Historia desparpajada
Para conmemorar el Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública, y la Academia Mexicana de la Historia dan a conocer el volumen Historia de México (Fondo de Cultura Económica-SEP. México 2010. 277 pp.).
Sus objetivos son “acercarse a nuestro pasado, así como contribuir a entender el presente y a construir un mejor futuro. Asimismo tiene la finalidad de ayudar a fortalecer nuestra identidad y unidad nacionales”. El libro no es una obra erudita, sino de divulgación escrita por 13 reconocidos historiadores: Manuel Ceballos Ramírez, Miguel León-Portilla, José María Muriá, Gisela von Wobeser (coordinadora), Jorge Alberto Manrique, Ernesto de la Torre Villar, Virginia Guedea, Josefina Zoraida Vázquez, Andrés Lira, Javier Garciadiego, Álvaro Matute, Jean Meyer y Enrique Krauze.
Historia de México inicia con una descripción del espacio geográfico del país dividido en nueve regiones, con base en variables económicas y culturales. Sigue una relación de la historia antigua de Mesoamérica, donde se le distingue como una de las civilizaciones originarias. Continúa la narración de la conquista de México, así como los tres siglos del virreinato, especificando los cambios económicos, ecológicos y culturales que dieron origen al mestizaje y a las grandes desigualdades sociales.
Prosigue la explicación de la Independencia, la búsqueda de una forma de gobierno y la consolidación de un orden constitucional hasta el Porfiriato, definido por sus logros económicos y cerrazón política.
Enseguida aparece el análisis de los sucesos revolucionarios y las facciones que participaron. También se examinan los gobiernos de Madero a Calles y el del llamado Maximato. Después es considerado el sexenio de Lázaro Cárdenas y los gobiernos desde Ávila Camacho hasta el de Miguel de la Madrid. Por último se abordan aspectos relevantes del México contemporáneo, como los cambios democráticos, el Tratado de Libre Comercio, la rebelión zapatista, la migración y el narcotráfico, entre otros.
Historia de México es una obra desencajada y malograda. No hay una adecuada integración debido a que los temas que se tratan en los ensayos iniciales no tienen seguimiento en los subsecuentes. Los criterios de observación varían de un período a otro. En algunos se sigue una perspectiva económica, en otros una política… No se examinan los papeles de la clase obrera y campesina en los períodos de industrialización ni su corporativización a través de los sindicatos y confederaciones que fueron centrales para alcanzar el llamado “desarrollo estabilizador”.
Tampoco se destaca la condición de los indígenas en los últimos 500 años, a pesar de su importancia y de ser reconocida como justa e importante su rebelión para el país. Por último, la reflexión sobre el México contemporáneo se resuelve en una decena de páginas más informativas que analíticas, sobre todo con referencia a los sexenios panistas.
La lectura de la Historia de México da la impresión de ser una obra improvisada para cumplir con un compromiso político y no concebida para ofrecer al público una serie de interpretaciones serias y congruentes. El espíritu de divulgación de este texto no debe hacer tabla rasa –por abreviar y limitar– de temas fundamentales y evitar la coherencia discursiva. Por este desparpajo no se alcanzan los objetivos de conocer el pasado y entender el presente que se propone.