Alemania: Merkel paga costos electorales por la crisis de refugiados

miércoles, 21 de septiembre de 2016 · 09:04
BERLÍN (apro).- En sólo dos semanas, el electorado alemán pasó una costosa factura a su canciller Angela Merkel, con consecuencias aún no previstas para el futuro político del país: en las elecciones locales del domingo 18 en Berlín, y hace una semana en el estado federal de Mecklemburgo Pomerania, su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), obtuvo los peores resultados de su historia. No sólo eso. Con el voto de castigo de los electores, el partido de derecha-populista Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) avanza a pasos agigantados apoderándose de más espacios legislativos en el país. Y es que el resultado de las elecciones regionales en Berlín y Mecklemburgo Pomerania, uno de los lands alemanes menos poblados y políticamente irrelevante, sería de interés sólo para sus habitantes, de no ser porque el AfD ha logrado incrustarse ya en diez parlamentos regionales, incluido el de la capital y en al menos dos estados, Sajonia Anhalt y Mecklemburgo Pomerania, es ya la segunda fuerza política. El ascenso vertiginoso del derechista, antieuropeo y antiinmigrante AfD, al que hasta hace un año no se le veía mayor futuro, está ligado al descontento de una parte de la población alemana que no ve con buenos ojos la forma en como Merkel y su gobierno han gestionado la crisis de refugiados. Hace poco más de un año, cuando el flujo de migrantes que huían de la guerra y pobreza en Medio Oriente y África alcanzó proporciones nunca antes vistas, la canciller alemana declaró una política de apoyo y puertas abiertas para los refugiados que huían de la guerra y la persecución. Durante el año 2015 más de un millón de personas buscaron refugio y protección en Alemania. Tal cantidad de personas desbordó la capacidad de acogida de las distintas comunas y ciudades a las que fueron canalizadas y las diversas administraciones quedaron rebasadas para brindar hospedaje y atención eficiente a los solicitantes de asilo. Así, el mal manejo de la crisis de refugiados sirvió como caldo de cultivo para que movimientos xenófobos y de ultraderecha, como Pegida y el propio AfD, surgieran en diversas partes del país y capitalizaran la crisis a su favor. La ignorancia y temor de una parte de la población alemana que cree amenazado su estado de bienestar ante la presencia de más de un millón de refugiados, así como el disgusto real de otra parte que considera ineficaz e inexistente la política pública del gobierno ante tal contingencia, ha cobrado factura a Merkel, a su partido y también a sus socios en el gobierno, los socialdemócratas. Pero hay aún otros factores, incómodos pero reales, que han hecho subir los bonos de un partido anti inmigrante y xenófobo como el AfD entre parte de la población alemana: la vinculación entre los refugiados y el radicalismo islámico y los sucesos de la Noche Vieja en la ciudad de Colonia. Este último caso se refiere a la noche del 31 de diciembre de 2015, cuando durante los festejos callejeros del Año Nuevo cientos de mujeres fueron atracadas y atacadas sexualmente por decenas de hombres de origen extranjero, algunos de los cuales eran refugiados. Por otra parte, en cuando menos dos eventos con corte terrorista, sus protagonistas han sido “refugiados” que ingresaron al país durante la oleada de puertas abiertas. El pasado 18 de julio un joven refugiado afgano, quien incluso vivía en el seno de una familia de acogida, atacó a hachazos en un tren regional en Würzburg a una familia y luego en la calle a una mujer. Esa misma semana, un solicitante de asilo de origen sirio detonó una bomba en un bar de la ciudad bávara de Ansbach, matando a 15 personas. Pronto, sus enemigos políticos culparon a Merkel y su política de tales sucesos. El tradicional espectro político alemán, con dos fuerzas políticas principales representadas por la Unión (el CDU de Merkel y sus socios bávaros de la CSU) y el Partido Social Demócrata, ha dejado de existir en las recientes elecciones regionales. Ambos partidos, junto con los Verdes que representan la tercera fuerza política, han sufrido sendos descalabros electorales. Los ganadores en este tablero: los derechistas del AfD. Pero los pésimos resultados electorales para Merkel y su partido y sus consecuencias son más complejos de lo que parece. Los poderosos socios bávaros de la canciller alemana, comandados por Horst Seehofer, no comparten su política migratoria y los recientes resultados electorales les dan armas para presionar a Merkel en un viraje de su política. La Unión, han advertido, estaría en riesgo. Ello no representaría buenas noticias para la mujer más poderosa de Europa, quien aunque no lo ha expresado aún, podría aspirar a un cuarto periodo como canciller. Las próximas elecciones federales serán en el 2017. Por lo pronto, y ante la peor votación alcanzada en Berlín en la historia del partido desde su fundación, Merkel tuvo que reconocer públicamente “errores” en la gestión de la crisis de refugiados, al tiempo que aseguró que nunca más volverá a repetirse una situación similar a la del año pasado. Aún está por ver si la canciller tan querida y apreciada hasta hace un par de años por sus ciudadanos podrá recuperar la confianza de sus electores de cara a la elección federal del 2017. Lo que sí es una certeza es la polémica y para muchos peligrosa presencia de un partido como el AfD en la mayoría de los parlamentos regionales alemanes.

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