Uganda: Un ejército de niños robados

viernes, 27 de abril de 2018 · 09:05
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “Me llamo Maj Gen Dominic Ongwen. Nací en 1975. Iba caminando a la escuela primaria en Coorom, en el norte de Uganda cuando un comando del Ejército de Resistencia del Señor me raptó en 1988”. Eso fue todo lo que dijo en su primera audiencia, celebrada el 27 de enero de 2015, en la Corte Penal Internacional, uno de los criminales de guerra más buscados, el más joven y que tiene la particularidad de haber sido víctima y victimario. Dominic, quien se convirtió en comandante de la sanguinaria Brigada Sina, fue plagiado, convertido en niño soldado y después figura clave en el Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés), cuyo principal objetivo es, según sus miembros, crear un gobierno basado en los diez mandamientos bíblicos. Joseph Kony, comandante en jefe y líder religioso del LRA, afirma que recibe órdenes directas del Espíritu Santo y que lucha en su nombre. La abogada defensora de Ongwen, la senegalesa Helene Cisse, señaló que su cliente fue secuestrado, que no tuvo acceso a la educación -no supo qué era el bien y el mal-, que estuvo aterrado y obligado a obedecer órdenes. Esto podría ser un atenuante en su juicio. Los fiscales de la CPI ya le fincaron responsabilidades en matanzas comandadas por él cuando ya era adulto. A partir de 1987 el LRA aterrorizó primero a los pueblos del norte de Uganda y después expandió su radio de acción a la República Democrática del Congo, a República Centroafricana y a Sudán del Sur. El LRA arremete contra las aldeas de cuatro de esos cuatro países: mutila y mutila personas, saquea e incendia aldeas, viola y secuestra infantes para convertirlos en soldados, esclavos sexuales, esposas forzadas y bestias de carga. En diciembre del 2003 el gobierno de Uganda pidió la intervención de la Corte Penal Internacional (CPI), la cual, en julio de 2004, inició una investigación y un año después lanzó una orden de captura contra Joseph Kony y los cuatro líderes militares del ERS: Ongwen, Okot Odhiambo, Vicent Otti, Raska Lukwiya. Los cadáveres de éstos dos últimos fueron encontrados en la vecina República Centroafricana. A todos ellos se les acusó de cometer crímenes de guerra y de lesa humanidad. El 21 de diciembre de 2015 la CPI duplicó los cargos contra Ongwen por su responsabilidad directa en los ataques a los campamentos de refugiados Pajule, Odek, Aboky y Lukodi. Las evidencias salieron de declaraciones de las víctimas, testigos y desertores del LRA, así como de llamadas telefónicas y reportes de radio entre Ongwen y Kony que fueron intervenidas por los servicios de inteligencia de Uganda. En 2011 el entonces presidente Barak Obama envió una centena de asesores militares a Uganda y República Centroafricana para ayudar en la captura de Kony y sus lugartenientes. Ofreció una recompensa de 5 millones de dólares por su captura. El 6 de enero de 2015, Ongwen sorpresivamente desertó del LRA y huyó. Fue capturado por los Sélekas, milicianos musulmanes, quienes lo entregaron a los militares estadunidenses. Los Séleka sin embargo, no recibieron un centavo de la recompensa. Para entonces la CPI llevaba diez años buscándolo. Fue entregado a Uganda y sus autoridades lo enviaron a una prisión en La Haya. La misión de Cox Entre los abogados que llevan la representación de las víctimas de Ongwen está Francisco Cox, quien formó parte del Comité Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que trabajó en México en la búsqueda de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, víctimas de desaparición forzada el 26 de septiembre del 2014 en Iguala, Guerrero. Joseph Manoba, abogado ugandés y la Uganda Victims Foundation invitaron a Cox a participar en el juicio contra Ongwen en La Haya. Tal como lo hizo en México, Cox se reunió con las víctimas. Viajó al norte de Uganda para recabar los testimonios que prueban la responsabilidad directa del imputado. “Tenemos la declaración de una mamá a quien Ongwen la obligó a decidir a cuál de sus hijos había que matar”, dijo Cox en una entrevista con el noticiero La Tercera el 18 de diciembre del 2016. En Lukodi, uno de los campamentos arrasados por órdenes de Ongwen, Cox habló con los sobrevivientes de ataques previos a sus pueblos, que llegaron a campamentos de refugiados, donde volvieron a ser agredidos. “Vi a las mujeres mutiladas. Les cortaron los labios con un cuchillo”, dijo Cox en la entrevista con La Tercera. Tras los ataques llegaron los soldados ugandeses que filmaron y fotografiaron la escena. Ese material es clave para los fiscales en La Haya. Apro siguió minuto a minuto las audiencias en la Corte Penal Internacional en La Haya. Ongwen habló en acholi, su lengua y hubo una traducción al inglés, pero en la sala sólo los jueces pusieron oír la traducción al inglés