Abuelas de Plaza de Mayo recuperan al nieto 122 de la dictadura argentina

lunes, 24 de abril de 2017 · 19:57
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Las Abuelas de Plaza de Mayo confirmaron la recuperación del nieto 122 que fue robado por los represores durante la última dictadura militar de Argentina (1976-1983). El organismo de derechos humanos anticipó que este nuevo nieto que por fin conoce su verdadera identidad es hijo de Iris Nélida García Soler y Enrique Bustamante, quienes formaron parte de la guerrilla Montoneros. Nélida García estaba embarazada de tres meses cuando en 1977 fue secuestrada por los militares que la mantuvieron cautiva en un centro clandestino de detención. Luego, cuando llegó el momento de parir, los represores la trasladaron a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), que fue la cárcel ilegal más grande de Buenos Aires y en donde funcionaba una maternidad clandestina. Ahí nació un varón que fue entregado en una adopción ilegal y que hoy, 40 años más tarde y gracias a exámenes de ADN, sabe quién es su verdadera familia. García Soler y Bustamante forman parte de los 30 mil desaparecidos que dejó la dictadura, ya que ninguno de los cientos de represores condenados por delitos de lesa humanidad ha confesado qué hicieron con las víctimas. La larga pelea de las Abuelas, que son un ícono de los derechos humanos a escala internacional, comenzó hace cuatro décadas, cuando varias mujeres se organizaron para buscar a sus nietos nacidos en las cárceles clandestinas. En las charlas que mantenían en comisarías y despachos de funcionarios, estas mujeres descubrieron que compartían la historia de hijas que habían sido capturadas pese a estar embarazadas, o que habían parido durante su secuestro. Las jóvenes insurgentes eran asesinadas después de parir y sus hijos adoptados de manera ilegal por los propios represores o entregados a otras familias que desconocían su procedencia. Los represores justificaron los robos de alrededor de 500 bebés con el argumento de que si los devolvían a sus verdaderas familias se convertirían en revolucionarios o “enemigos del régimen”, como consideraban a sus padres.

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