Cuba-EU: Una visita cordialmente tensa

martes, 29 de marzo de 2016 · 13:39
No hubo grandes avances en los temas sustantivos de política y economía –no se esperaba que los hubiera–, y aun así la visita de Barack Obama a Cuba fue histórica: fue la primera de un presidente estadunidense después del triunfo revolucionario cubano, y durante ella el habitante de la Casa Blanca le dio impulso y presencia a la disidencia isleña. Y la relación entre Raúl Castro y el mandatario estadunidense mostró algunos momentos tensos, que se hicieron evidentes, sobre todo, durante su conferencia de prensa conjunta del pasado lunes 21. LA HABANA (Proceso).- Barack Obama aterrizó en el aeropuerto internacional José Martí de esta capital a las 16:19 horas del pasado domingo 20; se preparaba para entrar a la historia como el primer presidente estadunidense en visitar Cuba desde 1928. A recibirlo no acudió el mandatario cubano, Raúl Castro, sino el canciller isleño, Bruno Rodríguez Parrilla. Tras un breve saludo a estos funcionarios, Obama subió a La Bestia, su vehículo blindado, y partió al hotel Meliá Habana, donde se reunió con el cuerpo diplomático estadunidense en la isla. Antes de ir a Cuba Obama dejó claro que su propósito era “encontrarse con el pueblo cubano” y no con su gobierno, del cual el presidente estadunidense tomó una distancia cautelosa en su visita de dos días y medio. Pese al ambiente cordial de los encuentros y a la satisfacción de ambos lados al terminar la visita, Obama y Castro expusieron las diferencias ideológicas y políticas que separan a sus gobiernos. Durante las primeras 19 horas de su visita, Obama recorrió las calles de La Habana Vieja con su esposa, sus hijas y su suegra; tuvo un encuentro en la catedral con el arzobispo Jaime Ortega; cenó en familia en el Paladar San Cristóbal y encabezó una ceremonia en el Memorial José Martí. No fue sino hasta las 10:55 horas del lunes 21 cuando Castro lo recibió en el Palacio de la Revolución; ambos presidentes se estrecharon las manos y alargaron el gesto varios segundos para marcar el nuevo paso en la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que los mandatarios anunciaron simultáneamente el 17 de diciembre de 2014. Este anuncio fue seguido por cuatro paquetes de medidas que adoptó la administración estadunidense para flexibilizar ciertos aspectos del bloqueo impuesto por Washington contra la isla desde 1962. Entre ellos, autorizó a los individuos a viajar a Cuba, abrió las puertas a la inversión en la isla y permitió a los cubanos ser empleados y tener una cuenta bancaria en Estados Unidos. Las medidas se destinan a estimular la incipiente iniciativa privada en Cuba –la cual creció de manera espectacular desde que el Partido Comunista Cubano “actualizó” su modelo económico, en abril de 2011– pero dejan intactas las restricciones a las empresas del Estado cubano. Esta aplicación selectiva de las medidas irrita al gobierno de Cuba. El pasado domingo 20, Rodrigo Malmierca, ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, deploró que “unas medidas tienen un cierto sesgo de promover determinados ámbitos”. [caption id="attachment_434203" align="alignnone" width="702"]Castro y Obama en el Palacio de la Revolución. Foto: AP / Ramón Espinosa Castro y Obama en el Palacio de la Revolución. Foto: AP / Ramón Espinosa[/caption] Puntos de quiebre Al salir de su reunión privada en el Palacio de la Revolución, Obama y Castro se presentaron ante la prensa y reiteraron su disposición de avanzar hacia la normalización de las relaciones. Castro habló de “convivencia civilizada”. Obama reconoció el fracaso de la política de Washington en aislar a Cuba desde hace cinco décadas e insistió en la necesidad de centrar la relación en temas de “interés mutuo”. Sin embargo, al cabo de poco tiempo surgieron los temas de desencuentro. Así, el presidente cubano recordó que el bloqueo permanece y es el principal obstáculo al desarrollo económico de Cuba y al bienestar de su pueblo; y si bien reconoció “la posición” de Obama contra el embargo, aseveró que existen “otras medidas” que el mandatario podría adoptar para eliminar “restricciones aún vigentes”. “Para avanzar hacia la normalización también será necesario que se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la base naval en Guantánamo”, sostuvo Castro, y añadió que “otras políticas debieran ser suprimidas”, entre ellas la pretensión de “que el pueblo cubano renuncie al destino que libre y soberanamente ha escogido”, en referencia a las políticas de “cambio de régimen” que ha impulsado Washington en las últimas cinco décadas. Antes, los periodistas habían recibido instrucciones para el desarrollo