Washington silenció reportes internos contra Pinochet

viernes, 18 de octubre de 2019 · 12:58
Un grupo de oficiales del Departamento de Estado advirtió al gobierno de Estados Unidos sobre la urgencia de sacar del poder a Augusto Pinochet. De acuerdo con un reporte del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, el informe, ignorado por la administración de Jimmy Carter, fue redactado luego del atentado que el dictador chileno perpetró el 21 de septiembre de 1976 en territorio estadunidense, para asesinar al canciller Orlando Letelier y a su asistente, Ronni Moffitt. VALPARAÍSO (apro).- La reciente divulgación de un memorándum del Departamento de Estado de Estados Unidos revela la división interna que hubo en las altas esferas del poder estadunidense sobre Augusto Pinochet, tras el atentado en Washington en el que murieron el canciller Orlando Letelier y su asistente, Ronni Moffitt. El documento da cuenta de que un grupo de oficiales solicitó el 1 de octubre de 1979 hacer todo lo posible por sacar del poder al dictador chileno. Letelier y Moffitt fueron asesinados el 21 de septiembre de 1976 en Washington DC, cuando explotó el vehículo en el que se trasladaban. Como se comprobaría muy pronto, la bomba fue activada por un comando de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), entidad chilena que contó con la colaboración de mercenarios cubanos anticastristas. De esa manera Pinochet y su brazo derecho, el coronel Manuel Contreras (jefe de la Dina), continuaron con el exterminio de todos los opositores que representaban un riesgo para la continuidad de su régimen. Orlando Letelier, dado su prestigio internacional y amplia red de contactos, era uno de ellos. El memorándum fue redactado por cuatro oficiales del Departamento de Estado mediante un mecanismo conocido como “Canal Disidente”, cuando el inquilino de la Casa Blanca era el demócrata Jimmy Carter. El documento fue dado a conocer el 20 de septiembre último por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas inglés) de la Universidad George Washington. En el reporte se recomendó acusar oficialmente a Pinochet y la Dina, y tomar una serie de medidas destinadas a obligarlo a dejar el poder en manos de un liderazgo militar “más responsable”. Esto generaría –supuestamente– “una transición algo más rápida hacia un gobierno civil”. Los funcionarios disidentes del Departamento de Estado calcularon que la partida de Pinochet “eliminaría el símbolo principal de la represión chilena y permitiría una flexibilidad política mucho mayor en el trato con Chile". El Canal Disidente es un mecanismo utilizado para que los funcionarios del Departamento de Estado proporcionen una oposición constructiva a las políticas establecidas de política exterior “que no se pueden comunicar de manera completa y oportuna en los canales y procedimientos operativos regulares”, explicó el NSA cuando dio a conocer el reporte secreto. El memorándum sobre el caso Letelier-Moffitt fue redactado poco después de que la Corte Suprema de Chile desestimara una solicitud de extradición presentada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos contra el jefe de la Dina y sus subalternos Pedro Espinoza y Armando Fernández Larios, dada su responsabilidad en el atentado. Ya comprobado, Pinochet se reunió en agosto de 1978 con el entonces presidente de la Corte Suprema, Israel Bórquez, a quien le dijo que él se había comprometido con el cuerpo de generales de su institución a impedir que se concretara la solicitud de Estados Unidos. Le pidió que la Corte Suprema rechazara la extradición. Bórquez le aseguró que haría “todo lo posible” para acceder a lo requerido. A tanto llegó su docilidad con el dictador que, cuando tuvo a su disposición un borrador del fallo, se lo hizo llegar a Pinochet para conocer si satisfacía sus deseos. Pinochet pidió que la sentencia fuera endurecida “para excluir cualquier posibilidad de que el caso de extradición pudiera ser reactivado” y “el lenguaje fue cambiado para cumplir con la orden de Pinochet”. Así se establece en un informe secreto del 1 de mayo de 1987 de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el que se sintetizaron diversos reportes –desde 1978 en adelante– en los que se abordaba el rol de Pinochet en el asesinato de Letelier y su posterior encubrimiento.
