Argentina: el regreso de la 'bicicleta financiera”

Buenos Aires (apro).-- En inglés se lo conoce como carry trade. En Argentina lleva el nombre de “bicicleta financiera”. Se trata de una operación especulativa que consiste en tomar dinero prestado en un país, a una baja tasa de interés, e invertirlo en otro que ofrezca una tasa más elevada y una cotización del dólar estable. Argentina es actualmente el segundo país en el mundo –después de Brasil– al que ingresan capitales especulativos debido al alto rendimiento de este tipo de operación. En los primeros tres meses de 2017, por ejemplo, los capitales internacionales, bancos y empresas que apostaron por la “bicicleta financiera” ganaron cerca de 10% en dólares. El instrumento más codiciado por los financistas son las Letras del Banco Central (Lebac). Estos papeles de deuda sirven para regular la liquidez en la economía y se renuevan cada 35 días. Su tasa de interés alcanza hoy 26.80% anual. El gobierno defiende la política monetaria de absorber dinero circulante para bajar la inflación. La altísima tasa que paga la Lebac impulsa la inversión financiera en pesos y desalienta la compra de dólares. La cotización de la divisa norteamericana, estable desde febrero de 2016, se ha desacoplado de la tasa de inflación, que en 2016 superó el 40%. En un mercado financiero desregulado, grandes inversores, bancos y empresas cambian dólar por Lebac y luego vuelven al dólar con una renta extraordinaria. “Es un mecanismo especulativo muy tentador para cualquiera que quiera hacerse de ganancias rápidas”, dice a apro Julio Gambina, profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. “Están entrando muchos dólares a la Argentina, se los coloca en pesos, que a su vez se invierten en estos activos financieros a 35 días, a 180 días, a un año, se vuelve a cambiar ese dinero en dólares, que son más que los que se invirtieron”, explica. La dinámica de la bicicleta financiera alarma incluso a los aliados del gobierno. El pasado 10 de abril, el diario La Nación criticó el regreso de esta dinámica, que brinda la posibilidad de “lograr amplias ganancias en plazos cortos casi sin tomar riesgos y sin realizar aportes productivos”. Efecto recesivo Las operaciones de carry trade mueven unos dos billones de dólares en los mercados de países atrasados. El nivel de atractivo que cada país ofrece a los financistas se conoce como spread. Surge de la diferencia entre el rendimiento anual que ofrecen la letra del Banco Central y el dólar que se pacta en el mercado de futuros. Argentina ocupa el segundo puesto en todo el mundo, detrás de Brasil, seguidos de lejos por Ucrania, un país envuelto en un conflicto bélico. Un efecto de la “bicicleta financiera” es que agudiza la recesión económica. El consumo interno, que en Argentina representa 71% del PIB, mantiene su caída desde que Mauricio Macri llegó a la Presidencia en diciembre de 2015. La inflación en dólares desalienta las inversiones productivas y hace perder competitividad a la industria. De acuerdo con el último Índice de Competitividad Global, Argentina ocupa el puesto 104 entre 138 países. Aquí los dos países latinoamericanos mejor ubicados son Chile (33) y México (51). “La enorme rentabilidad de la inversión financiera es un elemento más para que la inversión productiva no se recupere”, dice a apro el economista y exdiputado Claudio Lozano. “La empresa que tiene excedentes, en lugar de colocarlos para ampliar la capacidad productiva, si puede obtener rentas más importantes en el ámbito financiero, sin correr riesgo alguno, obviamente lo hace”, explica. A su juicio, el incremento en la inversión financiera explica la caída de 3% que tuvo en 2016 la inversión productiva. Los bancos prefieren invertir en letras que otorgar créditos para la producción. Dos sectores emblemáticos de la industria, como el automotriz y el alimenticio, se encuentran en franco declive, con una conflictividad laboral creciente. “El negocio especulativo ha vuelto con mucha fuerza y obviamente eso disminuye la recuperación de la economía”, dice Julio Gambina. “La política del gobierno es complicada, porque quiere que lleguen inversiones, pero los fondos que llegan son especulativos, porque lo que ofrece la Argentina es alta rentabilidad en