CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señaló que ante el riesgo de nuevos brotes de sarampión en las Américas, los países deben redoblar esfuerzos para vacunar a sus poblaciones. Luego de que en 2017 se detectaron 21 mil 315 casos y 35 defunciones en Europa, la OPS –oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS)– pidió “fortalecer la vigilancia y poner en marcha rápidamente medidas para responder ante un caso sospechoso”. El organismo destacó que la región de las Américas fue declarada libre de rubéola y del síndrome de rubéola congénita en 2015, y de sarampión en 2016, por un comité internacional de expertos. La eliminación de estas tres enfermedades fue el punto culminante de un esfuerzo de 22 años que incluyó la vacunación masiva contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola en todo el continente, puntualizó. Sin embargo, como el virus del sarampión es sumamente contagioso y sigue en circulación en el resto del mundo, al igual que el virus de la rubéola, la región está en riesgo de que ocurran brotes de estas enfermedades, apuntó. De acuerdo con su actualización epidemiológica, en los primeros meses de 2018, nueve países han notificado casos confirmados: Antigua y Barbuda (uno), Brasil (14), Canadá (cuatro), Colombia (uno), Estados Unidos de América (13), Guatemala (uno), México (cuatro), Perú (dos) y Venezuela (159 casos). En 2017, sólo cuatro países habían notificado casos confirmados de sarampión: Argentina, Canadá, Estados Unidos y Venezuela. Pero los casos en Europa se cuadruplicaron en el mismo periodo, lo que incrementa el riesgo de importaciones de casos. El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas y afecta en particular a los niños. Se transmite por gotitas que se transmiten por aire o contacto directo de secreciones procedentes de la nariz, boca y garganta de personas infectadas. Los síntomas consisten en fiebre alta, erupción generalizada en el cuerpo, congestión nasal y ojos enrojecidos. Puede causar complicaciones graves, tales como ceguera, encefalitis, diarrea intensa, infecciones del oído y neumonía, sobre todo en niños con problemas de nutrición y pacientes inmunodeprimidos.