Díaz-Canel hereda un proceso inconcluso de reformas y una economía en crisis

jueves, 19 de abril de 2018 · 09:57
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ya ha anunciado que dará continuidad al inconcluso proceso de reformas que inició su antecesor, Raúl Castro, pero enfrenta el enorme desafío de hacerlo en medio de una crítica situación económica y de las resistencias del sector más ortodoxo del Partido Comunista. Por eso la interrogante que este jueves surgió, tras la elección de Díaz-Canel como nuevo presidente, es si el primer gobernante de Cuba nacido después de la Revolución de 1959 será capaz de propiciar los cambios estructurales que el modelo socialista necesita para mantener su viabilidad. Más, cuando ni siquiera el saliente presidente, Raúl Castro, los pudo hacer. El interrogante tardará meses, o quizás años, en tener una respuesta. La única certeza hoy es que la economía cubana acumula dos años de estancamiento y una severa caída del comercio exterior de bienes y servicios. Además, como dice el economista cubanoamericano Carmelo Mesa-Lago, el relevo del mando se produce tras 11 años de reformas que se quedaron por abajo de las expectativas. “Muy a medias”, asegura en entrevista con Proceso. Y la profundización de esa agenda transformadora impulsada por Raúl, señala, es “la única salida” para una economía en crisis y con problemas estructurales derivados del modelo socialista de planificación centralizada. El catedrático emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh afirma que las reformas, encaminadas a crear más mercado y reducir el tamaño del Estado -como en su momento hicieron China y Vietnam-, no pudieron avanzar ni con la rapidez ni con la profundidad que se requería. Esto, por la oposición del ala más conservadora del Partido Comunista. Las reformas fueron el sello de Raúl desde que asumió el liderazgo de Cuba, primero en forma provisional, desde el 31 de julio de 2006, cuando su hermano Fidel lo designó como su sucesor antes de ingresar al quirófano para una compleja cirugía intestinal, y desde febrero de 2008 como presidente. “La idea era que se expandiera el sector no estatal, especialmente el trabajo por cuenta propia, la concesión de tierra a privados y las cooperativas urbanas. Y es cierto que el sector no estatal se expandió y ahora representa el 29 por ciento de la fuerza de trabajo (el doble que en 2009). Pero no ha logrado el tamaño que necesita para absorber a los trabajadores estatales cuyos empleos son innecesarios”, explica Mesa-Lago. Dice que otras reformas, como la monetaria, que es “crucial” para mejorar la productividad y acabar con las distorsiones económicas, ni siquiera ha comenzado. Cuba mantiene dos monedas nacionales, el peso nacional (CUP), que se cotiza a 25 unidades por dólar y que es con el que operan la población y el sector privado, y el peso convertible (CUC), que equivale a un euro y que es el que usan las empresas estatales. Esa dualidad cambiaria, señala el economista, es “un obstáculo para el avance de las reformas” porque imposibilita determinar la eficiencia de las empresas estatales -que están siendo subsidiadas por un tipo de cambio irreal-, su rentabilidad y la competitividad de las exportaciones. De acuerdo con Mesa-Lago, la unificación monetaria es una de las primeras tareas que tendrá que hacer el nuevo presidente cubano. “Lo que hay que preguntarse son dos cosas -plantea Mesa-Lago-: la primera es que si Raúl, que es el hombre más poderoso de Cuba, no pudo completar las reformas por la oposición de un grupo muy duro dentro del Partido Comunista, ¿cómo Díaz-Canel podrá hacerlo? Y la segunda es: ¿qué piensa Díaz-Canel de las reformas? Aparentemente es un reformista, pero en Cuba hay muchas cosas impredecibles”. De acuerdo con la ruta de sucesión que ha perfilado Raúl Castro, él se mantendría como primer secretario del PCC -la institución más importante de la isla- hasta 2021, cuando cumplirá 90 años. Mesa-Lago, quien estudió derecho en la Universidad de La Habana, una maestría en economía en la Universidad de Miami y un doctorado en relaciones laborales y seguridad social en la