Esquemas fiscales dudosos incrementaron la fortuna de Trump: NYT

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El presidente Donald Trump participó en esquemas fiscales dudosos en los años 90 –entre ellos fraudes evidentes-, que incrementaron de manera importante la fortuna que recibió de sus padres, como lo muestra una investigación del New York Times. Trump ganó la presidencia presentándose como un millonario hecho por sí mismo, y durante años insistió en que su padre, el leyendario constructor neoyorquino Fred C. Trump, no le aportó casi ningún apoyo económico. Pero la investigación del Times, basada en un amplio paquete de declaraciones fiscales confidenciales y de reportes financieros, revela que Trump recibió el equivalente de 413 millones de dólares actuales del imperio inmobiliario de su padre; ello empezó cuando era un niño pequeño y continúa hoy en día. [caption id="attachment_553787" align="alignnone" width="702"]La familia Trump habría incurrido en evasión fiscal a lo largo de cinco décadas. Foto: The New York Times La familia Trump habría incurrido en evasión fiscal a lo largo de cinco décadas. Foto: The New York Times[/caption] Gran parte de este dinero llegó a Trump porque ayudó sus padres a eludir impuestos. Él y sus hermanos incorporaron sociedades ficticias para maquillar millones de dólares como si fueran regalos de sus padres, según reportes y entrevistas. Algunos reportes indican que Trump ayudó a su padre en obtener reducciones fiscales indebidas por millones de dólares. También ayudó en elaborar una estrategia para restar de varios millones de dólares el valor de los bienes inmobiliarios de sus padres ante las autoridades tributarias, con lo que se redujeron manera drástica los impuestos cuando aquellas propiedades eran transferidas a él y sus hermanos. Estas maniobras no encontraron mucha resistencia en el ISR (el equivalente estadunidense del Servicio de Administración Tributaria, SAT), según encontró el Times. Los padres del presidente, Fred y Mary Trump, transfirieron más de mil millones de dólares de su fortuna a sus hijos, por los cuales debieron pagar por lo menos 550 millones de dólares de impuestos, de acuerdo con la tasa del 55% que se tributa sobre regalos y herencias. Sin embargo, los Trump apenas pagaron 52.2 millones de dólares en total, lo que representa un 5%, según los recibos fiscales. A lo largo de las semanas anteriores a la publicación de este artículo, el presidente rechazó las reiteradas peticiones para obtener un comentario. Uno de sus abogados, Charles J. Harder, entregó una declaración escrita el lunes (1 de octubre), un día después que el Times le enviara una descripción detallada sobre sus hallazgos. “Las alegaciones del New York Times sobre evasión y fraude fiscales son 100% falsos, y altamente difamatorios”, dijo Harder. “No hubo evasión ni fraude fiscal por parte de nadie. Los hechos a partir de los cuales el Times basa sus alegaciones son extremadamente erróneos”. Hader buscó distanciar a Trump de las estrategias fiscales empleadas por su familia: dijo que el presidente delegó aquellas tareas a familiares y expertos fiscalistas. “El presidente Trump no tiene virtualmente ningún involucramiento con estos asuntos”, dijo. “Los asuntos fueron gestionados por otros integrantes de la familia de Trump, quiénes no eran expertos y por lo tanto confiaron totalmente en los profesionales mencionados arriba para asegurar el cumplimiento total con la ley”. Robert Trump, el hermano del presidente, emitió una postura en nombre de la familia Trump: “Nuestro querido padre, Fred C. Trump, falleció en junio de 1999. Nuestra querida madre, Mary Anne Trump, falleció en agosto de 2000. Todas las declaraciones fiscales sobre donaciones y patrimonio inmobiliario se entregaron de manera apropiada, y los servicios fiscales requeridos fueron pagados. El patrimonio de nuestro padre fue cerrado en 2001 por el ISR y las