Una 'nueva” enfermedad en niños preocupa a los científicos del mundo
PARÍS, Fra. (proceso.com.mx). - La noticia es preocupante: desde hace tres semanas servicios de urgencias pediátricas europeos -y también de Nueva York- atienden a menores de edad afectados por miocarditis aguda o patologías inflamatorias graves cuyos síntomas recuerdan los de la enfermedad de Kawasaki o del síndrome de choque tóxico.
Los datos varían de un país a otro: en algunos los niños y adolescentes hospitalizados padecen covid-19 y en otros no. Hasta la fecha no se reporta ningún fallecimiento.
Los médicos afirman incluso que al salir de los servicios de urgencia o de reanimación, los chicos se recuperan con relativa prontitud. Sin embargo, los jóvenes pacientes deben someterse a un estricto seguimiento médico, porque todavía no se sabe si ese mal extraño tiene secuelas.
El número de casos registrados es mínimo, afirman expertos internacionales reunidos en una teleconferencia sobre el tema apresuradamente organizada por la Organización Mundial de la Salud, en donde también confiesan que su repentino aumento en Gran Bretaña, Italia, España, Francia, Bélgica, Suiza, Estados Unidos y Australia es totalmente inaudito. Los primeros en dar la señal de alarma fueron los británicos.
Alertado por Sociedad de Cuidados Intensivos Pediátricos y el Servicio de Salud Nacional, Matt Hancock, Ministro de Salud de Gran Bretaña, aseguró el pasado 28 de abril a la cadena radial LBC:
“Enfrentamos una nueva enfermedad que, a nuestro juicio, puede ser causada por el coronavirus. No estamos 100 por ciento seguros porque algunos jóvenes no tienen prueba positiva al coronavirus. Acabamos de lanzar investigaciones intensivas. Pero es algo que nos preocupa”.
El mismo día un documento interno de la Asociación Española de Pediatría (AEP) --filtrado en la prensa-- alertó a todos los especialistas del país sobre esa nueva patología.
Tras insistir sobre la urgencia de “llamar a calma a las familias”, los directivos de la AEP recalcan:
"Los casos de shock en niños que están coincidiendo temporalmente con la epidemia de covid-19 son muy infrecuentes; el cuadro clínico se caracteriza por fiebre, vómitos. Inicialmente o puede debutar solo con dolor abdominal, exantema en la piel, los ojos enrojecidos y mal estado general. No sabemos aún la causa, pero puede estar desencadenado por infecciones bacterianas”.
Se sabe que comunicados internos de la misma índole circularon en las asociaciones de pediatras de Europa.
“Tomamos muy en serio esa alerta y son las investigaciones clínicas y científicas en curso las que nos permitirán saber si existe una relación con la covid-19. Por el momento yo no lo sé”, advirtió prudentemente Olivier Véran, Ministro de Salud de Francia el pasado 29 de abril.
No se conoce el número total de menores de edad hospitalizados con complicaciones inflamatorias, pulmonares o cardiacas en los servicios de urgencia europeos.
Hasta los primeros días de mayo, los pediatras de Bérgamo, epicentro de la covid-19 en Italia, hablaban de 20 casos y sus colegas de la ciudad Génova, de cinco.
A finales de abril, las autoridades sanitarias francesas manejaban las mismas cifras: 20 casos de niños entre 5 y 17 años tratados en hospitales parisinos y cinco más en cuatro ciudades de provincia.
Pero el 5 de mayo, el profesor Damien Bonnet, quien encabeza el servicio de cardiología pediátrica del hospital infantil Necker de París, advirtió que en poco menos de un mes había atendido -o seguía atendiendo- a unos 50 niños que padecían problemas cardiacos serios e inclusive muy graves.
Según precisó, la edad de sus jóvenes pacientes oscila entre 2 y 17 años y, si bien todos fueron objeto de cuidados intensivos, sólo una minoría acabó en salas de reanimación.
“En tiempo normal tenemos menos de un caso grave de enfermedad de Kawasaki por mes, y ahora tenemos un promedio de dos nuevos casos por día”, declara Bonnet mientras que sus colegas de Bérgamo recuerdan que antes de la pandemia solían tratar a lo mucho unos seis o siete casos al año.
Los primeros síntomas que afectan a los jóvenes pacientes son los que describe el documento interno de la Asociación Española de Pediatría, pero si no están tratados a tiempo su estado empeora rápidamente.
“El cuadro clínico se parece a veces al del síndrome de Kawasaki, una enfermedad inflamatoria infantil rara que tiene síntomas polimorfos y en particular cardiacos”, señala al vespertino Le Monde el profesor Pierre-Louis Léger, responsable del servicio de reanimación pediátrica del hospital Trousseau de París.
Al igual que Léger, la mayoría de los especialistas europeos subrayan similitudes, pero también diferencias entre la afección inédita que sufren los niños actualmente y la enfermedad de Kawasaki.
