Mientras huyen de la guerra, mujeres de Irak y Siria sufren violencia: AI

lunes, 18 de enero de 2016 · 19:37
MÉXICO, DF (apro).- Para las mujeres que huyen de las guerras civiles de Irak o de Siria y emprenden una larga y peligrosa migración clandestina, tocar territorio europeo no resuelve los riesgos, pues siguen expuestas a humillaciones, incertidumbre e inseguridad, denunció hoy Amnistía Internacional (AI). Al llegar a Grecia desde Turquía, las refugiadas todavía necesitan recorrer un amplio camino para llegar a sus países de destino en Europa Occidental, pasando por campos de tránsito, estaciones de refugiados y otras estancias improvisadas a lo largo de la ruta migratoria. “En casi todos los países que atravesaron, sufrieron agresiones físicas y explotación financiera, fueron tocadas de manera inapropiada o recibieron presiones que les incitaban a tener relaciones sexuales con traficantes, empleados encargados de la seguridad u otros refugiados”, destacó AI, según entrevistas realizadas a las refugiadas. Las mujeres enfrentan violencia y explotación “sin gran apoyo”, varios de los campos de tránsito son “muy sucios” y promiscuos, y la comida se encuentra en cantidad insuficiente, añadió. En los campos de refugiados de Hungría, Grecia o Croacia, precisó, las mujeres se ven forzadas a dormir al lado de cientos de hombres refugiados solteros, y en algunas ocasiones a compartir los baños con ellos. “En un centro de hospedaje de Alemania, refugiados del sexo masculino miraban a las mujeres mientras usaban el baño”, explicó AI. Incluso en Alemania un agente de seguridad propuso ropa a una joven refugiada de origen iraquí a cambio de “pasar tiempo sola” con él, y otras mujeres dijeron a AI que miembros de las fuerzas de seguridad de Grecia, Hungría o Eslovenia las pegaron con violencia. La organización también entrevistó a varias mujeres refugiadas que estaban embarazadas durante el viaje, quienes recordaron los empujones en las fronteras y los campos de tránsito, así como la falta de alimentos y atención médica en las sórdidas estancias temporales.  

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