Occitania: el nido del yihadismo francés

miércoles, 4 de abril de 2018 · 21:44
OCCITANIA (apro).- Esta vez, fue en una localidad sin historia del sur de Francia. Carcasona, ciudad centenaria conocida por su fortaleza de la edad media dominando el río Aude, fue el teatro de un nuevo atentado islámico en Francia a finales de marzo. Con este acontecimiento, son más de 200 las personas que perdieron la vida bajo las balas del Estado islámico en los últimos seis años en el país galo. Una cifra que recuerda que el objetivo de Daech no es necesariamente controlar al mundo árabe en el Medio Oriente, sino también castigar a los que se oponen a él. Todos recuerdan las matanzas en París, en noviembre de 2015, en el estadio de la selección de fútbol, los bares de la capital y el Bataclan, una sala de espectáculos que cobró la vida de 130 personas. También surge la atrocidad de una noche en azul, blanco y rojo, no el de la bandera francesa, sino el rojo oscuro de la sangre, en la víspera de la fiesta nacional, cuando un tráiler arrojó a cientos de personas en Niza, matando a 86 inocentes. El pasado viernes 23 de marzo, cuatro personas fueron asesinadas por Redouane Lakdim. En su recorrido entre Carcasona y el pueblo vecino de Trèbes, el yihadista tomó vidas y rehenes en un supermercado, donde fue aniquilado por el Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional (GIGN) después de dos horas de asedio. Un joven afiliado al Estado islámico que pudo actuar a pesar de estar vigilado por la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI). Este último acontecimiento recuerda a los habitantes de Occitania, región situada entre el mar Mediterráneo y la Sierra de los Pirineos, que el terrorismo duerme tranquilo. En Occitania, tal vez más que en otros lugares de Francia, el yihadismo se enseña, se desarrolla y mata. Este nuevo atentado terrorista no sorprendió a nadie. “No. Absolutamente no”, opina Jean-Manuel Escarnot, autor del libro (Djihad, c’est arrivé près de chez vous), “Yihad, ocurrió cerca de su casa”. Según el escritor, hay un nido de islamismo radical aquí, chavos a quienes les late el yihadismo. “Hay un gran asentamiento en Tolosa desde los inicios de los años 2000, que se ha sembrado hasta otros lugares de la región”, dice. El también corresponsal del diario de izquierda Liberation habla del “grupo de Carcasona que existe desde el 2008”, refiriéndose a Redouane Lakdim, el autor del atentado del 23 de marzo. “La policía sabía que existía un grupo de jóvenes franco-magrebinos convertidos interesados por el salafismo duro. No hay nada nuevo”, afirma. [caption id="attachment_493340" align="aligncenter" width="1200"]Un hombre sospechoso de pertenecer al Estado Islámico es detenido en Mosul, Irak. Foto: AP / Felipe Dana Un hombre sospechoso de pertenecer al Estado Islámico es detenido en Mosul, Irak. Foto: AP / Felipe Dana[/caption] Jóvenes débiles y aislados No. En Occitania, los habitantes viven con esa realidad. Y con un recuerdo doloroso que tardará en olvidarse. En la región de Tolosa, el nombre de Mohamed Merah está en todas las memorias. Hace seis años, en marzo de 2012, Merah, de 23 años, mató a ocho 8 personas en 10 días, en nombre de Daesh. El 11 de marzo, el militar Imán Ibn Ziaten fue asesinado en un estacionamiento vacío de Tolosa. Merah, que grababa sus asesinatos con una cámara colgada a su chamarra, le gritó “matas a mis hermanos, yo te mato”, antes de dispararle una bala en la cabeza. Cuatro días después, el 15 de marzo, asesinó a dos militares más en la ciudad cercana de Montauban: Abel Chennouf, un francés católico y Mohamed Legouad, francés musulman de origen argelino. Cuatro días después -el 19 de marzo- Merah irrumpió en la preparatoria judía Ozar Hatorah, al norte de Toulouse. Grabó sus atrocidades. Asesinó al rabino Jonathan Sandler, de 30 años, y a sus hijos Gabriel y Aryeh, de tres y seis años, respectivamente. En el patio de la escuela, alcanzó a agarrar por el cabello a Myriam Monsonégo, de ocho años, disparándole en la cabeza. Fue hasta el 22 de marzo, después de 30 horas de asedio, que Merah fue asesinado en su departamento por las fuerzas del RAID, la unidad de élite de la policía nacional. A pesar de realizar esos actos con sangre fría y sin ninguna duda, Mohamed Merah y Redouane Lakdim no eran soldados organizados. No tenían muchas responsabilidades con Daesh. “Son idiotas, son muy débiles, analiza Jean-Manuel Escarnot. Según el especialista, existen individuos que los reclutan en los barrios pobres y les dicen: “deberías regresar sobre el camino recto, deberías ir a la mezquita”. Pero cuando van a la mezquita, se reúnen con otros que les inculcan prácticas e ideologías duras. Son incapaces de dar un paso atrás y analizar. Son muy vulnerables”. Sin embargo, “decir que están perdidos es subestimarlos. Están muy determinados en golpear a