Bachelet: revés electoral y nueva crisis política

viernes, 28 de octubre de 2016 · 19:37
VALPARAÍSO, Chile (apro).-Los malos resultados alcanzados por la coalición oficialista de centroizquierda Nueva Mayoría (NM) y abstención record verificada en las elecciones municipales del domingo 24, han hundido al gobierno de la presidenta socialista Michelle Bachelet y acentuado la crisis de representación que afecta al sistema político chileno. La NM –sucesora de la Concertación por la Democracia que gobernó entre 1990 y 2010-- perdió 27 alcaldes, 500 mil votos y 6% de los sufragios, en relación con las votaciones municipales de 2012. Pero más que estas cifras, lo que quedó de su participación en las elecciones es que fue derrotada en ocho de las diez comunas con mayor población como Santiago, Ñuñoa, La Florida, Maipú, Providencia -todas de la Región Metropolitana-, además de Valparaíso. La derechista Alianza por Chile –compuesta por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN)— se alzó como la vencedora de la jornada al ganar en casi todas esas comunas pese a que obtuvo 140 mil votos menos que hace cuatro años. El casi fijo candidato presidencial de este sector de cara a la contienda de noviembre de 2017, el expresidente Sebastián Piñera (2010-2014) dio la noche del domingo 23 un discurso triunfal desde el comando del alcaldesa electa por Providencia, la economista Evelyn Matthei. “Siento que hoy el cambio ha tenido un gran triunfo y por eso le digo a todos mis compatriotas: ‘¡arriba los corazones, vienen tiempos mejores!’”. Allí, en medio del grito: “¡Se siente, se siente: Piñera Presidente!”, éste señaló: “Hoy se escuchó fuerte y claro que la mayoría de los chilenos quiere un cambio que nos haga salir del pantano en que estamos”. Diversos analistas coinciden: pese al triunfalismo de Piñera y la derecha, el verdadero ganador de la jornada fue la altísima abstención que alcanzó 66% y que en la Región Metropolitana (RM) --que concentra a 40% de la población-- fue de más de 70%. La socióloga Marta Lagos destacó en su cuenta de Twitter: “La suma de RN y UDI da un millón 303 mil 300 votantes, equivalente a 9.3% del total de los 14 millones (de habilitados para votar)”. Una porción muy pequeña de la población como para sentirse vencedores. En estas elecciones votaron cuatro millones 935 mil personas, aproximadamente 840 mil menos que en la elección municipal de 2012 --las primeras en que operó el voto voluntario-- y casi dos millones menos que en las de 2008. Desde el Ejecutivo y el Parlamento han surgido diversas voces que han planteado la necesidad de reponer el voto obligatorio, pero desde el piñerismo se ha descartado apoyar una iniciativa de esa naturaleza estimando que el actual escenario facilita su victoria en 2017. Los costos de corromperse En la comuna de Santiago –centro político y financiero del país- el abogado derechista Felipe Alessandri se impuso a la cientista política y expresidenta del Partido Por la Democracia (PPD), Carolina Tohá, quien en 2009 fue ministra vocera del gobierno de Bachelet, en el primer periodo de ésta al mando del país (2006-2010). Ésta era considerada “la madre de todas las batallas” en esta contienda. Además de Santiago, el PPD perdió Ñuñoa y Valparaíso, entre otras muchas comunas relevantes, evidenciando que su otrora aceitada maquinaria electoral está resultando inútil ante el desprestigio ocasionado por sus opacas prácticas. Este partido fue creado en 1987 por opositores a la dictadura con el fin de tener una herramienta política con la cual vencer al dictador Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988. La promesa inicial de disolverse una vez cumplido dicho objetivo se incumplió, manteniéndose unido hasta hoy. El mal resultado del PPD fundamentalmente es consecuencia de su vinculación a numerosos escándalos de corrupción entre los que el “caso SQM” sobresale, por las vinculaciones emocionales que tiene. Según estableció un informe de la Policía de Investigaciones (PDI) de mayo de este año, la empresa minera SQM –propiedad del exyerno del dictador Augusto Pinochet, Julio Ponce Lerou-- realizó en 2011 y 2012 pagos ilegales al PPD, a través de la organización no gubernamental Chile