Silencio papal ante las acusaciones del arzobispo Viganó sobre abusos sexuales en la Iglesia

martes, 4 de septiembre de 2018 · 08:56
LONDRES (apro).- La gira papal de dos días por la República de Irlanda concluyó el pasado 26 de agosto en medio de una fuerte polémica y recriminaciones, luego de que el arzobispo Carlo María Viganò, un exdiplomático del Vaticano, acusó al Sumo Pontífice de encubrimiento por casos de abusos sexuales en Estados Unidos y lo exhortó a renunciar a su cargo. Viganò, de 77 años y que se había desempeñado como enviado papal a Washington de 2011 a 2016, dijo además que existe “una conspiración de silencio no tan distinta a la que prevalece en la mafia”. Francisco se negó a responder las graves acusaciones y prefirió mantener el silencio. El Pontífice fue preguntado por un grupo de periodistas sobre el tema durante el vuelo papal de regreso a Roma, tras haber finalizado una visita a Irlanda en la que el Papa pidió “sean perdonados” aquellos miembros de la cúpula eclesiástica que “mantuvieron silencio” por los abusos clericales a menores. Al ser interpelado por los reporteros, Francisco indicó que no diría palabra alguna sobre la explosiva carta de 11 páginas dada a conocer por el arzobispo Viganò. “Diré sinceramente a ustedes y a todos aquellos que estén interesados: lean el documento cuidadosamente y juzguen por sí mismos (…) Ustedes tienen suficiente capacidad periodística para sacar sus propias conclusiones. Cuando pase algo de tiempo y ustedes saquen sus conclusiones, tal vez hable”, expresó. En la misiva, que también contiene un ataque abierto por “homosexualidad en la Iglesia Católica”, el arzobispo Viganò afirma que el Papa estuvo al tanto de las acusaciones de abusos sexuales por parte del cardenal estadunidense Theodore McCarrick cinco años antes de haber aceptado la renuncia de ese religioso. Viganò admitió haberle revelado en 2013 a Francisco que McCarrick enfrentaba muchas acusaciones por abusos sexuales a seminaristas y sacerdotes. “El Papa sabía desde al menos el 23 de junio de 2013 que McCarrick era un depredador sexual en serie”, escribió el arzobispo en su carta, al agregar que el Pontífice “sabía que él era un hombre corrupto, y lo encubrió hasta el final”. “El Papa Francisco debe ser el primero en dar un buen ejemplo ante los cardenales y obispos que encubrieron los abusos de McCarrick, y por ello debería renunciar junto con todos ellos”, reclamó. De acuerdo con Viganò, el Papa no respondió en su momento a las acusaciones, y permitió que McCarrick continuara en su cargo como emisario público de la Iglesia. El exenviado papal a Washington nombró además a un número de cardenales y arzobispos que supuestamente sabían sobre los abusos del cardenal estadunidense, y que prefirieron mantener el silencio sobre el asunto. “La corrupción ha llegado a los niveles más altos de la jerarquía de la Iglesia”, denunció. Aunque la misiva no presenta evidencia fehaciente que verifique la supuesta charla que mantuvo con el Papa en junio de 2013, tres meses después de la elección de Francisco al frente de la Iglesia Católica, sí indica que a comienzos de 2006 Viganò le envió un memorando a varios miembros de alta jerarquía del Vaticano, advirtiéndoles acerca de que McCarrick era sospechoso de abusar sexualmente a adultos en un seminario cuando se desempeñaba como obispo de Nueva Jersey entre 1981 y 2001. McCarrick, de 88 años, renunció en julio pasado a su cargo en medio de su deshonra pública. Francisco aceptó su renuncia luego de que el obispo fue acusado de abusar de un monaguillo de 11 años y de seminaristas adultos. El Papa le ordenó llevar una vida “de oración y penitencia” hasta que las acusaciones contra él sean evaluadas en una pesquisa interna de la Iglesia. McCarrick sigue insistiendo que es inocente. “En este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal, el Papa debe admitir sus errores […] Si realmente queremos liberar a la Iglesia del pantano fétido en que ha caído, debemos tener el coraje de tirar abajo la cultura del secreto y confesar públicamente las verdades que hemos escondido”, agregó la carta. Según Viganò, “hay que tirar abajo la conspiración de silencio que utilizaron obispos y sacerdotes para protegerse a costas de sus fieles, una conspiración de silencio que en los ojos del mundo hace ver a la Iglesia como una secta, una conspiración de silencio no tan distinta a la que prevalece en la mafia”. De acuerdo con la BBC de Londres, la carta, publicada luego de que el Papa habló públicamente durante su visita a Irlanda sobre los abusos sexuales de sacerdotes, genera sospechas acerca de si el sumo pontífice enfrenta un “ataque coordinado” por parte de grupos tradicionalistas dentro de la jerarquía eclesiástica en Roma. Una alta fuente del Vaticano informó a la cadena pública británica que el momento de publicación de la misiva en coincidencia con el fin de la gira irlandesa “es sospechoso” y agregó que podría haber sido parte “de un ataque orquestado” por miembros de la jerarquía de la Iglesia “que se han opuesto al Papa Francisco desde el momento que fue electo en 2013”. El liderazgo de Francisco, para muchos informal, y que incluyó bautizar a un bebé en la vía pública o casar a una pareja a bordo de un avión, preocupa a los más tradicionalistas y conservadores dentro del Vaticano, muchos de los cuales quedaron “horrorizados” por el último documento eclesiástico papal sobre la familia, titulado “Amoris Laetitia”, destacó la BBC. El