en sus audífonos, el resto de los presentes, no. De la misma manera, las fotos de los cuerpos macheteados, muchos de ellos niños, de las aldeas quemadas y de las personas mutiladas a quienes les cortaron las orejas, los labios y la nariz, son evidencia irrefutable que sólo se proyectaron en las computadoras de jueces, fiscales y abogados. Cox representa a mil 434 personas que fueron víctimas de los actos perpetrados por Ongwen, según él mismo dijo al presentarse en la primera audiencia en La Haya. Crueldad extrema No hay cifras exactas sobre el número de niños robados desde la creación del LRA en 1987. Las cifras más conservadoras estiman 25 mil niños, las más altas de 60 mil. Se los llevan desde los 6 años de edad. A los lentos los matan, así como a los que tratan de huir, según los testimonios de quienes lograron escapar. En el ERS está prohibido llorar y el proceso de endurecimiento, de adoctrinamiento y deshumanización es con base en golpizas y tortura. Como rito de iniciación, los niños recién raptados tienen que matar a otros niños. Les repiten que su aldea ya no existe, que ya no pueden regresar a la vida civil, que toda su familia está muerta y que esa es la voluntad del Dios. Además, Kony los amenaza con supuestos poderes sobrenaturales de gran brujo. Las niñas son usadas como esclavas sexuales. Todas son violadas y convertidas en “esposas” de los comandantes. Varias de ellas lograron huir y dieron su testimonio a los fiscales y jueces de la CPI. Para proteger su identidad en las audiencias, no se mostraron sus rostros y sus nombres fueron sustituidos con claves. B0101 narró que fue violada por Ongwen y que después le dio una golpiza que por poco la mata. Mostró las cicatrices. Las pruebas de ADN pueden demostrar que Ongwen es el padre de decenas de niños nacidos en cautiverio. Otra de las esposas forzadas de Ongwen declaró que aquel tiene un gusto perverso por las niñas, mientras más pequeñas, mejor. Kony decía que las muchachitas son las “madres” del LRA. Los niños de las esposas forzadas también fueron convertidos en soldados. Pequeños que lograron huir han contado a las organizaciones civiles, como Uganda Conflict Action Network o Invisible Children, que cuando tenían que matar “lo hacían en piloto automático” “En el nombre de Dios” Del 21 al 27 de enero de 2016 la fiscalía presentó las evidencias para enjuiciar a Ongwen. En el caso ICC 02040150, la CPI ratificó 70 cargos en su contra, entre los que destacan asesinato, esclavitud, esclavitud sexual, matrimonio forzado, embarazo forzado, ataques a civiles, pillaje, saqueo y tortura. La defensa de Ongwen pidió que se le hiciera un análisis psicológico- psiquiátrico. La petición fue denegada. Ongwen afirmó que esos cargos son para el LRA no para él. “En nombre de Dios rechazo todos los cargos” dijo el acusado. Los jueces denegaron su apelación. Con toda la evidencia presentada, Ongwen tendrá que enfrentar un juicio que llevará varios años. Hay programadas por lo menos 70 personas que testificarán en su contra. Las audiencias que son públicas, fueron retransmitidas en directo por la televisión ugandesa con una audiencia mayor que en una final de futbol. La CPI no puede juzgar a Ongwen por los crímenes cometidos cuando era menor de edad, pero sí sus acciones como adulto. Los crímenes que se le imputan son los más graves del mundo, sobre todo porque no se trató de una guerra entre dos ejércitos uniformados y armados, sino ataques sistemáticos contra la población más desvalida, anunció la fiscalía. En 2005 y 2006 el LRA, bajo las órdenes de Ongwen, atacó las comunidades de Haute Uele y de Bas Uele en la República Democrática del Congo. Ongwen es responsable de la masacre de Makombo, en el norte de Congo, en la que mataron por lo menos a 345 civiles y secuestraron a otros 250 durante cuatro días de 2009. Según el conteo de Human Rights Watch hay más de 4 mil 100 víctimas directas de Ongwen. La CPI documentó los ataques de Ongwen a los campamentos de refugiados en Pajule (2003) Odek, Lukodi y Abok (2004). Mireille Girard, jefa de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados( ACNUR) en Sudán del Sur declaró a la BBC el 18 de marzo del 2012 que en la región Equatoria occidental, los pobladores se armaron como pudieron para defenderse y que los adolescentes y jóvenes usan arcos y flechas. Kony, como un fantasma Joseph Kony, comandante en jefe del LRA, se presenta como un mesías, como el representante de dios en la tierra. Su familia practicaba la brujería y él dice tener poderes sobrenaturales con los que su espíritu perseguirá y atormentará a sus enemigos durante la eternidad. Emmanuel Daba logró huir de él. Fue secuestrado en el 2008 y actualmente trabaja en Radio Zereda y desde ahí hace llamados en lengua zande para que todos presos de Kony escapen o deserten en la primera oportunidad. En octubre