autoridades fiscales estatales de Nueva York, y el patrimonio de nuestra madre fue cerrado en 2004. Nuestra familia no tiene otro comentario sobre estos asuntos que ocurrieron hace más de 20 años, y apreciarían que ustedes respetaran la privacidad de nuestros padres, que Dios apoye sus almas”. Los hallazgos del Times despiertan nuevas cuestiones sobre el rechazo de Donald Trump de publicar sus declaraciones fiscales, con lo que rompió una práctica a la que los presidentes pasados se sometían desde hace décadas. Según expertos fiscalistas, es poco probable que Trump pueda enfrentar cargos penales por ayudar sus padres en evadir impuestos porque las acciones se llevaron a cabo hace demasiado tiempo y prescribieron. Sin embargo, las multas administrativas por fraude fiscal no prescriben. [caption id="attachment_553790" align="alignnone" width="702"]Donald Trump en el casino Taj Mahal en Atlantic City. Foto: Ángel Franco / The New York Times Donald Trump en el casino Taj Mahal en Atlantic City. Foto: Ángel Franco / The New York Times[/caption] Dichos hallazgos se basan en entrevistas con exempleados y exconsejeros de Fred Trump, así como en más de 100 mil hojas de documentos que describen los engranajes y las ganancias inmensas de su imperio. Incluyen documentos extraídos de fuentes públicas, como hipotecas y escrituras, testamentos, reportes financieros, informes de regulación y juicios administrativos. La investigación también abarcó a decenas de miles de hojas de documentos confidenciales, entre ellos estados de cuenta, auditorías financieras, libros de cuentas, reportes de pagos de efectivo, facturas y cheques. Y, de manera más notable, los documentos incluyen más de 200 declaraciones fiscales de Fred Trump, de sus empresas y varias sociedades y fideicomisos de Trump. Aunque los documentos no incluyen las declaraciones fiscales personales del presidente y revelan pocas cosas sobre sus negocios recientes –en Estados Unidos y el extranjero-, docenas de declaraciones fiscales de sociedades y fideicomisos representan la primera aproximación pública sobre el ingreso que recibió durante décadas de varias empresas familiares. Lo que emerge de este paquete de evidencias es una biografía financiera del 45º presidente (de Estados Unidos) fundamentalmente distinta a la historia que Trump vendió en sus libros, sus programas de televisión y su vida política. En su versión sobre cómo se hizo rico, Trump se presentó como maestro en negociaciones, quién se liberó de la “pequeña” operación de su padre y transformó un préstamo de un millón de dólares que le hizo su padre (“¡Tuve que reembolsarle con intereses!”) en un imperio de 10 mil millones de dólares que cuelga el nombre de Trump en hoteles, rascacielos, casinos, aerolíneas y canchas de golf alrededor del mundo. En la versión de Trump, siempre derrocó los obstáculos con sus vísceras e iniciativas. Fred Trump era un simple porrista. “Construí lo que construí por mí mismo”, dijo Donald Trump, en una narrativa que fue amplificada durante años por las coberturas crédulas de organizaciones de información, incluyendo al Times. Sin duda, un puñado de periodistas y biógrafos, entre ellos Wayne Barrett, Gwenda Blair, David Cay Johnston and Timothy L. O’Brien, cuestionaron este cuento, y especialmente el hecho de que su riqueza se eleva a 10 mil millones de dólares. Mostraron cómo Trump aprovechó los conectes de su padre en el sector bancario para meter el pie en el sector inmobiliario de Manhattan. Encontraron huecos en su versión del préstamo de un millón de dólares, citando evidencias de que obtuvo en realidad 14 millones de dólares. Narraron cómo Fred Trump ayudó una vez a su hijo, comprando por 3.5 millones de dólares de fichas de casino para que puediera pagar la fianza de un casino en Atlantic City. Pero la investigación del Times sobre las finanzas de la familia Trump no tiene precedentes por su alcance y su precisión, pues