Mujeres refugiadas: Violencia y abandono oficial
LONDRES, Reino Unido.- “Nos sentimos totalmente olvidadas. Algunas de nosotras llevamos dos años en el campo y nada ha cambiado [...]. Apenas puedo comunicar mis problemas porque nadie habla nuestra lengua”.
Así explica la situación que padece desde 2016 una mujer yazidí procedente de Irak y residente en el campo de Skaramagas, situado cerca de Atenas.
Para otra mujer refugiada, que se encuentra actualmente en el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, la situación de los refugiados allí “es cada día peor”
“El campo está totalmente abarrotado. La situación es totalmente inhumana”, agregó la refugiada. En el campo de Moria, en la isla de Lesbos, la población de refugiados se multiplicó por 2.5, de su capacidad inicial de 3 mil 100 personas.
Bahar, una mujer refugiada procedente de Afganistán, describió el terrible viaje que hizo junto a sus tres hijos pequeños de Turquía a Grecia en marzo de 2018.
“No teníamos otra opción. O nos quedábamos atrás en medio de ningún lugar a merced de traficantes criminales que nos harían cualquier cosa, o nos apretábamos en una patera a pesar de los riesgos”, afirmó la mujer.
En la Grecia continental hay actualmente al menos unas 45 mil 500 personas refugiadas y migrantes viviendo en alojamientos temporales en zonas urbanas o en campos de refugiados, en su mayoría sitios sin servicios básicos o totalmente inadecuados para los recién llegados.
Las condiciones en dichos campos del territorio continental siguen siendo deficientes, y este año la falta de alojamiento ha obligado a reabrir tres campos que habían sido cerrados por considerarse inhabitables, sin ninguna mejora sustancial de las condiciones edilicias o de infraestructura.
Un amplio informe del grupo Amnistía Internacional (AI), titulado “Quiero decidir mi futuro: Las denuncias de mujeres desarraigadas en Grecia”, concluyó que miles de mujeres que huyen de guerras y conflictos se están uniendo ahora “para luchar contra los horrendos abusos, incluida la violencia sexual, y para reclamar una vida mejor en Europa”.
El documento de 44 páginas reveló en detalle las arriesgadas travesías que hacen miles de mujeres y niñas, y las terribles condiciones y peligros a los que han de enfrentarse cuando por fin llegan a las islas o al territorio continental de Grecia, la puerta de entrada a Europa.
Dicho informe de la ONG británica, también puso de relieve la tremenda resiliencia y la fuerza que estas mujeres han demostrado para superar la adversidad, al reclamar por sus derechos y necesidades básicas.
Los investigadores y voluntarios de AI entrevistaron a más de 100 mujeres y niñas que viven en campos de refugiados y otros alojamientos en Atenas y sus alrededores y en las islas griegas desde marzo de 2017, dejando en evidencia flagrantes violaciones de derechos humanos a que son sometidas las féminas.
Fátima, una refugiada afgana de 27 años, contó a AI cómo fue su viaje a Grecia en febrero de 2018 junto a sus dos hermanas menores, expresando una profunda frustración por la falta de respuesta de las autoridades.
“Cuando los gobiernos europeos le cierran la puerta a los refugiados, nosotras las mujeres quedamos más expuestas a los abusos de traficantes. Y no podemos pedirle ayuda a la policía o a nadie porque somos ‘ilegales’. Los traficantes de personas se aprovechan mucho de esa situación”, contó la mujer.
El informe publicado el pasado 5 de octubre dio cuenta de miles de mujeres que viajan a Europa escapando conflictos bélicos o persecuciones, y terminan corriendo riesgos de acoso físico, verbal y sexual por parte de traficantes de personas.
Destacó que la negativa de los gobiernos europeos a abrir alternativas seguras y legales a los peligrosos viajes a través del Mar Egeo están poniendo a mujeres y niñas en un peligro cada vez de mayor violencia, incluida la violencia sexual y el tráfico humano.
Además, explicó que las mujeres y niñas representan una proporción cada vez mayor de aquellos refugiados que llegan a Grecia pidiendo refugio. Mientras que en 2015 la mayoría de las personas que llegaron al territorio griego procedentes de Turquía eran varones, desde 2016 más y más mujeres- en su mayoría procedentes de Siria, Irak y Afganistán- arriesgan cada semana sus vidas y las de sus hijos pequeños para conseguir obtener protección internacional en Europa.
La investigación indicó que incluso cuando llegan a las costas europeas, el suplicio de las mujeres refugiadas no acaba, y en muchos casos se prolonga por meses.
“La mayoría de las personas refugiadas y migrantes que llegan a Grecia son ahora mujeres, niñas y niños: constituyen algo más del 60 por ciento de las personas que han llegado este año. Pero debido al acuerdo sobre migración alcanzado entre la Unión Europea (UE) y Turquía en marzo de 2016, las personas que llegan a las islas griegas se encuentran atrapadas en terribles condiciones en precarios campos de refugiados patrocinados por la UE”, denunció el informe.
También explicó que el hacinamiento ha alcanzado un punto crítico, con casi 15 mil 500 personas viviendo en cinco campos de refugiados en las islas que fueron diseñados para albergar a unas 6 mil 400 personas.
