Un repudiado Michel Temer se aferra a la Presidencia

domingo, 11 de junio de 2017 · 09:52
En un mensaje a la nación, Michel Temer aseguró que no renunciará. Su postura desató movilizaciones masivas en casi todas las ciudades de Brasil para exigir precisamente eso: la salida del poder del presidente brasileño, quien está en el centro de un escándalo de corrupción detonado por O Globo. El periódico reveló grabaciones en las cuales el mandatario aprueba el pago de sobornos a un antiguo aliado –ahora preso– para “mantenerlo mudo”. RÍO DE JANEIRO (Proceso).- “Si lo empujamos, Temer cae”, es la nueva consigna que se grita en las manifestaciones en Brasil para exigir la renuncia de Michel Temer (del centroderechista PMDB) a la Presidencia, cargo que detenta desde mayo de 2016, a raíz de la controvertida destitución de Dilma Rousseff. Brasil revive su crisis política, pero esta vez la izquierda es la que está en la calle. Aunque los brasileños intentan empujarlo hacia la salida, Temer se niega a renunciar, pese a su implicación en un nuevo escándalo de corrupción. El pasado 18 de mayo el diario O Globo, que apoyaba al presidente, publicó una grabación de audio en la que Temer aprueba el pago de sobornos a su antiguo aliado, Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara de Diputados y quien impulsó el proceso de destitución de Rousseff. En dicha grabación Temer conversa con Joesley Batista, propietario de la firma JBS, la mayor empresa mundial de cárnicos. En la conversación, Batista informa al presidente que Cunha –quien cumple una condena de 15 años– sigue recibiendo sobornos. Es para “mantenerlo mudo”, le dice Batista a Temer, en referencia a que los sobornos sirven para que Cunha no colabo­re con la justicia. “Tiene que seguir así”, aprueba el presidente. Batista tenía una grabadora portátil escondida en el saco de su traje, la cual no fue descubierta en la entrada del Palacio de Jaburu, la residencia de Temer. El encuentro se llevó a cabo el 7 de marzo a las 23:00 horas y fuera de la agenda oficial. Temer no desconfió de Batista ni imaginó que en ese momento el empresario ya estaba colaborando con la justicia a cambio de una reducción de su condena. Una maleta con dinero A diferencia de los líderes de la empresa Odebrecht, que comenzaron a hacer “delaciones recompensadas” cuando ya estaban en la cárcel, las de los ejecutivos de JBS se hicieron en total secreto. Es justamente con el objetivo de aportar pruebas sobre malversaciones que Batista grabó al presidente. En la misma conversación, el empresario le dice a Temer en varias ocasiones que está sobornando a jueces y procuradores para mantenerlo informado de los avances de la investigación contra la corrupción. En todos los casos, el presidente aprueba la conducta delictiva en lugar de denunciarla. Más adelante Batista le pregunta a Temer con quién podría resolver un problema que tiene su empresa. Temer dice que con Rodrigo Rocha Loures, diputado de su partido, el PMDB, y hombre de toda su confianza. Se entiende que el pedido de Batista no es para un negocio legal, sino uno que implica la influencia política del diputado, respaldado por el presidente. En efecto, se trata de un “favor” para evadir la ley: en este caso, una decisión de la institución que regula en Brasil la competencia entre empresas. Varios días después Batista se encuentra con el diputado, a quien le promete 5% del contrato a cambio de su “intromisión” en el tema. El acuerdo consistía en que Rocha debía lograr que JBS comprara gas más barato a Petrobras, la empresa estatal que monopoliza el suministro de este producto. Ese mismo 18 de mayo los brasileños no sólo conocieron el audio de Temer, también pudieron observar imágenes en las que Rocha Loures recibe de un exejecutivo de JBS una maleta con dinero en una pizzería de Sao Paulo. En la maleta hay 150 mil dólares y un chip que rastrea el dinero. Afuera de la pizzería, los agentes de la Policía Federal fotografían la escena, publicada por el sitio web de O Globo. “Después de eso, es evidente que el gobierno de Michel Temer está terminado. Es