de 2011 los países africanos afectados formaron una fuerza de tarea de 5 mil soldados para capturar a Kony, pero en 2017 abandonaron la búsqueda. “Uganda argumentó que que ya no era un peligro para su país, aunque sigue operando en los países vecinos. Estados Unidos también se retiró pues el mantenimiento de las bases militares, al igual que las operaciones, eran muy caras”, dice a esta reportera el doctor Luis Ángel Benavides, abogado mexicano especialista en derechos humanos que trabajó para Naciones Unidas en la República Centroafricana. “La desaparición de la fuerza de tarea coincidió con un cese de los ataques del LRA en Uganda, que, según los servicios de espionaje y los desertores, se debe a que Joseph Kony está muy enfermo”, comenta. Recuerda que “muy al principio hubo un comando de 2 mil soldados ugandeses, a ellos se incorporaron tropas de cuatro países más los 100 asesores norteamericanos. Pero la búsqueda no dio ningún resultado; era como perseguir fantasma”. “Lo último que supe es que Kony se desplaza entre República Centroafricana y Sudán. Mi opinión es que probablemente Kony muera pronto y con él lo hará el LRA”, considera. Comenta que entrevistó a víctimas de Kony en Uganda; visitó los campos de refugiados y habló con desertores del LRA y con sobrevivientes de los ataques. “Hablé con el que fue jefe de seguridad personal de Joseph Kony y me dijo que aquél sigue siendo muy fuerte, pero sus hijos son quienes ahora controlan la organización. Él está muy enfermo, tal vez sean riñones o hígado. No puede moverse como antes, pero los ataques a las aldeas continúan”. -¿Por qué no se aprovechó la mala salud de Kony para un ataque final conjunto”. -El LRA se divide por lo menos en cinco subgrupos (las brigadas Sinia, Gilva, Trinkle y Stocrre) que operan en una extensión equivalente a Bélgica y Holanda juntas. Esa es la dimensión y en una selva muy cerrada, nada fácil. Se financian con el pillaje, el tráfico con marfil y diamantes que truecan por armas. -No hay un peligro de que aparezca alguien que quiera heredar el mando del LRA? ¿Alguien aún más loco que Kony? -Tal vez continúen los ataques por un tiempo más, pero Kony es muy particular porque es un líder religioso, es un personaje mesiánico y el carisma es intransferible. El doctor Benavides explica: “El 90% de las victimas con las que hablé eran niños. Redacté informes para el Alto Comisionado de la ONU. Hice un mapeo del cómo avanzaba el LRA. Al tratarse de un ejército que ataca civiles, fue parte de mi trabajo elaborar reportes sobre su impacto en la población. En la página del Consejo Seguridad de la ONU, en la sección Comité Sanciones, se pueden consultar los informes que elaboré. Yo reportaba cosas muy puntuales como el número de campamentos de desplazados y las condiciones de los sobrevivientes, no sólo del ERS sino de la guerra civil en República Centroafricana. “Los informes de la Organización No Gubernamental Invisible Children” (Niños Invisibles) están enfocados exclusivamente al ERS y sus víctimas. Ellos han hecho una campaña muy amplia de información, de alertas tempranas con radios para que la gente tenga tiempo de huir antes de la llegada del LRA y sobre todo, la atención de las víctimas y la reunificación de los niños con sus familias”. -¿Qué pasó con todos aquellos que lograron huir? ¿Los reciben las comunidades? ¿Los discriminan -Eso depende de cada caso. Todos los secuestrados son víctimas y las autoridades no los van juzgar ni les van a hacer nada, con algunas excepciones. Invisible Children atienden a esas víctimas. La mayoría son niños. Primero se les organiza una familia de acogida, en lo que averiguan quiénes son sus padres, dónde fueron raptados, cuál es su región de procedencia. Luego viene la tarea de localizar a su familia y eso es muy difícil. A veces el pueblo de donde son oriundos ya desapareció y los familiares están muertos o están en un campo de refugiados, tal vez en otro país, en regiones donde no hay registro civil, no hay electricidad, no hay caminos, etcétera. “También hay organizaciones locales que ayudan a la reunificación familiar. Desde el año 2000 Uganda hizo una campaña para que todo el que pudiera, huyera, desertara del LRA y hacer borrón y cuenta nueva, salvo algunas excepciones”. El especialista en derecho humanitario continúa: “Yo me reuní en Uganda con muchas víctimas. Hay todo un programa de reintegración; algunos se enlistaron en el Ejército de Uganda, a otros se les consiguió una chamba, etc.” Según el gobierno de Uganda, el programa de Amnistía registró a más de 9 mil desertores del ERS. -¿Las víctimas reciben terapia contra estrés postraumático?, se le pregunta al doctor Benavides -Busca un psicólogo en la selva a ver si encuentras uno -¿Y usted? -Soy mexicano. Con unos tequilas se me quita el susto.

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