Universidad de Cornell, cree que Raúl podría respaldar una agenda reformadora de Díaz-Canel y contener al ala más ortodoxa del PCC, pero con muchas limitaciones por su edad y por el peso del sector anti-reformas. “Hay un problema de confrontación ideológica entre un grupo muy duro, ortodoxo, al que realmente no le gustan las reformas y que es una especie de herencia de Fidel Castro (el líder histórico de la Revolución Cubana hasta su muerte, en 2016), y el grupo reformista”, señala el académico. Esto, explica, fue lo impidió que Raúl avanzará más en los ajustes al modelo de economía centralizada, y seguirá gravitando durante la Presidencia de Díaz-Canel. Escenario crítico Por otro lado, el doctor en Economía de la Universidad de La Habana, Pavel Vidal, afirma que la transición cubana ocurre en momentos de muy bajo crecimiento y hasta recesión. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que el Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se contrajo en 0.4 por ciento en el bienio 2016-2017, aunque según el gobierno cubano hubo un crecimiento marginal. Pero aun tomando en cuenta sólo las estadísticas oficiales, entre 2008 y 2017 el crecimiento del PIB fue de un 2.4 por ciento anual en promedio, cifra lejana a la meta del 4.4 por ciento que había fijado el gobierno. Vidal considera que la crisis económica es resultado de la profunda recesión que vive Venezuela, el principal socio comercial de la isla, y de la falta de liquidez del sistema financiero cubano para asegurar las importaciones de insumos que requiere el aparato productivo. “El escenario macro-financiero e internacional no va a ser nada favorable para el nuevo gobierno. La situación económica es la peor desde el llamado ‘periodo especial’ de los 90, cuando colapsó la Unión Soviética”, señala el economista cubano y profesor de la Universidad Javeriana en Cali, Colombia. La Cepal estima que Venezuela acumulará una pérdida del 37 por ciento de su PIB entre 2014 y 2018, lo que para Cuba ha tenido un efecto catastrófico porque ese país era su principal comprador de bienes y servicios y su mayor proveedor de petróleo. Cálculos de Carmelo Mesa-Lago indican que Cuba llegó a realizar el 44 por ciento de su comercio exterior con Venezuela, pero el año pasado ese porcentaje cayó al 17 por ciento y el suministro de petróleo, que era de 105,000 barriles diarios a precios preferenciales, se redujo a unos 55,000. El gobierno cubano tiene que cubrir ese déficit comprando petróleo a otros proveedores a precios de mercado. Además, Venezuela había sido el principal comprador de los servicios de médicos y maestros cubanos. Por ese concepto, Cuba recibió divisas por 4,500 millones de dólares el año pasado, apenas la mitad de la cifra de 2013, según las estimaciones de Mesa-Lago. Pavel Vidal afirma que Venezuela “está incumpliendo con el pago de los servicios médicos cubanos, pero Cuba sigue registrando eso como exportaciones, aunque no se estén cobrando. En las estadísticas oficiales, la caída de los vínculos con Venezuela se está asumiendo como un tema temporal, cuando en realidad todo indica que es un tema permanente y estructural”. El economista señala que el impacto de la crisis venezolana y la caída de los ingresos por exportaciones de bienes y servicios han impedido al gobierno cubano ponerse al día en el pago de la deuda externa -que fue reestructurada en términos favorable- y con sus proveedores, y provocaron una caída de alrededor del 10 por ciento en las importaciones de la isla en 2017. “En términos de crecimiento y de finanzas, la economía está en una situación muy vulnerable y esto se va a prolongar al menos por dos años más”, puntualiza Pavel Vidal, quien en febrero publicó el ensayo ¿En qué condiciones llega la economía cubana a la transición generacional?. Sobre la llegada de Díaz-Canel a la presidencia, Pavel Vidal considera que el nuevo gobernante dará continuidad a las reformas bajo la guía de los documentos aprobados en los congresos del PCC, que definen la estrategia de desarrollo y el modelo económico y social. Dice que, en lo inmediato, el nuevo gobierno cubano tendrá que demostrar que tiene