40 años del libro de las mutaciones

jueves, 2 de julio de 2009 · 01:00
Joaquín Mortiz
 "Acaso nuestros versos duren tanto/ como el modelo Fiat 68/ (y muchísimo menos que el Volkswagen)", reza la primera versión de "Conversación romana" que José Emilio Pacheco publicó en el número 6 de la revista Espejo Letras, artes e ideas de México, en el último trimestre de 1968 Esa edición incluyó un abundante anticipo del conjunto que un año más tarde aparecería bajo el título de No me preguntes cómo pasa el tiempo; 25 de los 80 poemas que conforman éste
En agosto de 1969, fecha en que el libro apareció impreso bajo el sello de Joaquín Mortiz en la colección Las dos orillas, la estrofa citada ya había sido sometida a un cambio: "Acaso nuestros versos duren tanto/ como un modelo Ford 69/ (y muchísimo menos que el Volkswagen)"
La variación es mínima, pero ilustrativa del escrupuloso cuidado con que Pacheco escribe cada poema y de su manera de concebir la escritura: una actividad en permanente proceso de elaboración En este caso es fácil deducir lo que va de un Fiat a un Ford en términos de representatividad y significación ideológica, en especial en una época sensible al colonialismo y a la propagación de las empresas trasnacionales
Más allá de eso, es grato confirmar al paso de los años que los versos de Pacheco han durado muchísimo más que el Volkswagen (que en México siempre ha sido, particularmente en la época en que Pacheco redactó ese poema, el típico sedán, o "vochito", hoy descontinuado), y que el poema al que pertenecen conserva plenamente su poderío y su hondura En la segunda mitad de los años sesenta, Pacheco ya advertía la que hoy es nuestra ominosa cotidianeidad: "Cargan/ los coches contra el hombre y las ciudades/ Centurias y falanges y legiones,/ proyectiles o féretros,/ chatarra,/ ruinas que serán ruinas"
No me preguntes cómo pasa el tiempo cumple 40 años de haber aparecido Se publicó cuando Pacheco tenía 30 de edad Hay que considerar que, por supuesto, escribir y conformar un libro toma entre cuatro y cinco años Pacheco era un muchacho cuando comenzó su redacción Por ello mismo impresiona la variedad de recursos formales que despliega, fruto evidente del conocimiento de la tradición literaria de lengua española ?patente también, por cierto, en la excelente Antología del modernismo (1884-1921), que realiza de manera paralela durante el año en que vive en Inglaterra, en 1968?, así como su curiosidad y apertura a las letras en otros idiomas (de la que son prueba las excelentes traducciones de Aproximaciones), su perspicaz sentido de la historia, la lucidez, en suma, con que contempla el mundo
No por mero halago se ha referido a él Octavio Paz, en la conversación que sostuvo con Carlos Monsiváis en 1967, como "el joven maestro"1
A los 30 años de edad José Emilio Pacheco es consciente de que la poesía ?lo señala muy bien el crítico peruano Julio Ortega en una de las mejores notas que se escribieron a propósito de la salida del libro2? se ha convertido en una actividad marginal a causa de la ineficacia social del poeta, que vive un progresivo desgarramiento histórico: "nuestra época/ nos dejó hablando solos"
El libro tuvo, en general, una recepción inteligente y favorable A los pocos días de que comenzara a circular escribieron sobre él, en México, Julio Ortega, Julieta Campos, Carlos Monsiváis y Ramón Xirau Y en el extranjero, Juan Gustavo Cobo Borda (1971) y Félix Grande (1975)
El entusiasmo que suscita el libro es notable Monsiváis se refiere a él como "un libro sorprendente y extraordinario En comparación, los dos libros anteriores del autor se muestran insuficientes, artificiosos, tramados de acuerdo con una idea ?literaria? o ?libresca? de la poesía Aquí, en cambio, Pacheco profundiza, ahonda hasta lograr un libro orgánico, que aprovecha el alto nivel formal a su disposición y lo convierte en algo personal, intransferible"
Xirau lo llama, en la revista Diálogos, "libro magistral"
Lo es en verdad, porque el lirismo y la crítica corren parejos y lo que se dice acerca de los asuntos de la época ?la guerra de Vietnam, el asesinato del Che Guevara, la matanza de Tlatelolco? dice mucho sobre lo que vivimos hoy
En 1978, la Columbia University Press imprimió Don?t Ask Me How the Time Goes By: Poems 1964-1968, la versión íntegra en inglés, debida al poeta escocés Alastair Reid, connotado traductor de Pablo Neruda y Jorge Luis Borges Lo que la crítica de Inglaterra y de Estados Unidos ha dicho respecto de esa traducción es materia suficiente para escribir un artículo aparte, pero baste decir que ha producido una docena de artículos de prensa y varios extensos ensayos
Hoy circulan en español dos ediciones de No me preguntes cómo pasa el tiempo: una, incluida en Tarde o temprano, la reunión de poemas escritos entre 1958 y el 2000, hecha por el Fondo de Cultura Económica, y otra, la que como volumen individual mantiene en su catálogo ediciones Era
En cualquiera de ellas, el libro es, en esencia, el mismo que se leyó por primera vez en 1969 y, sin embargo, se ha transformado Pacheco no ha dejado de reescribirlo ?no sólo porque está convencido de que todo texto es perfectible, sino, sobre todo, porque no renuncia a la posibilidad de integrar nuevas experiencias, tanto en el sentido testimonial como en el escritural
Así lo acusa el mismo poema que ha servido como punto de partida a esta nota ?y que dista de ser un caso excepcional En la versión de "Conversación romana" incluida en la primera edición de 1969, Pacheco utilizaba, para comenzar, dos epígrafes: uno de Amado Nervo y otro de Russell Baker En las ediciones más recientes sólo mantiene el primero
En estas últimas no sólo ha cambiado puntuación y suprimido o sustituido versos, también ha escrito algunos nuevos, que parecen apostar por una suerte de actualización del poema Compárese simplemente la penúltima estrofa, que en la primera edición dice: "Hace calor Seguimos caminando/ No quiero responder/ ni preguntarme/ si algo escrito hoy/ dejará huellas/ más profundas que el polen en las ruinas"
Mientras que en la versión escrita en el año 2000 se lee: "Hace calor Seguimos caminando/ No quiero responder ni preguntarme/ si algo escrito hoy dejará huellas/ más profundas que un casco desechable/ o una envoltura plástica arrojada/ a las aguas del Tíber"
Reescribir no es escribir la misma cosa De la misma manera que existe una gran diferencia entre lectura y relectura, la reescritura es una constante traducción de la experiencia, un intento de asirla mejor, aunque eso sea imposible Es una suerte de tarea de Sísifo Pero, como diría una de las figuras tutelares de Pacheco, T S Eliot, "lo nuestro es intentarlo"  l
1 Carlos Monsiváis, "Octavio Paz en diálogo" Revista de la Universidad, Vol XXII, núm 3, 1967
2 Julio Ortega, "Lo permanente es lo anacrónico; lo fugaz es lo vivo y lo deseable" La Cultura en México, suplemento de Siempre!, núm 398, 1 de octubre de 1969

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