ofrece el primer panorama sobre la fortuna y los trucos fiscales que garantizaron a Trump una vida dorada. El reportaje muestra con claridad que, en cada aspecto de la vida de Trump, sus finanzas estuvieron vinculadas y dependientes de la riqueza de su padre. [caption id="attachment_553795" align="alignnone" width="702"]Donald Trump. Foto: The New York Times Donald Trump. Foto: The New York Times[/caption] A los tres años, Trump ganaba 200 mil dólares al año –en dólares actuales- del imperio de su padre. Era millonario a los ocho años. Cuando cumplió 17 años, su padre le dio una participación en el capital de un edificio de 52 departamentos. Después de salir del colegio, recibía de su padre el equivalente a un millón de dólares. El dinero creció con los años, hacia más de 5 millones de dólares anuales en sus 40 y 50. El imperio inmobiliario de Fred Trump no sólo se resumía en montones de edificios de vivienda. También era una montaña de efectivo, decenas de millones de dólares de ganancias erigidas dentro de sus negocios, según los reportes bancarios. En un lapso de seis años, entre 1988 y 1993, Fred Trump reportó ganancias totales de 109.7 millones de dólares, que equivalen a 210.7 millones de dólares actuales. Era común que decenas de millones de dólares en bonos del Tesoro y certificados de depósitos fluyeran cada mes hacia sus cuentas bancarias. Fred Trump era despiadado e inventivo para encontrar las vías de canalizar su fortuna hacia sus hijos. No sólo hizo de Donald Trump su empleado, sino también su administrador patrimonial, arrendador, banquero y asesor. Le otorgó préstamo tras préstamo, y muchos nunca fueron reembolsados. Le dio dinero por su carro, dinero para sus empleados, dinero para comprar acciones, dinero para sus primeras oficinas en Manhattan y dinero para restaurar estas oficinas. Le dio acciones en varias sociedades. Le dio cheques de navidad por 10 mil dólares. Le dio ingresos limpios de sus edificios. Gran parte de estos regalos se estructuró para eludir los impuestos a donaciones y herencias, mediante métodos que expertos fiscalistas describieron al Times como inadecuados, hasta posiblemente ilegales. Aunque Fred Trump se enriqueció gracias a los subsidios federales al sector de la vivienda, insistió en que era injusto que el gobierno cobrara impuestos sobre su fortuna, a medida que ésta pasaba a sus hijos. Cuando llegó a los 80 años y empezó a deslizarse hacia la demencia, la evasión de impuestos a las donaciones y al patrimonio inmobiliario se convirtió en un asunto de familia, en el que Donald Trump jugó un papel central, según muestran documentos y entrevistas. La línea entre la elusión fiscal y la evasión ilegal de impuestos es a menudo delgada, y abogados fiscalistas inventivos siempre la estiran. No hay trucos para reducir impuestos que no hayan pasado por las cortes de justicia o el propio ISR. En general, si no es que siempre, los estadunidenses más ricos no pagan el precio completo. Pero los expertos fiscalistas consultados por el Times dicen que Trump aparentemente fue más allá que explotar huecos en la ley. Dicen que su conducta representa un padrón de fraude confusión, particularmente en lo relacionado con el valor del patrimonio inmobiliario de Fred Trump, quien de manera reiterada evitó que el ISR cobre impuestos sobre la riqueza que transfirió a sus hijos. “La cosa que veo aquí es un tema de evaluación: juegan con las valoraciones de manera extrema”, dijo Lee-Ford Tritt, profesor de Derecho en la Universidad de Florida y experto en los impuestos sobre donaciones y patrimonio inmobiliario. “Hay fluctuaciones enormes según su propósito”. La manipulación de valores para evadir los impuestos resultó central en uno de los episodios más importantes de la vida de Donald Trump. Es un capítulo nunca antes revelado: el 22 de noviembre de 1997, Trump y sus hermanos obtuvieron la tenencia de la mayor parte del imperio de su