de la conferencia de prensa: el grupo de la Casa Blanca dirigiría dos preguntas a Obama y los cubanos se limitarían a una a Castro. Sin embargo, el periodista Jim Acosta –reportero de ascendencia cubana de la cadena CNN– rompió el protocolo: después de cuestionar a Obama sobre el futuro de la relación bilateral, giró hacia Castro y le preguntó si su gobierno tenía presos políticos. Mientras Obama hablaba de la importancia de los derechos humanos y de su preocupación respecto a las detenciones arbitrarias en la isla, Castro empezó a platicar en voz baja, sin prestar atención a las declaraciones del estadunidense, hasta que éste le dijo: “¡Discúlpeme!” “Quería saber si la pregunta se dirigía hacia mí o al presidente Obama. Usted habló de presos políticos”, dijo Castro, mirando al periodista. Luego abundó, molesto: “Dame la lista de los presos políticos para soltarlos. Dame una lista. ¿Qué presos políticos? Dame un nombre (…) si hay estos presos políticos, antes de la noche están libres”. Vino otra pregunta de la televisión cubana, y Obama dio la palabra a Andrea Mitchell, de la cadena NBC. Pidió al presidente estadunidense aclarar su postura respecto al bloqueo económico y, de nuevo, preguntó a Castro sobre su visión del futuro en Cuba. Obama intervino: “Tomen en cuenta que tengo profundos desacuerdos con los chinos respecto de los derechos humanos. Estaré en Vietnam este año, y tengo profundas disensiones con ellos también”. El mandatario cubano no respondió la pregunta; en su lugar, aseveró que “no se puede politizar el tema de los derechos humanos, no es correcto”. Abundó en el acceso universal a la salud y la educación en Cuba. El gobierno cubano denuncia con frecuencia el “doble estándar” que aplica el gobierno de Estados Unidos respecto a Cuba. Y le preguntó a la periodista: “¿Cuántos países del mundo cumplen con cada uno de los 61 derechos humanos? ¿Cuántos? ¿Lo sabe usted? Yo sí sé: ninguno. Cuba cumple 47 de ellos; habrán quienes cumplan más, otros que menos”. [caption id="attachment_434156" align="a[caption id="attachment_434156" align="alignnone" width="702"]Cubanos celebran la llegada de Barack Obama en La Habana. Foto: Enric Marti Cubanos celebran la llegada de Barack Obama en La Habana. Foto: Enric Marti[/caption] “Criticar su gobierno” El martes 22 Obama se dirigió al pueblo de Cuba desde el escenario principal del histórico Teatro Alicia Alonso. La televisión cubana transmitió en vivo las palabras del presidente de Estados Unidos. Obama insistió en los lazos profundos entre Cuba y Estados Unidos y en la necesidad de dejar atrás “las sombras del pasado”, lo que provocó reacciones entusiastas en la audiencia. “He venido aquí para enterrar el último remanente de la Guerra Fría en las Américas. He venido aquí para extender la mano de la amistad al pueblo cubano”, declaró. “No los puedo obligar a estar de acuerdo, pero tienen que saber lo que opino”, planteó el mandatario, después de retratar a la democracia estadunidense. El silencio se apoderó del teatro. “Creo que los ciudadanos deberían ser libres de expresarse sin miedo, de organizarse y de criticar su gobierno, y de protestar de manera pacífica; y que el estado de derecho no debería incluir las detenciones arbitrarias de las personas que ejercen sus derechos”, aseveró. En el recinto sólo aplaudieron los integrantes de la delegación estadunidense. “Y sí, creo que los ciudadanos deberían estar autorizados a elegir a sus gobernantes en elecciones libres y democráticas”, añadió. Pocas horas antes de que empezara la visita de Obama, las llamadas Damas de Blanco –familiares de presos o expresos políticos en Cuba– se manifestaron, como cada domingo. Salieron de la Iglesia de Santa Rita, caminaron por la Quinta Avenida, se sentaron en la calle y a los pocos minutos agentes de seguridad y policías aparecieron. Detuvieron a decenas, entre ellas a su líder, Berta Soler; las liberaron por la noche. Ben Rhodes, el asesor de Obama que fue uno de los principales interlocutores de Cuba durante las negociaciones extraoficiales que desembocaron en la normalización de las relaciones, lamentó que las detenciones arbitrarias sean una “práctica común” en Cuba, pero subrayó los “avances” en la materia, pues las autoridades suelen liberar a los detenidos poco tiempo después de su arresto. Obama se reunió en privado con una docena de líderes de la disidencia cubana, Soler incluida, y otros activistas el martes 22. Subrayó su “valentía extraordinaria” y aseguró que las limitaciones de derechos cívicos representan “un tema acerca del cual seguimos teniendo numerosas divergencias con el gobierno cubano”, afirmaron por separado los asistentes. Escasos