“Una revisión de nuestros archivos sobre el asesinato de Letelier nos ha proporcionado lo que consideramos pruebas convincentes de que Pinochet ordenó a su jefe de inteligencia perpetrar el asesinato”, registra dicho documento que fue desclasificado el 23 de septiembre de 2016 por la administración de Barack Obama.
Los autores del memorándum “se opusieron a la política del Departamento de Estado de aceptar la decisión de la Corte Suprema y continuar las relaciones normales con el régimen, para no poner en peligro los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos en Chile”, señaló el NSA. Gracias a la información recopilada por el NSA se conoce la identidad y los papeles de tres de los cuatro autores del documento: se trata del embajador Francis McNeil, exsubsecretario adjunto de Asuntos Interamericanos; Robert S. Steven, exfuncionario del “escritorio Chile”, y del asesor legal para Asuntos Interamericanos, Frank Willis. El NSA dio a conocer que el embajador McNeil recordó que Robert Steven (principal promotor del memorándum) recurrió al Canal Disidente “porque era un último recurso establecido para lograr que los tomadores de decisiones miraran más de cerca la política impugnada". McNeil también recordó, con relación al contexto que dio origen al memorándum, que “los chilenos sabían que nosotros sabíamos que ellos habían asesinado a Letelier y a Moffitt, y esperaban que nos derrumbáramos. Eso hizo que castigar al régimen (de Pinochet) fuera aún más necesario, no sólo por los asesinatos, sino para evitar que otros los imitaran. Después de todo, hasta el ‘11 de septiembre’ (2001) ese había sido el único ataque terrorista en la posguerra, patrocinado por extranjeros en suelo estadunidense”. El Archivo Nacional de Seguridad aseguró que varias recomendaciones planteadas por los disidentes en su memorándum fueron adoptadas por el Departamento de Estado, “pero su posición finalmente no influyó en la leve respuesta de la administración Carter ante los asesinatos de Letelier y de Moffitt”. El NSA obtuvo el mencionado memorándum vía la Ley de Libertad de Información (FOIA, por su sigla en inglés), que posibilita que cualquier persona pueda acceder a información sobre los actos de gobierno, con algunas excepciones relacionadas con materias de seguridad nacional. Héroes olvidados En entrevista con Proceso, el jefe de la Sección Chile del NSA, Peter Kornbluh, dice que los cuatro autores del memorándum son héroes poco reconocidos de la historia. Expone que era necesario que se conociera “el esfuerzo que ellos hicieron para terminar con una política estadunidense de connivencia con el régimen terrorista del general Augusto Pinochet”. Consultado sobre el nivel de conocimiento que el expresidente Carter tuvo de la participación de Pinochet en el asesinato de Letelier, Kornbluh explica que “el Departamento de Justicia estuvo investigando activamente este crimen atroz”, pero “no toda la evidencia que ellos reunieron fue compartida con la Casa Blanca”. Afirma que omitieron información “con el fin de asegurar que ningún político impidiera o contaminara la investigación”. El investigador del NSA aclara que no está completamente claro que la CIA compartiera la información detallada que habían obtenido sobre el rol de Pinochet en el atentado.
“Sabemos –por archivos desclasificados– que el consejero de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski, y su equipo se mostraban escépticos y verdaderamente contrarios a la idea de que Pinochet estuviera personalmente involucrado.”
Relevante en la desclasificación de los archivos secretos de los organismos de inteligencia de Estados Unidos relacionados con la dictadura de Pinochet, Kornbluh manifiesta que “eso sólo demuestra cuán poco se comprendía la manera en que funcionaba el régimen de Pinochet”. Añade que el encargado principal del memo del “Canal Disidente”, Robert Steven, entendió “muchísimo mejor que los oficiales de la Casa Blanca” la relación de Pinochet con la Dina y su director. Era tan cercana la relación entre ambos que –desde la fundación de la Dina, en junio de 1974, y hasta su disolución, en agosto de 1977– tenían por rutina desayunar juntos cada mañana en el edificio Diego Portales, entonces sede de gobierno. Contreras informaba sobre la situación del país y de las actuaciones de la Dina. Este proceder hacía sentir tan seguro a Pinochet que en más de una ocasión afirmó que “en Chile no se mueve una hoja sin que yo lo sepa”. Peter Kornbluh destaca que después de 40 años de secretismo “ahora sabemos por los documentos desclasificados –tres años atrás– que la CIA tenía información de que Pinochet dio la orden de asesinar a Letelier, y de que luego dirigió personalmente el intento de encubrir el papel de su régimen en este acto de terrorismo internacional”. Considera que el presidente Barack Obama ordenó la desclasificación de esos documentos en el 40 aniversario del asesinato, como un gesto hacia el gobierno de Michelle Bachelet.
