La fantasía, otra posibilidad

lunes, 11 de enero de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 11 de enero.- David Toscana ha recurrido en sus obras a personajes perturbados o a soñadores, para mirar otras realidades y recrear el lenguaje a través de las significaciones diversas que le dan esos extravagantes. Una de sus intenciones es ubicarse en un mundo diferente y lejano del regido por la moral, en donde puede avizorarse una existencia libre y diversa.

La historia que Toscana presenta en su más reciente novela, Los puentes de Königsberg (Ed. Alfaguara. México, 2009. 242 pp.), emplea la fantasía y el desquiciamiento, como en sus anteriores ficciones. Dos son los narradores: una voz en tercera persona y un joven de apellido Gortari. Los sucesos ocurren en Monterrey y Königsberg (hoy llamada Kaliningrado).

La historia se inicia en la primera ciudad, en donde una tercia de borrachos, a partir de informaciones periodísticas, imaginan lo que en esos momentos ocurre en la segunda población, amenazada y luego invadida por el Ejército Rojo. Ante la ocupación, fantasean su defensa ayudados por Gortari y su maestra. A esta anécdota se le intercala otra en la que los personajes viven su cotidianidad e intentan averiguar el destino de unas niñas desaparecidas. En ambos acontecimientos los actores recurren a la embriaguez, la imaginación, el trastocamiento, el delirio y la ilusión, con lo que provocarán lo increíble y sorprendente.

En Los puentes de Königsberg, Toscana trata de la búsqueda del deseo frente al malestar de la sociedad. En la vida diaria los sujetos tienen que cumplir con sus papeles. Así lo exigen los demás a través del deber o la coacción en un mundo que “…necesita guerra, exterminio, niños muertos, muchos niños muertos, cadáveres en el desierto o en la nieve”. Y en donde los hombres “(Alaban) los hermosos edificios derribados, porque en vez de ellos se construirán cajones de concreto sin imaginación. (Adoran) el poder de un tiro en la nuca, que en menos de un segundo borra años de lecturas y sueños y amores y ecuaciones de álgebra y versos, muchos versos. (Celebran) con mayor júbilo cuando el que jala el gatillo es una bestia, y el arrodillado de manos atadas, un poeta”.

Frente a esta realidad inclemente la única posibilidad es recurrir a la fantasía como creadora de otro mundo. Cuando esto sucede se existe de manera diferente. Entonces la vida no es ese lugar atroz en donde privan el desprecio, la mentira y la sumisión, sino un sitio en el cual los hombres pueden proteger sus ciudades de la barbarie civilizada o encontrar a las niñas desaparecidas, y pueden amar y ser correspondidos por la mujer deseada. Aunque en algunas ocasiones esa ilusión se materializa en actos subversivos que permiten otras maneras de ser y sentir, como sucede en la novela cuando un actor altera el sentido del drama de acuerdo a su capricho y muestra una significación completamente diferente, que inquieta a otros comediantes y a los espectadores.

Daniel Toscana ha escrito una novela imaginativa y provocadora, aunque la integración de las tramas no está bien lograda, por lo que exige que ciertos pasajes tengan que ser releídos para comprenderlos.

 

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