Francia”, advierte Pierre Puchot, autor del libro “Le combat vous a été prescrit”, une histoire du djihadisme en France (“El combate le ha sido prescrito”, Una historia del yihadismo en Francia). Según el escritor, “no son tan perdidos. Ser simpatizante del yihadismo es una conjunción de consecuencias importantes”. Christian Etelin, abogado de Mohamed Merah antes de sus atrocidades, sigue defendiendo a pequeños rateros y delincuentes de la región tolosana. “Mohamed Merah es un hombre de tipo Janus, de dos cabezas”, comenta el abogado tolosano. Una que es la de un delincuente, autor de delitos comunes, y otra con un rostro religioso, místico y terrorista por acentuación del sacralismo de su estatuto de víctima de la sociedad”. [caption id="attachment_465639" align="aligncenter" width="1200"]Miembros de la milicia Sunna en la línea de combate contra el Estado Islámico en Sheyalat, Irak. Foto: AP / Manu Brabo Miembros de la milicia Sunna en la línea de combate contra el Estado Islámico en Sheyalat, Irak. Foto: AP / Manu Brabo[/caption] Miseria social e islamofobia En efecto. Merah y Lakdim son el caso típico de los jóvenes que cayeron en la delincuencia y luego se radicalizaron. “Muchos viven en un clima sociológico duro, dice Pierre Puchot. El área de Carcasona, por ejemplo, no es una localidad muy floreciente. Son áreas con una gran miseria sociológica, existe una marginalización de la sociedad muy importante”. “Primero hacen pequeños robos o hurtos”, explica el especialista en yihadismo, quien también fue reportero en Siria, Afganistán y Argelia. Los dos delincuentes, sin futuro ni perspectiva, habían sido anteriormente encarcelados por venta de droga. “A los 17 o 18 años, los chavos van a la cárcel por ese tipo de asuntos. Y ahí, es un verdadero choque. Otros compañeros les dicen ‘mira la forma con la que te trata Francia’, se vuelven aún más rabiosos y se radicalizan aún más”. Los jóvenes que viven en zonas conurbadas son mayoritariamente hijos de migrantes de África del norte que se establecen en los barrios pobres, como el del Mirail en Tolosa. “En Francia, existe una violencia social, vinculada con la historia de Francia y Argelia, su antigua colonia. Hay pocas perspectivas, existe un retroceso de los valores comunes. Y con las redes sociales, hay un descontrol que favorece la radicalización. Es una problemática social”, añade Jean-Manuel Escarnot. Otro aspecto para explicar la rabia de los jóvenes franco-magrebinos lo desarrolla Pierre Puchot: el racismo. “La islamofobia es importante en Francia, por ejemplo, cuando se votó la ley sobre el uso del velo”. El escritor añade que muchos franceses se quejan de que los musulmanes rezan en las calles. “Pero si lo hacen, es porque se les otorga aulas muy chiquitas de menos de 100 metros cuadrados para las ceremonias religiosas”, lamenta. Esta acumulación de varios criterios hace pensar a los jóvenes musulmanes que son menos respetado que en otros países. “El antiislam está muy utilizado por el Estado islámico para enlistar a los jóvenes. Y lo que pasa a veces en Francia valida esta ideología. Hoy en día, el yihadismo es más vivaz que nunca”, dice Puchot. [caption id="attachment_493334" align="aligncenter" width="1200"]Una niña en medio de un enfrentamiento entre fuerzas especiales iraquíes y militantes del Estado Islámico en Mosul, Irak. Foto: AP / Felipe Dana Una niña en medio de un enfrentamiento entre fuerzas especiales iraquíes y militantes del Estado Islámico en Mosul, Irak. Foto: AP / Felipe Dana[/caption] Tolosa, foco del yihadismo Después del ataque de Trèbes, el área de Tolosa permanece en alto riesgo de ataque terrorista. Se contabilizan más de 100 radicalizados en la urbe de la ciudad rosa. En 2016, en esa provincia se registraron unos 300 individuos por casos de radicalismo de los mil 154 que cuenta la región, declaró Pascal Mailhos, prefecto de la región Occtania, representante del estado Francia, en el diario local La Dépêche du Midi, en 2017. Una cifra que representa 26% de los “fichados S”, el estatuto creado para identificar a las personas radicalizadas y determinar si tienen el perfil de un potencial terrorista. La matanza de Mohamed Merah en 2012, primer acontecimiento terrorista en el sur de Francia, sacó a la luz el problema de yihadismo cerca de los Pirineos en aquel entonces. El gobierno y las fuerza antiterroristas franceses se esforzaron en saber si el caso de Mohammed Merah era el de un “lobo solitario” o un ejemplo de lo que podría pasar en las semanas siguientes en esa región. Para la región occitana, en junio de 2015, un informe parlamentario acerca de la supervisión de los canales yihadistas contabilizaba 488 radicalizados. Uno de los más importantes, con respecto a la población. En la parte oeste de Occitania, lo que sería la exregión Midi-Pirineos, se registran 530 personas “fichadas S”. Pero el proceso