cuestión de tempo. Además, su defensa fue realmente lamentable”, considera Mauricio Santoro, politólogo a la Universidad del Estado de Río de Janeiro. El presidente hizo una alocución de 10 minutos a la nación para explicar el hecho. Llamó a su acusador “criminal” y “mentiroso”. Aseguró que lo había encontrado sólo para tratar el escándalo denominado “carne débil”, otra operación de la Policía Federal para detener a una decena de inspectores sanitarios del Ministerio de Agricultura que cerraban los ojos frente a una carne caduca a cambio de dinero. JBS está implicado también en este escándalo. Pero Temer se confundió completamente de fechas. La grabación de Batista en el palacio presidencial fue el 7 de marzo y la operación contra la carne caduca tuvo lugar 10 días después, el 17 de marzo. “Elecciones directas, ¡ahora!” La alocución del presidente, que terminó con un fuerte “no renunciaré”, no convenció a nadie y la población salió a la calle espontáneamente el pasado 18 de mayo pidiendo su renuncia inmediata. “No queremos solamente la renuncia de Temer, queremos también nuevas elecciones. Sería inaceptable que fuera este Congreso, corrupto y conservador, el que elija a nuestro próximo jefe de Estado”, comentó una profesora de Río de Janeiro durante la jornada de protestas. Según la Constitución, el nuevo presidente surgiría de una elección indirecta, en el Congreso. La exigencia de direitas ja! (elecciones directas, ¡ahora!) es un eslogan bien conocido en Brasil, que había sido creado para pedir el final de la dictadura y la organización de elecciones en 1983. Desde la publicación en O Globo, la calle fue de nuevo el escenario de las movilizaciones en casi todas las grandes ciudades del país. La represión policiaca alcanzó su nivel más alto en Brasilia el 25 de mayo: 50 heridos y siete edificios gubernamentales dañados. Un herido de bala sigue grave. En varios videos se ve la policía disparando directamente contra la multitud. Al final de la tarde del 25 de mayo, Temer decretó el envío de las fuerzas militares durante una semana, “frente a la incapacidad de la policía de defender a Brasilia”, según un comunicado. La imagen de los soldados “protegiendo” las instituciones públicas causó estupor en un país que vivió 30 años de régimen militar. Ante el rechazo popular, los militares permanecieron sólo una noche lejos de sus cuarteles. Dos semanas después del inicio del escándalo, Temer se mantiene inamovible y la salida a la crisis no parece clara. La Procuraduría General de la República (PGR) inició una investigación contra él por acusaciones muy graves: corrupción, asociación criminal y obstrucción de la justicia. Según la más reciente encuesta, la popularidad de Temer cayó a menos de 5%. Varios diputados y organizaciones interpusieron pedidos de desafuero en su contra, pero el proceso es largo y necesita el apoyo del presidente de la Cámara de Dipu­tados para darle entrada. Especialistas han señalado otra posible salida a la crisis. Es, dicen, mucho más rápida y tiene de nuevo que ver con la justicia. A partir del próximo martes 6, el Tribunal Superior Electoral va a juzgar las supuestas irregularidades en el financiamiento de las elecciones presidenciales de 2014, cuando ganó la fórmula Rousseff-Temer como candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia. La denuncia la presentó Aécio Neves, candidato del derechista Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Si la situación política no mejora, los jueces podrían invalidar la elección, obligando al presidente a dejar sus funciones. Pero eso no cambiaría la cuestión de los comicios directos. “Sería necesaria una reforma a la Constitución para organizar nuevas elecciones. Es posible obtenerla, pero eso requerirá una fuerte presión popular para lograr un acuerdo entre partidos. Hasta ahora todo indica que el PSDB quiere la aprobación de las reformas sobre salud pública y trabajo antes de abandonar a Temer”, añade Santoro. De nuevo, es en la calle donde se juega el futuro de Brasil. Las reformas liberales que quiere implantar Temer tienen un gran rechazo popular y han llevado también a grandes movilizaciones y a una huelga general a finales de abril. Pero en la calle, la derecha está completamente ausente después de haber marchado contra la corrupción y sobre todo contra la presidencia del Partido de los Trabajadores. Aunque los movimientos que hicieron caer a Rousseff claman que son “ciudadanos” y sin “afiliación política”, el escándalo JBS demuestra lo contrario. Esta vez no salieron a manifestarse, como lo hicieron hace un año, ni a pedir la renuncia de un presidente con acusaciones graves de corrupción.