El incierto triunfo de la mariguana

domingo, 27 de noviembre de 2016 · 10:42
Gracias a la aprobación del pasado martes 8, ocho entidades de Estados Unidos hicieron legal el consumo de mariguana con fines recreativos. Además, en 28 estados ya hay leyes para regular el uso de la planta con fines medicinales. Sin embargo, no todo es felicidad para los consumidores de cannabis: si bien a escala federal la yerba no es legal, había resquicios permitidos por los demócratas para que se siguiera produciendo y consumiendo. El triunfo de Donald Trump, sin embargo, podría ensombrecer un futuro que ya se veía verde. EL PASO, TEXAS (Proceso).- En la más cerrada y polarizada elección de años recientes, las iniciativas para legalizar la mariguana recreativa fueron aprobadas en cuatro entidades estadunidenses. En California, donde residen casi 40 millones de personas, la Propuesta 64 pasó con 56% de los votos. Los electores de Nevada, Massachusetts y Maine también dieron el sí a la legalización de la mariguana para uso lúdico, aunque en ese último estado todavía existe la posibilidad de un recuento. Arizona fue el único que rechazó una propuesta similar con 52% de los votos. Además de los estados que aprobaron la legalización de la mariguana recreativa, los electores apoyaron iniciativas para la cannabis medicinal en otros tres estados: en Florida, la Enmienda 2 fue aprobada con 70% de los votos; en Arkansas y Dakota del Norte los electores aprobaron iniciativas para mariguana medicinal con 53 y 63% de los votos, respectivamente. Como resultado de la elección, ocho estados –que concentran 20% de la población estadunidense– permiten el cultivo, procesamiento, venta, posesión y consumo de mariguana para uso recreativo. Además de ello, en 28 estados –más de la mitad de los 50 del país– hay leyes para regular el uso de la mariguana medicinal. Para la industria estadunidense de la cannabis se trata de una victoria dulce y amarga, opacada por el triunfo del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales del martes 8. Los empresarios y activistas de la planta estaban listos para celebrar la victoria de Hillary Clinton y con ello garantizar la continuidad de una política federal complaciente hacia los estados con mariguana legal. Cuando los números empezaron a mostrar una realidad distinta, la alegría se transformó en consternación. “El ímpetu para acabar con la prohibición de la mariguana dio un gran salto con las victorias en California y otros estados, pero el gobierno federal mantiene el poder para limitar todo lo que hemos logrado. El progreso que hemos hecho y los valores que subyacen a nuestra lucha –libertad, compasión, razón y justicia– estarán en riesgo cuando Donald Trump entre a la Casa Blanca”, dijo Ethan Nadelmann, director ejecutivo del Drug Policy Alliance, una de las organizaciones nacionales más influyentes en el movimiento prolegalización. A lo largo de su campaña, Trump hizo escasas referencias al tema de la mariguana, pero en una entrevista televisiva dijo que estaba a favor de su uso medicinal; también dejó entrever que respetaría las decisiones de cada estado en relación con la planta. Sin embargo, nunca fijó su postura frente a una eventual legalización a escala federal. No sólo la ausencia de esa definición preocupa a los industriales de la mariguana. El jueves 17 Trump nombró al senador por Alabama Jeff Sessions, como procurador general de la nación. Sessions, un conservador extremo, ha manifestado su rechazo a la legalización de la mariguana en diversos foros. Es también conocido por su oposición a la reforma migratoria y por emitir comentarios racistas. De acuerdo con el diario The New York Times, en 1986 el presidente Ronald Reagan lo postuló para ser juez federal, pero su nominación fue rechazada debido a sus comentarios racistas. “La gente que ha acompañado a Trump es la más extrema en América”, dice Hezekiah Allen, director ejecutivo de la Asociación de Productores de California, que representa a unos 700 sembradores de mariguana en el norte del estado. “Incertidumbre es la palabra que mejor define la situación”, afirma. “No sabremos qué viene hasta que no conozcamos el nombre de la persona que ocupará ese cargo”. Además de ello, existe el riesgo de un congreso dominado por republicanos. “Con un bloque político tan homogéneo, la posibilidad de cambios drásticos es muy alta”, señala Allen. Pese a que la mariguana sigue siendo ilegal a escala federal, el ahora presidente saliente Barack Obama estableció una política de tolerancia hacia los estados que optaron por su legalización. A través del llamado Memorándum Cole (Cole Memo) estableció lineamientos para resolver la contradicción entre las leyes federales y las de los estados con mariguana legal. Gracias a ese memorándum, los negocios de Colorado, Oregón, Alaska y Washington han podido minimizar el riesgo de una intervención federal. Pero los principales problemas de la industria, es decir, el acceso al sistema bancario y el pago justo y equitativo de impuestos, no pudieron ser resueltos porque la clasificación de la mariguana como una sustancia ilegal y peligrosa no se ha modificado. La esperanza de los productores era que con Hillary Clinton la situación cambiaría. Con Trump en el poder, todo está por verse. “Él (Trump) puede anular el Cole Memo; puede refinanciar la guerra contra las drogas, puede echar por tierra muchas de las reformas”, dice Allen. “Pero no quiero ser pesimista. Sé que vamos a seguir adelante y que las ideas regresivas no van a mantenerse. Quiero sentirme confiado en eso”. Sólo la legalización de la mariguana recreativa en California generará ingresos para el estado por cerca de mil 400 millones de dólares en su primer año de aplicación (2018). Las estimaciones de Arcview, la consultora especializada en inversiones y modelos