En un gráfico detallado sobre esa situación, Amnistía explicó que por ejemplo en el campo de refugiados de Lesbos, con una capacidad para 3 mil 100 personas, hay actualmente unas 8 mil 675. En el campo de Chios, la capacidad máxima es de mil 14 personas, aunque su población actual es de 2 mil 266. En Samos, el máximo de población es de 648, pero actualmente hay unos 3 mil 809 refugiados, mientras que una situación similar ocurre en el campo de refugiados de la isla de Kos, que cuenta con una capacidad de 816 personas, aunque en la actualidad hay al menos mil 248 refugiados.
El informe explicó que desde el 5 de septiembre pasado, más de 19 mil 500 personas están varadas en esas islas griegas. Del total de los refugiados que llegaron en los últimos años, un 34% son mujeres, y un 12% niñas menores de 18 años. El restante 66% de los refugiados son varones, de los cuales un 17% son niños o adolescentes.
“Inhumana” fue una de las palabras más utilizadas por las mujeres refugiadas a la hora de describir la situación que viven en esos campos de las islas griegas financiados con dinero de la UE.
Amnistía indicó que miles de personas, en muchos casos con necesidades específicas, como las que tienen una discapacidad y los bebés, duermen en tiendas de campaña alrededor de las zonas principales de los campos.
Y señaló que la falta de saneamiento, el insuficiente suministro de agua potable para el consumo diario, las corrientes de aguas residuales (aguas servidas) y las plagas de ratones y ratas “son habituales en todos los campos”.
El informe explicó además que aunque todas las personas refugiadas y migrantes padecen las consecuencias de estas condiciones, “las mujeres y niñas sufren consecuencias específicas y más graves”.
Por ejemplo y tras declaraciones a AI, varias mujeres embarazadas explicaron tener que dormir en el suelo y carecer de accesos básicos a la atención prenatal, incluyendo un caso ocurrido el mes pasado, en el que una mujer dio a luz a su bebé en una tienda de campaña en el campo de Moria sin apoyo médico alguno.
Amnistía reveló también que debido a la falta de cerraduras en las puertas de los baños y a la deficiente iluminación, actividades cotidianas como ir a los sanitarios, ducharse y hasta el mero hecho de caminar por la noche se convierten en actos plagados de peligros para las mujeres y niñas, quienes corren riesgos de ser abusadas física o sexualmente.
Otro de los problemas que denunció la organización con sede en Londres es la falta de información adecuada y de mujeres intérpretes, tanto si las mujeres refugiadas viven en campos como en pisos en zonas urbanas. La carencia de intérpretes mujeres representa un gran obstáculo para acceder a servicios esenciales, como instalaciones de salud sexual y reproductiva o asistencia jurídica, agregó Amnistía.
De todos modos, el informe dio cuenta que a pesar de esos enormes desafíos, las mujeres refugiadas en Grecia trabajan cada vez más en conjunto para transformar su situación y se han unido para poner en marcha iniciativas que les permitan cambiar su vida.
Algunas de esas acciones han incluido reclamar con éxito espacios adecuados para mujeres en zonas urbanas donde mujeres y niñas se reúnen frecuentemente y pueden acceder a servicios, reconstruir redes de apoyo y adquirir conocimientos y aptitudes que necesitan para labrarse una vida mejor para ellas y sus familias.
El documento de AI pidió a los gobiernos europeos poner en marcha diez recomendaciones específicas, incluida la creación de campos de refugiados y centros de asistencia adecuados y en condiciones humanas para recibir mujeres y niñas; el fin del confinamiento de refugiados en las islas griegas; la protección de mujeres en riesgo de sufrir violencia sexual; el aumento del número de mujeres intérpretes y médicas, además de un mayor acceso a la información para las mujeres refugiadas.
También reclamó un acceso completo a servicios de salud mental para mujeres y niñas refugiadas; la promoción y financiación de iniciativas comunitarias para empoderar a dichas mujeres; un plan para ofrecer empleo e integración a los refugiados; la apertura de rutas legales y seguras a través del Mediterráneo y una mayor consulta a las mujeres refugiadas para planes y medidas oficiales.
Kumi Naidoo, secretario general de Amnistía Internacional, consideró que la deplorable inacción de los gobiernos europeos a la hora de abrir rutas seguras y legales para las personas refugiadas que huyen de la guerra y la persecución “pone a las mujeres y niñas en riesgo de sufrir terribles abusos”.
El experto dijo sin embargo que a pesar de las dificultades y contra viento y marea, “estas mujeres encuentran fuerza para alzar la voz”.
“Quienes ocupan posiciones de poder deben escuchar sus voces, atender a sus palabras y actuar en consecuencia. En estos tiempos de movimientos como #MeToo y #TimesUp, nos enorgullece apoyar a nuestras hermanas desarraigadas en Grecia para decirles que las vemos, las oímos, creemos en ellas, y lucharemos junto a ellas”, continuó Naidoo.
Según el secretario general del organismo humanitario, las mujeres refugiadas que huyeron de lugares peligrosos en todo el planeta están ahora “unidas por crueles giros del destino y encuentran entre ellas el valor, puntos en común y una notable resiliencia”.
“Estas hermanas lo están ‘haciendo por sí mismas’, pero cuando la situación en las islas ha llegado a un punto crítico, piden a las autoridades griegas que dejen de atrapar a las personas en las islas. Los gobiernos europeos deben proporcionar urgentemente el apoyo y los derechos básicos que las mujeres y niñas refugiadas merecen”, concluyó Naidoo.