Ambiente, cuando este partido era presidido por Tohá. Pero aquel no fue el único partido derrotado de la NM. La Democracia Cristiana (DC) –hasta hace poco el principal partido de Chile-- alcanzó en estas municipales los peores resultados en más de 50 años: apenas 12% de votos. Las investigaciones del caso SQM también habían golpeado duramente a este partido en los meses previos a esta elección. Los partidos comunistas y socialistas también fueron duramente ignorados por muchos de sus habituales electores. Sólo el Partido Radical aumentó su votación entre los partidos de la Nueva Mayoría. Este avance se aupó en el sorprendente liderazgo de su candidato presidencial el senador, sociólogo y periodista Alejandro Guillier, y a quien las encuestas lo perfilan como el único aspirante de oficialista que podría derrotar al derechista y multimillonario Piñera. La decadencia de los partidos tradicionales se evidencia en el hecho que por primera vez las candidaturas independientes –con un 17%- sacaron más votos que cualquier partido a nivel de concejales.   La soledad de Bachelet La presidenta Bachelet vivió la noche de las elecciones una situación humillante. Pese a que invitó a las principales figuras de los partidos que componen la NM, incluyendo sus precandidatos presidenciales, y candidatos parlamentarios y a alcaldes, casi nadie de éstos se apersonó en La Moneda para acompañarla. La idea era dar una señal de unidad, pero un cúmulo de sillas vacías fue el mejor símbolo de la soledad en que afronta el inicio del último tercio de su mandato. Esa noche Bachelet acusó a la dirigencia de la Nueva Mayoría de haber mostrado más división que unidad respecto de los “temas que de verdad importan a los ciudadanos”. Hizo un llamado a “deponer los personalismos y los cálculos de corto plazo”. Estas palabras cayeron pésimo en la dirigencia oficialista, que no titubeó en sindicar al gobierno como responsable de la derrota. Las elecciones tuvieron lugar en medio de un clima político y comunicacional altamente enrarecido por el estallido de un escándalo que afectaba la credibilidad de las elecciones. Se trató del cambio inconsulto de domicilio electoral, realizado por el Registro Civil y Servicio Electoral (Servel) que afectó a cerca de 500 mil personas. Pese a que este hecho era conocido por las autoridades al menos desde julio pasado, el ejecutivo sólo se animó a corregir el problema dos semanas antes de los comicios, cuando el tema se posicionó en la agenda pública como resultado de las quejas de los afectados y la cobertura de los medios de comunicación. Bachelet y el “comité político” de La Moneda --compuesto por los ministros de Interior Mario Fernández; el secretario general de la Presidencia Nicolás Eyzaguirre, y el ministro vocero de Gobierno Marcelo Díaz-- envió el lunes 17 al Congreso una “ley express”, que debía aprobarse en 48 horas. Pero esta iniciativa naufragó sólo un día después de presentada ante la falta de apoyo tanto de parlamentarios oficialistas como de oposición. El senador independiente de izquierda Alejandro Navarro expresó el 18 de octubre a través de un comunicado que su voto “no está disponible para un proyecto de ley que deje abierta la posibilidad de que algunas personas puedan votar en dos lugares”. Como consecuencia de este escándalo, la presidenta Bachelet removió el miércoles 19 a la ministra de Justicia, Javiera Blanco, quien fue señalada como principal responsable de la crisis derivada de los cambios en el padrón electoral, dada la tuición que tiene su ministerio respecto del Registro Civil. Por esta misma razón, días después, la jefa de estado despidió al director del Registro Civil, Luis Acevedo, miembro de la Democracia Cristiana (DC). Carolina Goic, presidenta del DC y senadora por Magallanes, expresó la molestia por dichas decisiones y, al igual que el Partido Radical, exigió la renovación de todo el Comité Político, a quien culpa del fracaso del gobierno que actualmente tiene un rechazo que oscila en torno a 70% de la población. En entrevista publicada el martes 25 por el vespertino La Segunda, Goic señaló amenazante: “con la DC no se juega”. Un día antes esta senadora había anunciado que dejaría de participar en