–¿Por qué cree que la administración Carter no actuó más fuertemente con el fin de intentar sacar del poder a Pinochet? –El gobierno de Estados Unidos está lleno de organismos, como el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado, el Departamento de Comercio, la CIA, etcétera, que han generado interés por mantener el Status Quo. Para proteger los intereses institucionales que ellos tenían hicieron retroceder el esfuerzo de un pequeño número de oficiales del Departamento de Estado que expresaron una fuerte oposición frente a un acto de terrorismo internacional como el realizado en Washington DC.
Kornbluh menciona que “había senadores derechistas poderosos, como Jesse Helms, que veían a Pinochet como un dios anticomunista. Y no les importaba en lo más mínimo si él asesinaba a sus oponentes”. Aseguró que esos personajes de derecha ejercieron mucha presión durante la administración de Carter para que se ignoraran las atrocidades de Pinochet en temas de derechos humanos cometidos en Chile y en el extranjero. El investigador del NSA dice que el gobierno de Bill Clinton (1993-2001) vio a Chile de manera diferente a la de sus predecesores George W. H. Bush y Ronald Reagan. “Clinton se interesó seriamente en responsabilizar a Pinochet por sus crímenes terroristas”, afirmó. Kornbluh dijo que tras el arresto de Pinochet en Londres (el 16 de octubre de 1998), él fue a la Casa Blanca con Sam Buffone, el abogado de las familias de Letelier y Moffitt, para presionar que se persiguiera al dictador por los homicidios en Washington. “¡La Casa Blanca estuvo de acuerdo!”. Recuerda que tras estas conversaciones el Departamento de Justicia abrió una investigación formal. “Un equipo de abogados y agentes del FBI fueron enviados a Chile, en abril y mayo de 2000, para asistir a las autoridades chilenas en el interrogatorio de 42 exoficiales del régimen militar acerca del papel de Pinochet en el acto terrorista”. Relata que, a fines del año 2000, oficiales del Departamento de Justicia informaron a la fiscal general Janet Reno que había suficiente evidencia para acusar a Pinochet, “pero desafortunadamente las elecciones presidenciales de Estados Unidos ya habían señalado a George Bush como próximo presidente de Estados Unidos”. Lo anterior, supuso un freno en las pesquisas contra el dictador chileno, lamenta Kornbluh. “Aún después del 11/9 (los atentados a las Torres Gemelas) su administración se rehusó a poner en práctica esta recomendación y Pinochet murió sin haber sido procesado en Estados Unidos ni en Chile como autor intelectual” de los asesinatos en Washington. Asegura que el caso de Orlando Letelier y Ronni Moffitt “es uno de los más recordados de la historia contemporánea en Estados Unidos y Chile (…)”. La memoria de Orlando y Ronni y el significado de su sacrificio ha sido mantenido por sus colegas en el Institute for Policy Studies (IPS) donde ambos trabajaron. El IPS construyó un monumento en el lugar donde fueron asesinados, para ofrecer reconocimiento permanente de sus vidas. Además, se organiza una Cena de Gala Anual de los Derechos Humanos y cada año realiza una ceremonia en el Círculo Sheridan donde murieron. Kornbluh agrega que los principales artífices de la política de Estados Unidos, como Henry Kissinger, “nunca rindieron cuentas por el apoyo que le dieron al régimen de Pinochet. Y el dictador chileno nunca fue responsabilizado legalmente por este crimen, pese a que su principal matón, Manuel Contreras, fue juzgado, condenado y pasó el resto de su despreciable vida en prisión”.  

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