Hacia el fin de las guerrillas

viernes, 8 de abril de 2016 · 12:19
BOGOTÁ (Proceso).- El anuncio del gobierno, el pasado 30 de marzo, de que iniciará un proceso formal de paz con el insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN) abre la puerta al fin de las guerrillas en Colombia y a la conclusión de un conflicto armado interno que tuvo su origen en un ideario de transformaciones políticas y sociales de naturaleza revolucionaria. Así lo exponen a Proceso estudiosos de la guerra interna colombiana, quienes consideran que, con el ELN en la mesa de negociaciones y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a punto de firmar un acuerdo de paz con el gobierno, el país tiene la posibilidad, por primera vez desde que se inició la guerra interna hace medio siglo, de incorporar a los grupos insurgentes activos a la vida política legal. Para el historiador de la Universidad Nacional, Carlos Medina Gallego, una paz completa en Colombia “sólo es posible con la participación del ELN en un proceso de paz y por eso es histórico el anuncio” del inicio de negociaciones con esa guerrilla. El experto en seguridad y conflicto armado sostiene que el gobierno parece haber entendido que el ELN es una organización rebelde diferente a las FARC “y esto es fundamental para avanzar en un proceso de paz exitoso”. El ELN y el gobierno anunciaron una agenda de negociación de seis puntos. Los tres primeros establecen que la sociedad participará en el proceso de paz, que se realizará un debate nacional sobre los problemas del país y que se adoptarán acuerdos con base en ese mecanismo de consulta. Los tres restantes son muy similares a los que incluía la agenda de los diálogos con las FARC: víctimas y justicia, fin del conflicto armado –desmovilización, cese bilateral del fuego e incorporación de los guerrilleros a la vida política– e implementación de los acuerdos. El exguerrillero del ELN y analista político León Valencia sostiene que la negociación con ese grupo insurgente será compleja por su estructura horizontal y cultura deliberativa. “No son una organización monolítica y vertical, como las FARC, sino que favorecen la consulta a sus bases sociales y a sus estructuras armadas. Y todas las decisiones las toman los miembros del Comando Central por consenso. Por eso su insistencia en incluir en la agenda de negociaciones un proceso de consulta a la sociedad”, señala. Valencia sostiene que lo más importante en la primera fase de negociaciones, la cual arrancará en Ecuador en una fecha aún por definir, es que las partes avancen en un acuerdo de cese bilateral del fuego y que el grupo armado cese todo tipo de ataques. “Esto es fundamental para crear un buen clima”, dice el exguerrillero. Considera que un factor que también puede ayudar en las negociaciones, que se realizarán en cinco países –Ecuador, Brasil, Venezuela, Cuba y Chile–, es la presencia del comandante Pablo Beltrán en la delegación del ELN, pues este jefe guerrillero es “una persona muy ponderada y muy partidaria de la paz”. Paz total Para Valencia, el principal significado político del inicio de negociaciones con el ELN es que “ahora sí se puede hablar de que Colombia puede alcanzar la paz total”. El nuevo proceso de paz se sumará al que han mantenido durante tres años y cuatro meses el gobierno colombiano y las FARC, el cual se encuentra en la recta final y se espera que concluya este año con la dejación de armas por parte de este grupo insurgente. Las FARC mantienen desde hace ocho meses un cese bilateral del fuego y el gobierno ha respondido a ese gesto con la suspensión de las acciones ofensivas contra esa guerrilla, con lo cual el ELN es, hasta ahora, la única guerrilla colombiana que persiste en su actividad militar. Las FARC y el ELN son las organizaciones rebeldes más antiguas del país y las únicas que se mantienen activas, luego de que en los ochenta se desmovilizaron el M-19, el Quintín Lame y el Ejército Popular de Liberación. Aunque el ELN es una guerrilla más pequeña que las FARC, de continuar alzada en armas Colombia no lograría una paz plena. Según estimaciones de organismos de seguridad del Estado, el ELN cuenta con unos mil 500 hombres en armas y otros 4 mil 500 en milicias y redes de apoyo urbanas. Está formado en unos 50 frentes y compañías que se agrupan en seis bloques de guerra. Su poder se concentra en el oriente del país, en la frontera con Venezuela; en el nororiente, y el sureño departamento de Nariño. Las FARC, según las mismas fuentes, tienen unos 6 mil 800 hombres en armas y alrededor de 10 mil milicianos que forman sus redes de apoyo e inteligencia. Y su presencia abarca casi la mitad del territorio colombiano. El ELN y el gobierno colombiano comenzaron una serie de encuentros exploratorios con miras a un proceso de paz en enero de 2014, con una reunión en Ecuador. Allí las partes comenzaron a construir una agenda de negociaciones. El presidente colombiano Juan Manuel Santos había condicionado el inicio de un proceso formal de paz con el ELN a la liberación de dos secuestrados en poder de esa guerrilla. En la última semana, ese grupo armado liberó al cabo del ejército Jesús Villar Ortiz, y al funcionario de la gobernación de Norte de Santander Ramón José Cabrales, lo que allanó el camino para que las partes anunciaran un proceso de paz, a pesar de que por este último cobró un rescate millonario. Santos, sin embargo, señaló que el ELN tiene en su poder a más secuestrados y que la primera fase de diálogos sólo se iniciará cuando todos estén en libertad. Según fuentes del gobierno, esto puede ocurrir este mes. El director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, Jorge Restrepo, señala que uno de los efectos positivos del inicio de un proceso de paz con el ELN es que este grupo guerrillero estaba asimilando la estructura de las FARC renuente a la firma de un acuerdo con el gobierno. “Este era uno de los riesgos del posconflicto, que el ELN acabara ocupando los territorios y las rentas criminales que dejarán las FARC”, afirma. El ELN, cuyo comandante en jefe es Nicolás Rodríguez Bautista, Gabino, fue fundado en 1965, sólo un año después que las FARC, por un grupo de jóvenes universitarios, algunos de ellos formados militarmente en Cuba, inspirados por las teorías políticas y de guerra de guerrillas del Che Guevara.

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