Vargas Llosa, luchador contra las dictaduras y el populismo: Rajoy

martes, 29 de marzo de 2016 · 16:00
MADRID (apro).- Al inaugurar el seminario Vargas Llosa: cultura, ideas y libertad, el presidente de España Mariano Rajoy sostuvo que el Premio Nobel de Literatura “siempre ha denunciado lo arbitrario y luchado contra dictaduras y populismos. En él se encarna el rechazo a la indiferencia”. En este evento con motivo del cumpleaños 80 del escritor Mario Vargas Llosa, la Fundación Internacional para la Libertad que él preside, reunió en la Casa de América, de la capital española, a los expresidentes españoles Felipe González y José María Aznar, al uruguayo Luis Alberto Lacalle, los colombianos Andrés Pastrana y Álvaro Uribe y el chileno Sebastián Piñeira. En su intervención, Rajoy señaló que Vargas Llosa “es un patrimonio común de la literatura universal de América Latina y de España. Es nuestro único Premio Nobel vivo y es un héroe de la libertad, que ha hecho a América Latina, a España y a la Hispanidad grandes en el mundo”. En opinión del mandatario en funciones, Mario Vargas Llosa “no ha vivido anestesiado en la lectura, sino azuzado por ella, no se ha contentado con leer el libro del mundo aceptándolo tal cual es, sino que ha querido transformarlo mediante la fuerza creadora de la palabra, a la que ha añadido el coraje de la acción política”. Abogó para que España y América Latina trabajen juntas por la libertad y la democracia. Consideró que en la última década América Latina se convirtió en una región “más próspera”, las clases medias han crecido y demandan políticas y servicios públicos “que los gobiernos latinoamericanos deben afrontar” para no generar insatisfacción en los ciudadanos. Dijo que en la región, como sucede en Europa, hay una “cierta desafección de la ciudadanía hacia la política y el sistema de partidos, y es labor nuestra reivindicar la labor del político y dignificar el ejercicio de la política. Lo contrario dará pábulo al populismo y a las soluciones extrademocráticas, cuyos males ya conocemos”. Advirtió que a América Latina aún la acechan las “amenazas del populismo, la inseguridad ciudadana, la desigualdad en las oportunidades y en las condiciones socioeconómicas”. AL “menos mal que en el pasado” En su intervención, el Nobel de Literatura destacó que América Latina y España “están menos mal que en el pasado”, si se compara como estaba hace 20 ó 30 años, al haberse superado la mayoría de los regímenes dictatoriales en América Latina. “Sé que hay muchas cosas que andan mal en el mundo, empezando por el terrorismo, que golpea a ciudadanos inocentes, que llena de sangre las ciudades de Europa, África y América Latina, sabemos que los problemas económicos son enormes, la desigualdad, las migraciones legales e ilegales, crean una situación de enorme preocupación y conflictos serios en el seno de la Unión Europea, de cómo encarar el problema, pero creo que cuando comparamos con estos días y hace 20 ó 30 años en Europa, América Latina, hay razones para el optimismo, el mundo está mejor, hay menos cosas malas que en el pasado”. Dijo que en América hay mucho menos dictaduras que en el pasado, “queda una anacrónica como es la de Cuba, que parece empieza a desmoronarse con estos acuerdos, las viejas convicciones de la revolución cubana no pueden sostenerse en pie, nadie puede pensar que el marxismo-leninismo es para sostener un país”. Aun así reconoció los retos de la corrupción, “que afecta a los países pobres y a los ricos”, que es una amenaza para las instituciones y porque “genera un mayor desencanto, la desmoralización de quienes habían creído en la democracia”, y nadie hasta ahora, señaló, “ha encontrado una fórmula que resuelva de raíz el problema de la corrupción”. También otro problema es el del narcotráfico, pero “mientras no se dé la legalización, no se resolverá”, aunque se requiere sobre esto un “debate civilizado, un debate intelectual, para encontrar la fórmula que sirva para encarar el problema que enfrentamos en la actualidad”. El expresidente José María Aznar señaló que la generación que rondaba los 20 años en 1989, cuando el Muro de Berlín fue derribado, llegó a la vida adulta creyendo que inauguraba un tiempo nuevo, de feliz despreocupación. El tiempo en el que los ideales de la democracia liberal habían alcanzado “la victoria final sobre los totalitarismos”. Y, por tanto, el tiempo en el que “ya no había batalla alguna que librar”. Sin embargo, con los atentados del 11 de septiembre (en Estados Unidos) produjeron un “choque emocional” profundo. Por eso lo que vino después, desde el extravío del proyecto europeo y la crisis económica, fue incomprensible para muchos. Recordó que muchos prefirieron “cerrar los ojos y buscar culpables de conveniencia”, antes que reconocer la realidad de “una amenaza cierta y brutal que había cambiado nuestro mundo, y de un sistema de libertad y de progreso mucho más frágil y vulnerable de lo que se pensaba”. Consideró que el 11-S se vivió como una “anomalía de la historia”, como algo que no debía haber pasado, incluso que no podía pasar. “Y comenzaron los errores de diagnóstico que aún persisten, buscando los porqués en lugar de entender el único para qué: para destruir la libertad, sin más razón que el fanatismo autoinducido”. Añadió Aznar: “Y vinieron también los síntomas del miedo a la libertad disfrazados de falso ecumenismo, luego de autocensura y, finalmente, de autoinculpación y de sumisión”. En su intervención, el expresidente de gobierno Felipe González denunció el “inmovilismo de la clase política” y planteó la necesidad de que haya un mayor “espíritu de reforma” que termina con la “crisis de gobernanza que sufre la democracia representativa”. “Hagamos las reformas que necesitamos, en España, en Europa y en América Latina”, dijo en la participación de cierre de la primera jornada del seminario organizado para festejar el 80 aniversario del natalicio de Vargas Llosa. Consideró que uno de los problemas que enfrenta el modelo de gobierno, es lo que él llama la “crisis del Estado-nación”, que tiene como principal anomalía que los ciudadanos que votan para elegir a sus representantes populares, no saben qué decisiones se toman en su nombre en el futuro. “Hay montones de decisiones vitales que no van a depender del ejercicio de la soberanía en el espacio público que llamamos Estado-nación”. Por ello, Felipe González consideró que los estados deberían ofrecer “previsibilidad”, eficiencia en el proceso de toma de decisiones y transparencia Repasó el caso de Venezuela y de Cuba, países en los que consideró que se registra una “destrucción institucional, de la economía y de la seguridad” y que se convirtieron en países donde “todo es oscuro, incierto e inaprensible”. Calificó al gobierno de Venezuela como una “tiranía” en la que pese al triunfo de la mayoría ciudadana en la Asamblea Nacional”, por disposición del gobierno la “relación de fuerzas sigue siendo muy desigual”.

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