la autoridad y la disposición para completar los objetivos trazados por el Partido y para profundizar el proceso de reformas económicas, “sobreponiéndose a las fuerzas internas que se resisten a los cambios”. Y en el frente externo, además de la crisis venezolana, hay un factor que juega contra Cuba: la política del presidente estadounidense Donald Trump frente a la isla, que va en contra del proceso de apertura iniciado por su antecesor, Barack Obama, con una histórica visita a La Habana en marzo de 2016. En noviembre pasado entraron en vigor una serie de medidas del gobierno de Trump que imponen restricciones adicionales a las inversiones en la isla, entre ellas la prohibición a empresas estadounidenses de hacer transacciones con el Grupo de Administración Empresarial, S.A. (Gaesa), el mayor consorcio comercial, industrial y de servicios del país y el cual es manejado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Trump también puso nuevas trabas a los viajes de estadounidenses a Cuba, lo que afectó el turismo durante las semanas finales del 2017 pero no impidió al país llegar a 4.7 millones de visitantes, un 6.4 por ciento más que en 2016. El turismo, que genera ingresos por unos 3,000 millones de dólares al año, y las remesas familiares, que ascendieron a unos 2,500 millones de dólares en 2017, son dos colchones que han permitido paliar a cientos de miles de cubanos los efectos de la desaceleración económica. Lo que deja Raúl Pavel Vidal sostiene que Raúl Castro “sí hizo cambios” que convirtieron la economía y la sociedad cubanas “en algo muy distinto a lo que eran hace diez años”. Se abrieron, asegura, espacios de mercado y de consumo de bienes y servicios que antes no existían o estaban muy limitados. “Y lo más importante -dice- es que se dio el primer paso para la apertura de la economía cubana a un sector privado nacional, que hoy en día emplea a la tercera parte de la fuerza de trabajo. Entonces sí ha habido una reforma, pero también hubo aspectos muy decepcionantes en la agricultura, en la productividad de las empresas estatales y en la unificación monetaria, que no se ha hecho”. Para Carmelo Mesa-Lago, uno de los principales pendientes en Cuba es el adelgazamiento del sector estatal, que tiene 1.3 millones de empleos innecesarios, y el robustecimiento del sector privado, las cooperativas y la concesión de tierras a particulares para que estas áreas emergentes de la economía puedan asimilar a la fuerza de trabajo que le sobra al Estado. El profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh señala que mientras en China y Vietnam la tierra se da en usufructo a particulares por 50 años prorrogables, en Cuba se otorga por 20 años -hasta el año pasado era sólo por una década- “y eso, y los altos impuestos, desincentivan que los campesinos inviertan y desarrollen proyectos productivos de largo plazo”. En los últimos siete años la agricultura en la modalidad de usufructo generó 120,000 nuevos empleos, que son pocos para los requerimientos del sector laboral, y la participación del sector en el PIB apenas pasó del 3.8 por ciento al 3.9 por ciento en ese lapso, lo que es una mala noticia para un país que importa unos 2.000 millones de dólares en alimentos cada año, cifra que equivale a más de la mitad de sus exportaciones de bienes. Mesa-Lago señala que otra reforma que está estancada es la de fomento de la inversión extranjera. Dice que el mismo gobierno cubano estima que debe recibir capitales externos por unos 2,500 millones de dólares anuales para poder crecer a tasas de 5 por ciento. “Hay más de 400 propuestas de inversión extranjera, pero solamente se habían aprobado, hasta abril pasado, 33. Esto no tiene ningún sentido”, asegura. Pavel Vidal y Carmelo Mesa-Lago coinciden en que la continuidad de las reformas es la mejor estrategia que tendrá Díaz-Canel para superar la crisis, sortear con éxito la debacle de la economía venezolana y transitar hacia un modelo de desarrollo sostenible, como el socialismo de mercado de China y Vietnam. “Es la única manera de salir del hoyo”, enfatiza Mesa-Lago.

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