LA HABANA (proceso.com.mx).- Horas antes de que Barack Obama llegara a Cuba, el grupo hotelero Starwood –propietario de las marcas Meridien, Westin y Sheraton, entre otros– anunció que gestionará los hoteles Inglaterra y Quinta Avenida, ubicados en el centro de La Habana, y con ello se convertirá en el primer inversionista estadunidense en Cuba desde el triunfo de la revolución en 1959. El grupo espera luz verde del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para comprar un tercer hotel, el Santa Isabel. El bloqueo económico que los sucesivos gobiernos de Estados Unidos mantienen contra la isla desde 1962, obliga a las empresas de ese país a pedir permiso al ejecutivo federal antes de implantar filiales en Cuba. Durante cinco décadas, Washington apostó a que el embargo económico asfixiaría la economía de la isla, lo cual generaría descontento que, a su vez, llevaría al derrocamiento del gobierno castrista. Obama reconoció que esta estrategia fracasó, pues el gobierno sigue en pie y la economía se encuentra muy dañada. El 17 de diciembre de 2014, Obama y Raúl Castro, el presidente de Cuba, anunciaron la reanudación de la relación bilateral formal; y en julio pasado reabrieron sus respectivas embajadas. Desde enero de 2015, la administración de Obama adoptó cuatro paquetes de medidas que flexibilizan ciertos aspectos del bloqueo económico, algunas de las cuales permiten a ciertas empresas de Estados Unidos invertir en Cuba. Arne Sorenson, dueño de Marriott International –otro grupo hotelero–, forma parte de la comitiva que acompaña a Barack Obama en su visita oficial, la cual arrancó hoy y concluirá el próximo martes. El primer paso de Starwood debería abrir el camino a los grupos hoteleros rivales para invertir en el sector del turismo en Cuba. Uno de los objetivos implícitos de la visita del mandatario consiste en constituir nuevos lazos comerciales y de inversiones entre Cuba y Estados Unidos, para que el acercamiento diplomático se refuerce con vínculos económicos y se vuelva irreversible.