de radicalismo también se organiza fuera de las grandes ciudades. Lunel, una ciudad de 20 mil habitantes cerca de Montpellier. Localidad sin historia desconocida de los propios franceses. Ahí viven franceses junto con Harkis, una población de origen argelina que llegó en los años 60. Desde aquél entonces coexisten, pero no se mezclan. La población se divide. Los viejos habitantes de Lunel, hartos de la migración, votan a favor del Frente Nacional (la extrema derecha francesa), y los recién llegados se refugian en la religión. Después del atentado de París en enero de 2015 contra periodistas de la revista Charlie Hebdo, una tienda judía y varios policías que terminó con 17 asesinatos, la policía realizó varias estaciones en Lunel. Una operación que sacó a la luz esta pequeña ciudad del sur de Francia. Es que desde los años 90, la localidad es conocida por el desarrollo del islamismo radical en el país. Entre 2014 y 2015, varios jóvenes de Lunel se marcharon al Medio-Oriente para reforzar al ejército del Daech. La Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI) trabajó para desmantelar este “canal”, sin mucho éxito. De la decena de jóvenes, convencidos de no tener futuro brillante en Francia, al menos ocho de ellos tampoco lo encontraron en el Medio-Oriente, al ser ejecutados en la guerra en Siria e Irak. Después de los atentados de París en noviembre de 2015, los más mortíferos en el suelo europeo, fue evidente la importancia del yihadismo en Occitania. Luego de unas horas de la matanza en el Bataclán, el Estado Islámico reivindicó el acto terrorista mediante una grabación audio. Un mensaje leído por un tal Fabien Clein, según los servicios especializados que estudiaron el tema. Este hombre, convertido al islam en 2001, forma parte de los canales islamistas radicales en Tolosa. “Los hermanos Clein empezaron desde muy jóvenes”, explica Jean-Manuel Escarnot. Sigue: “Tomaron experiencia en la práctica del islam rigorista. Vendían libros en los mercados de Tolosa, se endurecieron, encontraron un sentido en la vida cuando irrumpió el conflicto en Irak. Junto con su hermano Jean-Michel, Clein, había vivido en el barrio del Mirail, en Tolosa”. El barrio famoso por su tasa alta de delincuencia y miseria social… Un barrio en el que Mohamed Merah también vivió. Y en este barrio donde el radicalismo islamista se genera y se propaga, los dos radicalizados, todavía no terroristas, se conocieron. [caption id="attachment_460340" align="aligncenter" width="1159"]Un presunto miembro del Estado Islámico es detenido durante una redada en Tob Zawa, cerca de Mosul, Irak. Foto: AP / Khalid Mohammed Un presunto miembro del Estado Islámico es detenido durante una redada en Tob Zawa, cerca de Mosul, Irak. Foto: AP / Khalid Mohammed[/caption] Emir, blanco e ideas negras Más alejado aún de las grandes ciudades, el pueblo de Artigat, en la cadena de los Pirineos, “también se convirtió en un foco importante del yihadismo nacional”, expone Pierre Puchot. Ahí, un “Emir blanco”, Olivier Corel, de origen sirio, reunía a varios jóvenes para formarlos. Fue a principios de los años 2000, hasta 2006, explica Jean-Manuel Escarnot. “Corel daba clases ideológicas y religiosas muy documentadas. En Artigat, tenía muchos libros. Los jóvenes venían de Tolosa. Muchos de ellos descubrían el aire fresco de la montaña y era algo nuevo”, afirma. Después, sigue, los llenan “con ideas negras. Ahí, Corel coincidió con los hermanos Clein y también Mohamed Merah. Decenas de jóvenes se formaron al salafismo con el Emir Blanco, sin que se sepa la cifra oficial de reclutas”. En 2015, cerca de dos mil yihadistas franceses salieron del país para combatir en Irak y Siria, según el gobierno François Hollande. En agosto de 2017, el Ministerio de Interior, el equivalente de Gobernación, indicaba que 271 habían regresado a Francia. Entre ellos, 54 menores de edad. Hoy en día, la cifra de individuos matriculados en la red de tratamiento de señalamiento para la prevención del radicalismo terrorista es de 18 mil 500. Sin embargo, “se ha hecho muy poco para detener la radicalización en los barrios”, opina Jean-Manuel Escarnot. “Es como si un carro que deja de funcionar fuera revisado por cinco mecánicos diferentes, pero siempre de igual forma”, trata de pintar el periodista acerca de la desradicalización. Los especialistas coinciden en decir que Francia tiene un problema con el islam francés. “El problema de la sociedad francesa es la forma con la que mira a sus barrios y zonas suburbanas”, comenta Escarnot. El reto es grande. Según los expertos, la integración de su población marginalizada es una de las claves para prevenir los atentados en el país. Al preguntar a Pierre Puchot si existe todavía un riesgo de un nuevo ataque islamista, la respuesta es clara: “Claro que si. Existe”.

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