padre, año y medio antes de la muerte de Fred Trump. El valor del patrimonio inmobiliario fue crucial en esta compleja transacción: más bajo el valor, más bajos los impuestos sobre donación. Los Trump eludieron cientos de millones de dólares de impuestos, pues entregaron declaraciones fiscales en las que subestimaron de manera desproporcional el valor de las propiedades: afirmaron que solo valían 41.4 millones de dólares. En la década siguiente, el mismo “paquete” de edificios fue vendido por un precio 16 veces mayor. El fraude más evidente se perpetró con la empresa All County Building Supply & Maintenance, incorporada por la familia Trump en 1992. El propósito de dicha empresa consistía en comprar todos los equipos que se instalarían en los edificios de Fred Trump, desde los boilers hasta el material de limpieza. Pero no hizo tal cosa, según muestran reportes y entrevistas. En su lugar, la empresa drenó millones de dólares del imperio de Fred Trump, presentando como propias las compras que hacían sus empleados. Estos millones, que en realidades fueron donaciones no tributadas, fluyeron después hacia los propietarios de la empresa: Donald Trump, sus hermanos y un primo. Fred Trump utilizó después las facturas infladas de la empresa para justificar el alza en las rentas que cobraba a miles de personas. Después que se publicara este artículo, el pasado martes 2 de octubre, un vocero del Departamento de Tributación y Finanzas del estado de Nueva York anunció que la agencia estaba “revisando las alegaciones” y “abriendo de manera vigorosa todas las áreas de investigación apropiadas”. En total, el Times documentó 295 fuentes de ingreso que Fred Trump creó a lo largo de cinco décadas para enriquecer a su hijo. En la mayoría de los casos, sus cuatro hijos recibieron un beneficio idéntico. Pero con el tiempo, a medida que Donald Trump caía de un desastre financiero a otro, su padre encontró las maneras de darle montos sustancialmente mayores de dinero, según los documentos. Tan fue así que, en 1990, según declaraciones hasta ahora secretas, Trump trató de reescribir el testimonio de su padre de una manera que Fred Trump, alarmado y enojado, temó que pudiera convertir su imperio en rescatista de los negocios fracasados de su hijo. Obviamente, la historia de cómo Donald Trump se hizo rico no puede reducirse a los donativos que le hizo su padre. Previo a volverse presidente, su logro singular fue el de construir la marca “Donald Trump”, un multimillonario hecho por sí mismo, una marca tan potente que generó ingresos de cientos de millones de dólares mediante programas de televisión, libros y franquicias. Construir esta imagen requirió más que el dinero de Fred Trump. Tan importantes resultaron los talentos preternaturales de su hijo en mercadotecnia y su ajetreo sentido de la competencia. Mientras Fred Trump ayudó en financiar los atavíos de la riqueza, Donald Trump, maestro de la autopromoción, los tejió en una narrativa seductiva. El dinero de Fred Trump, por ejemplo, participó en la construcción de la Torre Trump, el talismán del privilegio que colocó a su hijo como uno de los mayores jugadores de Nueva York. Pero Donald Trump reconoció y explotó el poder icónico de la Torre Trump como el escenario principal de (su programa) “El Aprendiz” y su campaña presidencial. El mayor pago que recibió de su padre llegó mucho tiempo después de la muerte de Fred Trump. Ocurrió de manera silenciosa, sin la conferencia de prensa a la que acostumbra Trump, el 4 de mayo de 2004, cuando Trump y sus hermanos vendieron el imperio que su padre ensambló durante 70 años, con el sueño de que nunca saldría de la familia. La rebanada de Donald Trump: 177.3 millones de dólares, equivalentes a 236.2 millones de dólares actuales. c.2018 New York Times News Service https://www.nytimes.com/es/2018/10/02/investigacion-fortuna-donald-trump/

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