Diles que son cadáveres

martes, 6 de diciembre de 2011 · 19:23
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El escritor Jordi Soler da a conocer la novela Diles que son cadáveres (Ed. Mondadori. México, 2011. 195 pp.), en torno a las vicisitudes por las que pasan un agregado cultural de México (alter ego del propio Soler), un homosexual y un rico excéntrico al recuperar el bastón del poeta Antonin Artaud (Marsella, 1896-París, 1948), depositado en alguna iglesia de Irlanda del Norte. A finales de los años treinta el vate, en recorrido por Cuba y México recibe de un brujo el báculo que supuestamente pertenecía a san Patricio. La importancia de la reliquia lo lleva a emprender un viaje a Irlanda, con la intención de devolverla. Esta disparatada acción provoca que el cayado sea arrumbado en una iglesia y las autoridades lo expulsen del país, lo que alterará la salud mental de Artaud. Para Soler, la empatía que tienen sus personajes con Artaud los lleva a vivir la cruzada de recuperar el bastón y mantener su ánimo. Por esta identificación se salen de los patrones de conducta normales y crean un mundo diferente inspirado en la incoherencia, la excentricidad, el frenesí, el absurdo… En aquella otra realidad viven intensamente, porque siguen sus impulsos; sin embargo, chocan con la normalidad, y son contenidos para evitar que el orden sea alterado. Es entonces que se les margina, separa y relega de sus trabajos, familias, medios, grupos, o en los casos extremos, como el del propio Artaud, sean internados en hospitales psiquiátricos. El acto los lleva a pensar que es una arbitrariedad la postergación y decir a la gente normal que, por sus actos y pensamientos, “…son cadáveres y que jamás resucitarán de entre los muertos”, como les señalaba el poeta a sus custodios. Tema intenso el de Soler que falla en la narración, al disiparse en algunas anécdotas insustanciales.

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