dólares”, detalla. La “bicicleta financiera” tiene en Argentina muchos kilómetros recorridos. El fenómeno, con diferentes matices, caracterizó la política económica de la última dictadura y la de la década neoliberal de los noventa. Con Mauricio Macri ha recobrado un fuerte impulso. El gobierno se fija como prioridad el combate contra la inflación, que había oscilado entre 25% y 28% en los últimos años del kirchnerismo. La devaluación del peso en diciembre de 2015 y los aumentos siderales de las tarifas públicas, inflamaron el proceso inflacionario, que en 2016 llegó a 40.6 %. Mientras que diferentes consultoras estiman que 2017 cerrará con una inflación en torno a 25%, el gobierno se ha fijado como tope máximo un improbable 17%. “La estrategia antiinflacionaria del gobierno se funda en la idea de que el problema principal que impulsa la inflación son los costos laborales”, explica Claudio Lozano. “Se induce, vía tasa de interés, una recesión en el mercado para debilitar la capacidad de negociación salarial de los trabajadores. El objetivo es reducir el costo laboral como modo de disciplinar la evolución de los precios”, sostiene. El uso de las altas tasas para anclar el dólar es aprovechado por los financistas. Para el Banco Central, sin embargo, sólo en 2016 implicó un saldo negativo de $175 mil millones (unos 12 mil millones de dólares). “El Banco Central paga todas las semanas esas tasas de interés, el costo financiero es muy elevado y se descarga al conjunto de la sociedad. De alguna manera, es un déficit cuasifiscal”, explica Julio Gambina. Peligros La deuda externa argentina asciende a unos 250 mil millones de dólares. Esto representa un 50% del PIB, un porcentaje que se considera bajo para los estándares de la región. El kirchnerismo canceló en 12 años unos 173 mil millones de dólares en vencimientos de capital e intereses de deuda. El gobierno actual se ha endeudado en unos 50 mil millones de dólares en sólo un año y medio. La profusa emisión de deuda se extiende a las provincias y las empresas. El ingreso de dólares provenientes de la aministía fiscal, la cosecha de soya y los fondos especulativos, ancla la cotización de la divisa entre los 15 y los 16 pesos. Argentina experimenta así un período de apreciación de la moneda y financiamiento del déficit a través de la deuda. La apreciación del peso no proviene, sin embargo, de una mejora estructural de la economía. También aquí algunos aliados del gobierno advierten que el esquema de cambiar financiamiento monetario por deuda sólo es consistente en el largo plazo si se reduce nítidamente el desequilibrio fiscal. “Las reservas en dólares del banco Central crecen tanto por endeudamiento como por el ingreso de capitales especulativos”, explica Claudio Lozano. “Pero no son reservas genuinas, fruto de una mejor performance del comercio exterior de la Argentina. Cuando el porcentaje de endeudamiento llegue más alto, seguramente algunos acreedores van a empezar a decir que Argentina no tiene capacidad de repago”. El economista grafica a continuación una encrucijada harto conocida: “Para que los capitales no se retiren, se sube todavía más la tasa de interés, lo que hace aún más recesiva la política económica –dice–. O tengo que permitir que se vayan los capitales, y esto provoca una devaluación de la moneda, que siempre impacta en los precios. O sea que es una trampa que nunca acaba”. Argentina ya ha vivido momentos en los que la “bicicleta financiera” agravó una crisis cambiaria. Fondos especulativos que se retiran de manera precipitada, para asegurarse el cobro, cuando perciben un peligroso aumento de la deuda o del déficit en cuenta corriente. “La Argentina está ‘resolviendo’ su crisis económica con deuda”, señala Julio Gambina. “Mientras el dinero llegue, la población no lo nota. En general, el ciudadano se da cuenta de esto sólo cuando hay una cesación de pagos”, agrega. El gobierno espera que los dólares que ingresan impacten positivamente en la situación económica. “Esto le permitiría consolidarse, pero a un costo muy elevado –dice Gambina–. Porque la deuda algún día se paga, o no se paga, y la termina pagando la sociedad cuando se presenta una situación de crisis financiera”.

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