Obras teatrales de Elena Garro
El Fondo de Cultura Económica acaba de publicar el segundo tomo de la obra completa de Elena Garro, en el que se reúnen todas sus piezas teatrales. Con una introducción de la investigadora Patricia Rosas Lopátegui, quien también tuvo a su cargo el cuidado de la edición, el libro contiene las 16 piezas, las cuales habían sido publicadas de manera informal o en antologías y libros que actualmente ya no se encuentran en circulación.
Tenemos pues, en nuestras manos, la obra dramatúrgica de esta significativa autora para el teatro mexicano que exploró la realidad de una manera directa y poética. Para Elena Garro el mundo tangible y el intangible existen en una misma realidad, y en los textos cortos que ahora encontramos reunidos supera la lógica mundana y trasciende la materialidad. Tal es el caso de Andarse por las ramas, en el que explora la imaginación inserta en el mundo palpable y se acerca a esa memorable frase de Saint Exupery en El principito: “Lo esencial es invisible para los ojos”. Utiliza la poesía para elevar su alma y hablarnos en metáforas y evocaciones. Recoge historias que le cuentan, como la de El rastro; nos habla desde un sepulcro, como en Un hogar sólido, o del amor, como en Los pilares de doña Blanca y La señora en su balcón.
Los temas sociales también fueron un tema recurrente. En Los perros, por ejemplo, hay una clara evidencia de su espíritu trágico, sobre todo en relación con el destino de las mujeres. Esta obra pudimos verla escenificada en 2007 bajo la dirección de Sandra Félix –la cual también montó en 1995 con el título de Este paisaje de Elenas, Andarse por las ramas, La señora en su balcón y Un hogar sólido–, en la que no hay visos de que las condiciones de dominio cambien; sólo la ilusión de las dos protagonistas.
Para Elena Garro la línea divisoria entre lo que escribía y lo que vivía era muy tenue, pues su involucramiento con sus creaciones era total. “Yo no puedo escribir nada que no sea autobiográfico –le contaba a Roberto Páramo–, y como creo firmemente en que lo que no es vivencia es academia, tengo que escribir sobre mí misma”.
Pero para esta autora ser autobiográfica no significaba retratarse: la complejidad de su pensamiento y su agudeza intelectual hacían que se reflejara en diversos espejos, que se desdoblara, se identificara, recurriera a metáforas, alegorías o a historias familiares, a través de las cuales pudiera expresar su yo profundo.
En contra de la leyenda negra de que su obra Felipe Ángeles es de la autoría de Octavio Paz, consideramos que el personaje de Felipe Ángeles le fue empático en los aspectos más íntimos, ideológicos y circunstanciales a esta autora. Emmanuel Carballo confirma el estilo inconfundible de Garro en Felipe Ángeles y sabemos, por La hija de Rapachini –única obra teatral de Octavio Paz–, que el aspecto dramático de este autor deja mucho que desear.
Elena Garro encontró en Felipe Ángeles una atractiva veta para manifestar sus inquietudes proyectadas en el alter ego de este personaje histórico: tanto su inquietud por la muerte como el juicio de los hombres a la vida de los vivos.
El segundo tomo de la obra completa de Elena Garro publicada por El Fondo de Cultura Económica da fe de la brillante propuesta dramatúrgica de esta autora y abre las posibilidades para que sus obras vivan en nuestros escenarios.