Julian Assange, una vida que se apaga lentamente

miércoles, 9 de octubre de 2019 · 18:37
LONDRES (apro).- La vida de Julian Asssange, fundador de Wikileaks, corre peligro: sigue detenido en la prisión de máxima seguridad del Reino Unido, Belmarsh, a la espera del desenlace de un largo proceso judicial por cargos de espionaje. Assange, de 48 años, perdió mucho peso en los últimos meses y su estado de salud se ha debilitado considerablemente, por lo que ha sido trasladado varias veces al hospital de la prisión londinense. Según informó WikiLeaks en su página de internet, Assange fue trasladado varias veces al hospital de la propia prisión después de una “drástica pérdida de peso” y complicaciones de salud. El sitio afirmó además que “está tan mal que casi no puede mantener una conversación”. “La salud de Assange ya se había deteriorado significativamente después de siete años en la embajada de Ecuador, donde estuvo en condiciones incompatibles con los derechos humanos básicos”, explicó Wikileaks. Por su parte, el padre de Assange, John Shipton, contó al sitio de información World Socialist Web Site (WSWS) que su hijo “podría morir” en prisión, como resultado de las terribles condiciones bajo las cuales está detenido. Shipton indicó que teme por la vida de Assange, y por ello llamó a las autoridades a apiadarse de su hijo. También expresaron mucha preocupación por la salud del australiano varios de sus amigos y allegados, entre ellos su hermano Gabriel Shipton, el periodista y cineasta John Pilger, la diseñadora de moda Vivienne Westwood, la actriz Pamela Anderson y el relator especial de la ONU sobre tortura, Nils Melzer, todos los cuales lo han visitado en prisión. WSWS indicó por su parte que Assange “sería la víctima de un intento de asesinato en cámara lenta por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia. “Hay muchas razones para acusar a Washington, Londres y Canberra por haber planeado la muerte de Assange, al preferir esa opción en lugar de años de un proceso político para extraditarlo del Reino Unido a Estados Unidos, en un juicio amañado por cargos de espionaje”. También explicó que Assange permanece detenido en una celda pequeña en completo aislamiento de 21 a 23 horas al día, no tiene acceso a información externa ni a llamadas telefónicas, como tampoco se le permite visitar la biblioteca de la prisión. Bajo las estrictas reglas de Belmarsh, tiene prohibido interactuar con otras personas, a excepción de un grupo reducido de guardias. Cada vez que el fundador de Wikileaks abandona su celda, se le prohíbe comunicarse con otros presos, y sólo puede pasar algunos minutos en el patio cubierto de la prisión, donde es vigilado por varios guardias de seguridad armados. Sólo se le permiten dos visitas de dos horas y media al mes, las cuales aprovecha para mantenerse en contacto con sus allegados y amigos, integrantes de Wikileaks y con sus abogados. “Ha perdido mucho peso, y de acuerdo a los más cercanos a él, presenta señales de desorientación mental, a pesar de su absoluta determinación de seguir dando pelea”, continuó WSWS. Assange permanece dentro de la prisión de Belmarsh desde el pasado 11 de abril, cuando las autoridades de Ecuador le retiraron el estatus de asilado político y autorizaron a la policía británica a ingresar a la embajada ecuatoriana para detenerlo. El australiano había ingresado a la dependencia diplomática el 17 de junio de 2012, dos años después de haber sido arrestado en Londres tras un pedido de la fiscalía sueca por delitos de violación y abusos sexuales a dos ciudadanas de Suecia. El fundador de Wikileaks había pedido asilo a Ecuador para evitar ser extraditado a Suecia y potencialmente a Estados Unidos, donde teme que pueda enfrentar la pena de muerte. Las autoridades estadunidenses lo acusan de haber participado en actividades informáticas en complicidad con la exagente de inteligencia del ejército estadunidense, Chelsea Manning (antes Bradley Edward Manning), quien suministró a WikiLeaks miles de documentos clasificados, entre ellos datos sobre las guerras en Afganistán e Irak. Durante más de siete años Assange fue sometido –según la ONU– a una “detención arbitraria” en la embajada de Ecuador y a “torturas” por parte del Reino Unido. La ONU fue además muy crítica con el gobierno británico por haberle rechazado a Assange pedidos para abandonar la embajada y de ese modo recibir tratamiento médico. “Incluso después de que la investigación fraudulenta contra Assange finalmente fue abandonada por Suecia en 2017, el gobierno británico no bajó los brazos. Por el contrario, colaboró con Washington para presionar a Ecuador a fin de cortar toda comunicación con Assange, y finalmente poner fin a su asilo”, explicó WSWS. Además, agregó que durante ese periodo, sucesivos gobiernos australianos, como parte de su alianza estratégica con Estados Unidos, “apoyaron por completo las flagrantes violaciones contra los derechos y libertades de uno de sus ciudadanos y se negaron a defenderlo”. Assange debía ser liberado el pasado 22 de septiembre tras cumplir la mitad de su actual sentencia por violar las condiciones de su libertad bajo fianza, que cometió durante su permanencia en la embajada de Ecuador. En circunstancias normales, el australiano debía haber quedado en libertad bajo fianza después de 50 semanas en prisión y mientras se desarrolla su juicio, pero la justicia británica optó por seguir manteniéndolo encarcelado. La juez Vanessa Baraitser, del Tribunal de Magistrados del distrito de Westminster de Londres, decidió que Assange siga preso debido a su “historial de evasión”, pues existen “indicios sustanciales” para temer que pueda volver a evadir la acción de la justicia. El fundador de WikiLeaks se enfrentará el 25 de febrero próximo a una audiencia de extradición a Estados Unidos por 17 cargos de espionaje y uno de conspiración, que pueden suponer una condena de hasta 175 años de prisión.

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