resultados Obama llegó a Cuba con una comitiva de 40 congresistas –“la mayor delegación de (su) presidencia”–, tres secretarios –John Kerry, Thomas Vilsack y Penny Pritzker, de Estado, Agricultura y Comercio, respectivamente–, así como ejecutivos de empresas estadunidenses. Hasta la fecha, han sido escasos los resultados de la visita en materia diplomática o comercial. Obama anunció que acordó con Castro realizar el segundo foro bilateral sobre derechos humanos en La Habana, el próximo año –el primero fue en Washington en 2015–, aseguró que las autoridades agrícolas de ambos países se reunieron para ver “cómo acelerar la cooperación” en la materia, e informó que la comunidad cubano-estadunidense entregó 1 millón de dólares a un programa de intercambio estudiantil en el cual podrán participar jóvenes cubanos. Castro adelantó que los gobiernos negocian instrumentos de cooperación en materia de combate al narcotráfico, de seguridad comercial y a los viajeros así como respecto a temas de salud. La Habana tampoco fue escenario de importantes acuerdos comerciales. El anuncio más relevante se dio a conocer el sábado previo a la visita, cuando se confirmó que el Departamento del Tesoro dio luz verde al grupo hotelero Starwood para gestionar los hoteles Inglaterra y Quinta Avenida de La Habana. Con ello, el grupo se convirtió en la primera empresa estadunidense en invertir en Cuba desde 1959. Lo anterior no significa que la visita no desembocará en futuros negocios, pues los ejecutivos estadunidenses tuvieron encuentros con sus contrapartes cubanas para ubicar posibles campos de inversión. Al referirse a los representantes de las multinacionales, Obama señaló: “Estamos preparados para lograr más lazos comerciales, que creen empleos y oportunidades para los cubanos y los estadunidenses”. “Las empresas estadunidenses se acercan hacia nuevos acuerdos comerciales”, aseguró Obama frente a los empresarios cubanos, al aseverar que General Electric “venderá más productos aquí, desde el sector de la aviación hacia las nuevas tecnologías”, la empresa de telecomunicaciones Verizon “ayudará en instalar una línea directa de teléfono entre Cuba y Estados Unidos” o que la empresa de alta tecnología Stripe “apoyará a los cubanos para hacer negocios en internet”. [caption id="attachment_434470" align="alignnone" width="702"]Barack Obama se despide de Cuba. Foto: AP / Pablo Martinez Monsivais Barack Obama se despide de Cuba. Foto: AP / Pablo Martinez Monsivais[/caption] Visita paralela Durante la conferencia de prensa conjunta, Castro declaró que por falta de tiempo los presidentes no pudieron abordar un tema previsto en la agenda: la “situación de desestabilización que se intenta fomentar en Venezuela, lo cual es contraproducente en nuestro continente”. Si bien Washington retiró a Cuba de su lista de los países patrocinadores del terrorismo en mayo pasado, este año renovó el decreto que define a Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria contra la seguridad” de Estados Unidos. En reacción, Caracas retiró su representación diplomática de la capital estadunidense. La declaración solidaria de Castro hacia Venezuela durante la conferencia de prensa no era ajena a la corta “visita de trabajo” a Cuba que realizó Nicolás Maduro, presidente venezolano, apenas 48 horas antes de la llegada del estadunidense. El viernes 18 Castro recibió a Maduro en el Palacio de la Revolución y ambos mandatarios actualizaron el Convenio de Cooperación Cuba-Venezuela, el cual plantea los cimentos de la alianza estratégica entre los gobiernos castrista y chavista. A raíz de este convenio, que firmaron los expresidentes Fidel Castro y Hugo Chávez en octubre de 2000, la economía cubana se volvió dependiente de Venezuela, pues del gobierno bolivariano proviene 15% del producto interno bruto de la isla. Los acuerdos plantean, entre otros, el intercambio de médicos y profesores cubanos contra un abastecimiento de más de 100 mil barriles de petróleo venezolano diario. Desde las elecciones parlamentarias de diciembre pasado, las cuales consagraron el triunfo de la Mesa por la Unidad Democrática (MUD) –la coalición de partidos de oposición–, Maduro y del Partido Socialista Unido de Venezuela perdieron la mayoría en el Congreso y, con ello, el control sobre la situación interna del país. El pasado 27 de enero el MUD anunció que la Comisión de Energía y Petróleo “revisará” los convenios adoptados por el chavismo y “corregirá” los que “lesionen los intereses del país”. La noticia preocupó en Cuba, pues en términos económicos, la isla sale favorecida del convenio con Venezuela.

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