arzobispo Viganò fue uno de los cardenales que se sumó al rechazo o “duda” por el documento “Amoris Laetitia”, y ha desafiado públicamente a Francisco a “corregir” sus enseñanzas sobre la vida familiar. Viganò, junto con otros cardenales, considera que “en ciertas ocasiones” el Papa “debería ser desafiado y desobedecido” en público. Sin embargo, el propio Viganò ha enfrentado en el pasado acusaciones por supuesto encubrimiento de abusos sexuales. Esas acusaciones de encubrimiento, que Viganò niega categóricamente, incluyen la denuncia de que supuestamente trató de frenar una investigación al exarzobispo de St. Paul-Minneapolis, Minnesota, John Nienstedt, acusado de comportamiento inapropiado con seminaristas. En 2016, el periódico National Catholic Reporter reveló que Viganò supuestamente ordenó el fin de esa pesquisa a Nienstedt, como también la destrucción de evidencia clave. Ese informe periodístico citó un memorando de 2014 de una autoridad de la diócesis local, acusando directamente a Viganò. Nienstedt fue forzado a renunciar a su cargo en 2015 por su manejo de casos de abusos sexuales a menores dentro de su diócesis. Por su parte, la decisión de Francisco de no hacer comentarios sobre la carta acusatoria de Viganò coincide con su conocida postura de evitar peleas públicas sobre diferencias dentro del Vaticano. Durante la misa dominical en el Phoenix Park de Dublín, que cerró su visita oficial a Irlanda, el Papa suplicó por el perdón “para los abusos en Irlanda, los abusos de poder, de conciencia y sexuales” perpetrados por la jerarquía de la Iglesia Católica. También listó los diferentes tipos de abusos y maltratos perpetrados por sacerdotes en Irlanda, como también casos de encubrimientos eclesiásticos por abusos sexuales. Poco antes, Francisco dijo que nadie puede dejar de indignarse “ante las historias de aquellos que sufrieron abusos, a quienes se les robó la inocencia y quedaron con cicatrices por memorias dolorosas”. Aunque el Papa se mostró a favor de que “se haga justicia”, no especificó medidas precisas para enfrentar el problema. En un mensaje a través de su cuenta oficial en Twitter, Francisco pidió a la “bendita madre que interceda para la sanación de los sobrevivientes de abusos”, y confirmó a cada miembro de la familia cristiana “sobre la resolución de nunca más permitir que estas situaciones vuelvan a ocurrir”. La Iglesia Católica de Irlanda se ha visto envuelta desde hace años en una serie de graves revelaciones y denuncias por sacerdotes pedófilos, abusos sexuales en orfanatos manejados por el clero católico, y la explotación de mujeres en institutos para madres solteras. Durante el primer día de su visita oficial, Francisco se entrevistó con ocho sobrevivientes de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, a quienes les dijo que dichos abusos “son una inmundicia”. Ese mismo día, el primer ministro irlandés Leo Varadkar, reclamó al Papa que tome medidas concretas contra aquellos clérigos involucrados en abusos sexuales de menores o en mantener el silencio por dichas atrocidades. La visita del Papa a Irlanda también provocó manifestaciones y vigilias en distintas partes del país, en repudio a los abusos sexuales de sacerdotes católicos y el silencio del Vaticano durante años al respecto. En Tuam, en el condado de Galway, más de un millar de personas participaron de una vigilia silenciosa para recordar a los llamados “bebés de Tuam”. El instituto de Tuam fue uno de diez centros en los que al menos 35 mil madres solteras fueron recluidas, muchas de ellas que terminaron siendo abusadas o explotadas. En su vuelo de regreso a Roma, Francisco fue preguntado por los periodistas acerca de la postura de Leo Varadkar, el primer mandatario irlandés abiertamente homosexual, sobre las familias modernas en Irlanda y la necesidad de aceptar que hay “muchas formas de familias”, incluidas aquellas conformadas por parejas del mismo sexo. La República de Irlanda hizo historia en 2015 cuando votó a favor de un cambio constitucional que permitiera los matrimonios igualitarios en el país, y nuevamente en mayo pasado, cuando aprobó por mayoría del electorado la despenalización del aborto. Al respecto, el Papa dijo que aquellos padres que ven que sus hijos o hijas “tienen tendencias homosexuales”, no deberían condenarlos, sino “darles espacio y buscar dialogar con ellos”. “Hay muchas cosas que se pueden hacer con la psiquiatría, para ver cómo van las cosas”, afirmó el Pontífice en el avión. “Pero nunca diré que el silencio es el remedio. Ignorar a un hijo o una hija con tendencias homosexuales es una falta de paternidad o maternidad”, agregó. Lo cierto es que la Iglesia Católica enfrenta desde hace años una profunda crisis por abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y clérigos pedófilos en varios países del mundo, incluido Estados Unidos, Irlanda, Australia y Chile. El pasado 20 de agosto, Francisco publicó una carta sin precedentes destinada a todos los católicos del mundo, en la que pidió por el fin “de una cultura de la muerte”, prometiendo que “no habrá más encubrimientos” de abusos. “En los últimos días se dio a conocer un informe donde se detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años. Bien se pudiera decir que la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas ‘nunca prescriben’”, indicó la carta papal. “Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”, concluyó Francisco. mlv

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