El kirchnerismo va por la suya

viernes, 27 de febrero de 2015 · 20:33
BUENOS AIRES (apro).- El afiche muestra a Cristina Fernández de Kirchner saludando desde un auto en movimiento, bajo una lluvia de papel picado, el 10 de diciembre de 2011, día en que asumió por segunda vez la presidencia. “Convicción. 1 de Marzo. 10 hs. Congreso”, reza el texto de la convocatoria, firmada por La Cámpora, la agrupación juvenil del kirchnerismo. Los sectores militantes que apoyan al gobierno llaman a una movilización para el domingo 1 de marzo. Quieren acompañar con su presencia el último discurso de Fernández ante la Asamblea Legislativa como presidenta en ejercicio. La ciudad de Buenos Aires amaneció el 25 de febrero empapelada con afiches que convocan a la movilización. El hashtag “#1MTodosConCristina”, se expande en las redes sociales junto con fotos y mensajes. El imperativo que se expresa es “bancar a Cristina”. Otra consigna hecha mensaje es: “Si nosotros no aflojamos, ella tampoco”. “‘Hay que mover todo’, ha sido la instrucción que bajó de la Casa Rosada a las principales agrupaciones de militancia”, afirmó el 22 de febrero el diario La Nación. “La movilización intentará ser una demostración de fuerza y la recuperación simbólica de la calle”, se señala. “Sí, voy a concurrir”, dice a Apro el músico y docente Leo Parigi. “Yo no soy un kirchnerista ferviente, tengo mis críticas, pero me siento parte del proyecto, comparto un montón de convicciones con el gobierno, con gente de la militancia de base”, sostiene. “Me parece un momento muy importante, por toda esta movida alrededor de Nisman: la operación más la marcha”, dice. Sus palabras están a tono con el gobierno, que ve en la denuncia del fiscal contra la presidenta, y en la marcha de homenaje tras su muerte, elementos de desestabilización y golpismo. Por lo pronto, el 26 de febrero, el juez federal Daniel Rafecas desestimó la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la presidenta, sosteniendo que “carece de todo asidero”. El gobierno comenzó el año electoral frotándose las manos. Esta vez no hubo devaluación del peso ni saqueos para Navidad en los supermercados. Tampoco huelgas policiales ni picos de crispación en la disputa con los fondos buitres. La sorpresiva denuncia de Nisman el 14 de enero, y su misteriosa muerte, cuatro días más tarde, nublaron una temporada de verano con la capacidad hotelera desbordada. La marcha del silencio del 18 de febrero se vivió como un masivo acto opositor. El gobierno aceptó el reto y ahora busca exhibir fortaleza. Cristina Fernández necesita mantener el capital político durante la transición presidencial. La presidenta es la electora de su espacio político. Aún no se ha inclinado por ninguno de los candidatos del oficialismo para sucederla. El próximo domingo, en Plaza Congreso, habrá columnas del Frente para la Victoria, el sector del peronismo fundado en 2003 por Néstor Kirchner. Otras organizaciones oficialistas que se movilizarán serán La Cámpora, el Movimiento Evita, el Frente Transversal, Tupac Amaru, Kolina y Nuevo Encuentro.   Cifras Desde el oficialismo se niega que la movilización sea una “contramarcha”, en respuesta a la marcha del silencio. “El inicio de las sesiones legislativas suele convocar a muchos militantes; así han sido todos los primeros de marzo desde que el kirchnerismo está en el gobierno”, dice a Apro el militante de La Cámpora, Federico D. “Obviamente, esta vez tiene otro tinte, sobre todo después de la marcha de Nisman. Pero no creo que vaya a ser una contramarcha”, sostiene. El objetivo del oficialismo es retomar el control de la calle. La organización recae sobre los movimientos sociales y los alcaldes del Gran Buenos Aires, donde está el núcleo duro del voto kirchnerista. Se espera que cientos de autobuses lleguen desde la periferia y de otras ciudades con militantes de las agrupaciones kirchneristas y los movimientos sociales. El gobierno evita plantear la movilización como una batalla numérica. Igualmente se hacen cuentas. “Esperamos 100 mil asistentes reales, lejos de las apreciaciones de si son 50 mil o 400 mil, como pasó con la marcha del silencio. Si cada sector cumple con lo suyo, podemos llegar a 170 mil, más lo que puedan aportar los gremios”, dijo uno de los responsables de la convocatoria a la agencia Noticias Argentinas, el 22 de febrero. La cifra no resulta despreciable. Está muy por debajo de los 400 mil participantes de la marcha del silencio, estimados