las reuniones que cada lunes tienen los jefes de partidos de la Nueva Mayoría con los ministros del Comité Político, y que este lunes 24 simplemente no se realizó, evidenciando la fractura existente entre el gobierno y su coalición. Además de la titular de Justicia, ese miércoles 19 abandonó el gabinete el ministro de Energía Máximo Pacheco, quien en La Moneda (Palacio de Gobierno) reconoció que lo hacía para asumir como “generalísimo” de la candidatura de Lagos Escobar. Este proceder fue acordado entre Lagos y Bachelet, lo que fue visto como un signo inequívoco de su respaldo a este. Los jefes de la NM no han ocultado que parte de este distanciamiento se origina en el hecho que Bachelet y su Comité Político —en el que el ministro Eyzaguirre es la figura más influyente—deciden sin tomar en cuenta su parecer. De todos modos y cediendo a la presión, el miércoles 26 la presidenta anunció a través del vocero Díaz que “muy pronto” se verificará un nuevo ajuste ministerial, que al cierre de esta edición aún no se producía, y que consideraría la salida de sus ministros más cercanos. “Triste situación” La derrota del gobierno y la alta abstención hanencendido las alertas dela clase política. El diario electrónico The Clinic –antes muy cercano a Bachelet-- en su editorial del jueves 27 fue lapidario en sus pronósticos: “El gobierno, que desde hace rato carga con la impronta de ser torpe, descoordinado y poco certero en sus lecturas de la realidad (…) con este fracaso electoral recibe una pateadura en el suelo: de aquí al final de su mandato, el reto de Bachelet será la sobrevivencia, la administración modesta del statu quo y el control discreto de los conflictos que se le presenten (…) No está en condiciones de forzar ni tensionar nada”. Este medio aseguró que “la única noticia refrescante se dio en Valparaíso” donde ganó el candidato independiente Jorge Sharp. Aquí “la comunidad organizada doblegó las estrategias cupulares”, anotó. En entrevista, el Premio Nacional de Historia (2005) Gabriel Salazar expresó que “los análisis triunfalistas de la derecha” no se corresponden con los resultados de las elecciones, puesto que disminuyeron su votación. Además, subrayó que si bien a nivel de alcaldes ganaron, a nivel de concejales la NM sacó un 10% más votos que la derecha. Pero Salazar -que en entrevista con este corresponsal en julio pasado anticipó que ocurriría este fenómeno- se detuvo a analizar el significado de la alta abstención. Sostuvo que ésta demuestra “que el grueso de la población urbana está rechazando el sistema en bloque” y que “la crisis del sistema político y de la democracia representativa es muy profunda”. --Pero la clase gobernante no parece darse por aludida, se le señaló. --La clase política está asustada: temen que si la gente no vota, va haber una crisis de la democracia. Pero no es así. Lo que esto produce es una crisis de la clase política, no tanto de la democracia en sí. Cuando los políticos dicen que la democracia está en crisis, lo que en el fondo están expresando es su temor de quedarse sin pega (trabajo), porque si la democracia representativa deviene en democracia participativa, con la ciudadanía tomando decisiones reales a nivel local, ello significa para la clase política un revés importante. Al ser consultado respecto de la importancia de lo sucedido en Valparaíso, el autor del clásico libro de historia social Labradores, peones y proletarios (1985) expresó: “Lo que pasó aquí es que esta vez los grupos alternativos trabajaron en forma coordinada, crearon elecciones primarias, contaron con la participación de la gente”. Consideró que esta participación fue clave para “el triunfo absolutamente inesperado de Sharp”, quien alcanzó 54% de los votos pulverizando a los representantes de la NM y la derecha que apenas alcanzaron 22% de los votos. Refiriéndose a Bachelet y su gobierno, el historiador afirmó que a la mandataria “le queda muy poco margen de acción”. Fundamentó: “Esta no es una crisis que se resuelva cambiando ministros, ¡Noooo! el problema es de fondo… Ella ya no tiene capacidad de maniobra para resolver nada. Es muy triste su situación, pero así es”.

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