Esa última, que sigue siendo bastante misteriosa para los científicos, se caracteriza por fiebres altas, erupciones cutáneas, inflamación de ganglios y sobre todo de las arterias coronarias.
Hay debates sobre su origen que podría ser genética o viral. El hecho de que afecte más frecuentemente a niños asiáticos (1/1000 en Japón) que a pequeños europeos (1/6000 en Francia) o estadounidenses (1/12000) sugiere una predisposición genética.
Sin embargo, su reaparición cada invierno en muchos países del mundo lleva a pensar que podría tratarse también de una infección viral.
En todo caso, insisten los científicos, es poco letal, ya que solo 0.017 % de los jóvenes afectados fallecen por su culpa.
Algunos factores perturban a los expertos. El primero es la diferencia de edad que existe entre los niños afectados por la enfermedad de Kawasaki, quienes suelen ser menores de cinco años, y la de los chicos atendidos en ese momento en los servicios de urgencias pediátricas que varia entre 3 y 17 años.
El segundo factor es singular. Según explica Isabelle Koné-Pau, reumatóloga pediátrica del hospital Kremlin-Bicêtre de París, la enfermedad de Kawasaki genera una dilatación de las arterias coronarias, mientras que la patología actual ataca el músculo cardiaco.
Pero la mayor interrogante concierne a la relación eventual entre el nuevo coronavirus y esa nueva enfermedad infantil -tentativamente calificada de manifestación atípica de la enfermedad de Kawasaki- cuya irrupción en plena pandemia de covid-19 sorprende al mundo científico.
Los médicos galos se muestran cautelosos y, por el momento, no se atreven a establecer una relación directa entre el coronavirus y esa patología extraña que aún no lleva nombre. Explica el Profesor Bonnet:
“Según pudimos comprobar, 70% de los niños que atendimos o seguimos atendiendo eran portadores de la covid-19, y 30% estuvo en contacto con personas infectadas por el coronavirus. Por el momento, sin embargo, no disponemos de pruebas científicas rigurosas que nos permitan estar 100% seguros de que exista una relación causal entre las dos enfermedades. Estamos también analizando la posibilidad de que estos niños hayan sido expuestos a otro tipo de virus aún no identificado”.
Stéphane Dauger, responsable del servicio de reanimación pediátrica del hospital Robert-Debré de París, aclara:
“La correlación con la covid-19 existe, pero todavía no se puede determinar si se trata de una relación directa ni cual es el mecanismo que une ambas enfermedades. En el estado actual de nuestros conocimientos ninguna otra causa puede explicar el tipo miocarditis bastante rara que padecen los niños. Sin embargo, sigue habiendo muchos interrogantes”.
Existen también pediatras que la referencia a la enfermedad de Kawasaki deja escépticos. Prefieren señalar analogías con el síndrome del choque tóxico, una enfermedad rara y aguda provocada por una toxina bacteriana que afecta en particular la circulación de la sangre.
La Sociedad de Cuidados Intensivos Pediátricos británica observa por su lado que los “parámetros sanguíneos de los niños afectados corresponden a una forma severa de covid-19”, y resalta que los pequeños pacientes parecen ser víctimas del mismo tipo de tormenta ciquotinica que los adultos infectados por el coronavirus.
Las ciquotinas son bacterias que facilitan la comunicación entre las células y estimulan las respuestas inmunitarias e inflamatorias a las agresiones virales.
En el caso de covid-19, su liberación masiva y patológica, calificada de tormenta ciquotinica, surte el efecto contrario al atacar los pulmones o los sistemas coronavascular, renal y neurológico de los pacientes.
Comparten el punto de vista de sus homólogos de Gran Bretaña varios pediatras franceses bastante desestabilizados por “el desbocamiento inmunitario y la sobreproducción de citoquinas” que afecta a los niños atendidos en servicios de urgencias.
“Una de las hipótesis es la siguiente: en un primer momento la covid-19 no tuvo consecuencias graves para estos jóvenes pacientes, pero, en un segundo tiempo, después de varias semanas, el coronavirus provocó reacciones inmunológicas inéditas que desencadenaron estos problemas cardiacos”, enfatiza Pierre-Louis Léger, al tiempo que Etienne Javouhey, presidente del Grupo Francófono de Reanimación y de Urgencias (GFRUR) precisa:
“En el pasado hemos observado situaciones similares en el caso de infecciones virales. Pueden surgir síntomas ‘post-infecciosos’ bastante tiempo después del primer ataque viral. Nos encontraríamos entonces ante una reacción secundaria a la covid-19”.
Ambos explican que están trabajando sobre esa y muchas otras hipótesis en estrecha colaboración con sus colegas a nivel europeo e internacional.
Entender cuanto antes el origen de esa nueva patología infantil –que, hasta ahora, sólo ha afectado a poquísimos menores de edad- para eventualmente prevenirla y, en todo caso, combatirla con la mayor eficacia posible, se ha convertido ahora en una de sus mayores prioridades.