la tabla de salvación que tanto necesitan y supone un rayo de esperanza en un futuro mejor", destaca. ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, ha informado que al menos 380 mil refugiados sirios son vulnerables y necesitan reasentamiento. Hasta ahora, los países del mundo con mayor riqueza sólo han ofrecido reasentar a 79 mil 180 de esas personas, o sea la quinta parte. Excluida Alemania, los 27 países de la Unión Europea restantes han ofrecido sólo 9 mil 114 lugares, es decir, sólo para 0.24% de los refugiados sirios. Los seis países del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico no han ofrecido ningún lugar. El organismo internacional sostiene además que entre las personas más vulnerables que se vieron forzadas a abandonar sus hogares en Siria hay supervivientes de tortura y violación, menores enfermos o no acompañados y otras personas consideradas vulnerables. En diciembre de 2014, la ONU hizo un llamado para que se donaran los 5 mil 500 millones de dólares necesarios en 2015 para prestar asistencia humanitaria a las personas refugiadas y a las vulnerables en comunidades de acogida de la región. "Los líderes mundiales no pueden seguir dando la espalda a los refugiados vulnerables. Es fácil sentirse impotente ante una crisis de esta magnitud, pero animar a los líderes mundiales a reasentar a los refugiados puede cambiar sus vidas", afirma Elsayed-Ali en el documento. El texto señala que además de permitir a los refugiados rehacer su vida en paz y estabilidad, accediendo a la atención y el apoyo que necesitan, “el reasentamiento contribuye a repartir la responsabilidad de esta histórica crisis de refugiados”. "Los refugiados son personas comunes, como cualquiera de nosotros, cuyas vidas se han visto totalmente destrozadas a consecuencia de un conflicto y deben empezar de cero", sostiene Elsayed-Ali. "Ya es hora de que abramos nuestros corazones y nuestras comunidades a las personas que han huido de las atrocidades del gobierno sirio, del grupo armado Estado Islámico y de otros, y que demostremos que la compasión y la humanidad pueden prevalecer", concluye.

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