de desarrollo empresarial para la cannabis, indican que la aprobación de la Propuesta 64 se traducirá en un mercado de hasta 6 mil millones de dólares en 2020, pero si se suman las ventas de todas las entidades que han legalizado, el valor del mercado de la cannabis en Estados Unidos podría alcanzar hasta 21 mil millones de dólares. Esas cifras, más el potencial que tiene la industria para generar empleos y ayudar a reactivar la economía de los estados que la han legalizado, hacen que Michael Correia, el principal cabildero de la cannabis en el Congreso estadunidense, tenga cierto optimismo frente a la futura administración federal. “No creo que el Congreso o la administración trate de revertir lo que hemos hecho”, dice. “Generaría una respuesta negativa muy grande por parte de los electores. Es cierto que hubiésemos tenido mejores posibilidades de avanzar en los asuntos que nos preocupan con un gobierno demócrata, pero eso no quiere decir que con el republicano necesariamente iremos hacia atrás”. Correia hace notar que aun en estados conservadores que apoyaron a Trump, como Dakota del Norte o Arkansas, los electores dijeron sí a la mariguana. “La gente dijo: ‘Queremos a Trump, pero también estamos a favor de la mariguana’”, dice Correia. “Y esas voces son las que escuchan los representantes en el Congreso. No ponerles atención sería ir contra sus representados”. El país se pinta de verde Las implicaciones que la legalización de la cannabis en California –el principal productor para consumo doméstico– tendrán sobre la industria en general y sobre las operaciones de los cárteles mexicanos, están por verse. Uno de los argumentos principales de la Propuesta 64 fue que la regularización de la producción y venta de cannabis a través de un sistema de licencias y pago de impuestos ayudaría a combatir el crimen organizado y el mercado negro de la planta. Pero varios analistas consultados aseguran que la legalización –si se mantiene en los términos actuales bajo la presidencia de Trump– tendrá un impacto mínimo en las operaciones financieras de los cárteles y en la violencia que generan. “Va a seguir siendo la misma historia”, dice Edgardo Buscaglia, académico de la Universidad de Columbia. “El comportamiento violento y de altos niveles de corrupción de la delincuencia organizada en México se explica por la debilidad de las instituciones mexicanas y eso nada tiene que ver con legalizar el consumo de mariguana en Estados Unidos, Europa o Japón”. El también presidente del lnstituto de Acción Ciudadana para la Justicia y la Democracia asegura que la delincuencia organizada mexicana está tan diversificada como la yakuza japonesa, por lo que la legalización de una de las múltiples drogas que trafican no pone en riesgo su cuadro patrimonial. “La delincuencia organizada mexicana se va a debilitar solamente a través de controles patrimoniales más fuertes… combatiendo las diferentes manifestaciones de su ilegalidad patrimonial tales como lavado de dinero”, señala Buscaglia. “Esa va a ser la manera de combatirla; pero la mariguana, insisto, dada la capacidad de ajuste que tienen, de diversificar sus mercados, no va a debilitarlos patrimonialmente. (La legalización) no debilitará al Cártel de Sinaloa, porque están muy diversificados como para sentir un efecto”. En la misma tónica, Luis Astorga, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, asegura que mientras la droga no esté legalizada en todo el país, los cárteles mexicanos seguirán teniendo mercado en Estados Unidos. Sin embargo, admite que la mayor parte de su renta criminal ya no es por la cannabis, sino por otras drogas tales como la heroína, que inunda el mercado estadunidense. Se espera que las regulaciones para la mariguana recreativa en California y el resto de los estados que la aprobaron entren en vigor en 2018. En la mayoría de esos estados, los consumidores podrán comprar hasta 28 gramos en establecimientos autorizados. Cada estado determinará qué tipos de licencia otorgará a los negocios, ya sea para la siembra, el procesamiento de productos comestibles, la elaboración de concentrados y aceites, así como para venta al menudeo, o para brindar servicios a la industria. Sólo en California habrá 19 tipos de permiso y los impuestos que se apliquen a la producción y venta serán superiores a 20%. “Todo el planeta va a ir marchando de a poco hacia un cuadro de regulación del consumo y producción de drogas psicoactivas”, advierte Buscaglia. “Las experiencias de Uruguay y Portugal se van a ir multiplicando y en Estados Unidos –salvo en el caso de los estados más retrógradas– se va a ir avanzando hacia la legalización”. Y México, agrega el académico, tendrá también que avanzar en esa dirección para sacarle mercado a los grupos criminales. Para Javier Oliva Posada, experto en seguridad nacional de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la legalización en California y en el resto de los estados que la aprobaron podría ayudar a reabrir la discusión sobre el tema no sólo en México, sino en otros países productores, como Colombia. Pero lo más importante, dice, es que pondrá nuevamente al gobierno mexicano frente al rotundo fracaso de la guerra contra las drogas y ante la disyuntiva de continuarla de la misma manera. “El principal impacto será en la discusión de opciones que no sean la guerra”, dice Oliva. “Estoy seguro que este será un tema de discusión en las próximas campañas presidenciales y creo que las repercusiones de la legalización –en Estados Unidos– serán muy profundas en términos de políticas públicas”. Descarta que la llegada de Trump a la presidencia pueda modificar la tendencia hacia la legalización de la cannabis en Estados Unidos. “Tendrá que pensar mucho en actuar o no contra todos los estados que ya permiten su uso”, finaliza.

Comentarios