por la Policía Metropolitana, que responde al alcalde de Buenos Aires y precandidato conservador a la presidencia, Mauricio Macri. Pero supera la cantidad estimada en 50 mil personas por las fuerzas de seguridad federales. Si la manifestación del domingo es importante, la polémica, en lo que respecta a la concurrencia de una y otra marcha, tardará en disiparse. “Pero los contrastes con el 18-F quedarán a la vista y completarán el sentido de los dos actos. En el "1-M", como ya lo llaman algunos dirigentes kirchneristas, la mayoría irá en grupo y con identificación partidaria. No primará el silencio, sino el ruido. Todos ratificarán la conducción política de la presidenta, a quien sueñan como la gran electora de los comicios presidenciales”, dice La Nación en el artículo citado. Este liderazgo de Cristina distingue a las movilizaciones kirchneristas de las opositoras al gobierno. Ninguno de los seis precandidatos presidenciales que participaron de la marcha del silencio pudo ponerse al frente, Los manifestantes podrán seguir en vivo el discurso de la presidente en el recinto. Pantallas gigantes y torres de sonido se montarán a tal fin en Plaza Congreso. Las distintas agrupaciones se concentrarán frente al Parlamento a la espera de la llegada de la presidenta. Al oficialismo no le falta mística a la hora de salir a la calle con banderas, bombos y trompetas. Se busca reflotar “la alegría militante” del kirchnerismo, deteriorada por la dura lucha política en distintos frentes. “El kirchnerismo siempre ha sacado a la gente a la calle, también en plan festivo, como fueron los festejos del bicentenario en 2010, o el Día de la Democracia, que se festeja cada 10 de diciembre”, explica Leo Parigi, quien dirige un centro cultural en Cañuelas, en las afueras de Buenos Aires. “Este primero de marzo, además de que es el último discurso de Cristina en el Congreso como presidenta, hay mucha gente deseosa de salir a la calle, que es el terreno donde el campo popular mejor se desarrolla”, sostiene.   Modelos “Cristina eligió una estrategia muy clara para transitar hacia la salida del poder. En vez de ofrecer argumentos para recuperar el consenso social, se repliega sobre su base”, punzó el diario La Nación el 26 de febrero. Le reprocha al gobierno el uso de la lógica del “nosotros o ellos”, esgrimido por la presidenta en dos de sus últimos discursos. Esta actitud no es exclusiva del gobierno. De hecho, la oposición evalúa faltar masivamente a la apertura de sesiones que encabezará Cristina Kirchner en el Congreso. El desprecio de clase suele ser un componente clave entre quienes atacan al kirchnerismo. La base de apoyo de este movimiento está menos en el centro que en las periferias. En foros de opinión de medios opositores se niega al “militante k” la capacidad de tener convicción política. Se le tilda de “rentado”, de “planero”; es decir, de beneficiario de los planes sociales impulsados por el gobierno, o bien de “choripanero”, en referencia al sándwich de chorizo que recibiría cada manifestante a cambio de su presencia. La marcha del silencio “constituyó la presentación de una nueva derecha política que además de capacidad electoral en algunos distritos, comienza a desarrollar aptitud para la movilización callejera, un rasgo distintivo del centro hacia la izquierda de la política argentina”, escribió el periodista Horacio Verbitsky en Página 12 el 20 de febrero. La movilización del 1 de marzo se enmarca, justamente, en el respaldo a la defensa de un modelo que se presiente amenazado. La movilización pretende afianzar las posibilidades del candidato que represente al oficialismo en las elecciones presidenciales del próximo 25 de octubre. “Tenemos que garantizar que quien conduzca este Estado argentino tenga las mismas ideas sobre autonomía, sobre soberanía, sobre ingreso popular, sobre el trabajo de los argentinos, sobre la ciencia y tecnología”, sostuvo Cristina Fernández en un discurso pronunciado el 18 de febrero. El kirchnerismo considera que tanto la marcha del silencio como el avance de las causas contra los más altos integrantes del gobierno tienen su razón de ser en la disputa que mantiene con los grandes medios, un sector de la justicia y con Estados Unidos. En este último caso, el cortocircuito incluye el acercamiento de Argentina a China, la disputa con los fondos buitres y la negociación abierta por el gobierno con Irán por el caso AMIA.

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