­ Contra Rousseff no las había. La presidente fue destituida por haber usado, como todos los mandatarios que la precedieron, un mecanismo que viola la ley del presupuesto. La explicación de la ausencia de los “movimientos ciudadanos” es bastante evidente: Batista no sólo delató a Temer. En total, los ejecutivos de JBS reconocieron haber pagado sobornos a mil 829 candidatos de 28 partidos. Pero dentro de todos ellos hay un “pez grande” que Batista entregó con pruebas similares a las del caso de Temer: audio, imágenes, chip rastreador del dinero, etcétera. Se trata del senador Aécio Neves, opositor a Rousseff en las pasadas elecciones presidenciales. Batista grabó a Neves cuando éste le pidió 2 millones de reales (620 mil dólares) para financiar los gastos de su defensa, pues otros empresarios señalaron en sus delaciones que el senador presuntamente intentó sobornarlos.­ Neves pidió a Batista que el dinero debía entregarlo a su primo, Federico Pacheco de Medeiros, quien fue director de la Compañía Energética de Mina Gerais y coordinador de su campaña en 2014. Pero lo que indignó particularmente a la población y puso fin a la carrera política de Neves, quien aspiraba a ser el próximo presidente de Brasil, fue el resto de la conversación grabada por Batista. Con total cinismo, el empresario le pregunta a su “amigo” senador si no hay un riesgo de que su primo, Pacheco de Medeiros, colabo­re con la justicia. A eso, el respetable senador responde: “No se preocupe. Tiene que ser una persona que podamos matar antes. Será mi primo”. El primo se encuentra hoy en la cárcel. La policía lo siguió mientras viajaba con maletas de dinero. Multa histórica Hasta ahora, la multa récord de la operación anticorrupción Lava Jato la tenía el Grupo Odebrecht: 6 mil 300 millones de reales (mil 950 millones de dólares). Esa multa se dividía entre Estados Unidos, Brasil y Suiza, los tres países en los que Odebrecht reconoció, hasta ahora, haber delinquido. Pero los procuradores brasileños pidieron al holding J&F –que controla al grupo JBS– muchísimo más. Al inicio, la PGR brasileña quería recibir 33 mil 600 millones de reales (casi 10 mil 410 millones de dólares). J&F argumentó que debía pagar una multa similar a la de Odebrecht. El pasado 31 de mayo lograron un acuerdo: la empresa pagará 10 mil 300 millones de reales (3 mil 150 millones de dólares) en 25 años, con valores que serán corregidos por la inflación. Todo el dinero se quedará en Brasil y los principales beneficiaros serán los bancos públicos brasileños que durante años han financiado generosamente los negocios del holding. La cifra parece enorme. La PGR la presentó como la multa más alta a nivel mundial. Pero los 10 mil 300 millones de reales representan solamente 5% de la facturación del holding durante 2016, año en el que ganó 183 mil 200 millones de reales (56 mil 700 millones de dólares). Según la legislación brasileña el porcentaje de la multa puede variar de 0.1% a 20% del total de lo facturado por la empresa, dependiendo de la gravedad de los delitos. Rocha Loures se vio obligado a entregar a la Policía Federal todo el dinero que había recogido en una maleta… Bueno, casi todo. En la primera entrega de 500 mil reales, después de contar y recontar, los policías se dieron cuenta que faltaban 35 mil reales. El abogado del diputado tuvo que regresar para entregar ese monto. Este reportaje se publicó en la edición 2118 e la revista Proceso del 4 de junio de 2017.

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