Naranjo: La vida en trazos
La conciencia temprana de lo que uno quiere y puede ser la tuvo Rogelio Naranjo, pues nunca dudó acerca de cuál sería su oficio. Durante casi medio siglo ha esgrimido su plumilla para deshacer entuertos mediante una crítica feroz hacia la injusticia y la miseria que padecen los desposeídos. La UNAM le hace un reconocimiento a este caricaturista, parte fundamental de Proceso, quien con agudeza e ingenio ha puesto lo mejor de sí para reivindicar la dignidad humana. La exposición titulada A ti te hablo. 225 caricaturas de Rogelio Naranjo será inaugurada el miércoles 15 en la Ciudad Universitaria.
MÉXICO, D.F. (apro).- Rogelio Naranjo dibuja el país en carne viva y su tiempo. Subversivo desde el lápiz y el papel, critica la desigualdad social, la corrupción, los abusos de poder, la impunidad, el olvido. Asume como suya la defensa de los derechos humanos, el campo, la democracia, la libertad de expresión…
Al amanecer de 2011, Naranjo donó su obra completa a la UNAM que, con una exposición en el Museo Universitario de Ciencias y Arte de Ciudad Universitaria (MUAC), hoy le rinde tributo. A ti te hablo. 225 caricaturas de Rogelio Naranjo, es el título de la muestra que será inaugurada el miércoles 15.
Del caricaturista de cepa, como lo llama, el rector José Narro escribió para la presentación de la muestra:
“Rogelio Naranjo se ha convertido en cronista de casi medio siglo de la vida política, cultural y social de México, su obra es un incisivo encuentro con el humor más crítico, fuente de revelaciones desgarradoras y de vertiginosas reflexiones. En Naranjo, la carga suprema del ingenio va atada a la sensibilidad y al conocimiento, es el instrumento privilegiado con el que desentraña cotidianamente la atribulada complejidad nacional, formando uno de los más valiosos testimonios de nuestra historia contemporánea.”
Imposible escapar de sus trazos de artista, “Naranjo nos hace reflexionar, entre otras cosas, sobre la función contestataria de la caricatura política, un hecho que ha convertido en núcleo vital del periodismo mexicano”, palabras de Narro.
El curador José Luis R. Coronado explicó que el criterio para la selección de 225 caricaturas, de entre más de 10 mil piezas, partió de “establecer un núcleo que pudiera describir la alternancia democrática recuperando las imágenes que por sí mismas explicaran el tortuoso camino que ha tenido que recorrer nuestro país y privilegiar en este conjunto de cartones el orden temático sobre el cronológico”.
Al investigador y coleccionista de arte Ricardo Pérez Escamilla lo sorprendió la muerte el pasado noviembre al tiempo que escribía el texto La caricatura, arte mayor, predestinado para las páginas del catálogo que acompaña esta exposición de Rogelio Naranjo. Inconcluso, como lo dejó, forma parte de la obra.
“La caricatura es suprema expresión de libertad”, decía Pérez Escamilla. En sus líneas destacó de entre los caricaturistas de la segunda mitad del siglo XX a Rogelio Naranjo “como un sol entre las estrellas”. Así lo pensaba por “la calidad de su dibujo, la congruencia de su pensamiento, su crítica política, socioeconómica y anticlerical”.
El humor de Naranjo, decía el experto, “supera la sátira sobre la individualidad del personaje y logra ironizar como resultado de un viaje a las profundidades del pensamiento”.
La ilustración del texto que legó Pérez Escamilla es un trono del que crece un árbol deshojado, tomadas sus ramas por decenas de cuervos. Vecinos del poder, es el nombre del cartón del maestro Naranjo.
De ahí continúa el análisis de Pérez Escamilla: “A lo largo de toda su trayectoria, su trabajo es la revelación directa de su pensamiento, de su ética, de su sensibilidad frente al débil y el fuerte, entre la perversidad, la generosidad y la nobleza”.
El maestro ausente no reparó en elogios ante lo que llamó el “enfrentamiento” de Naranjo contra la injusticia, la explotación y el cinismo de los políticos.
Su lucha –la del artista–, escribió Pérez Escamilla, “es por la justicia y la dignidad humana, expresada con la sabiduría y el dominio de su dibujo, de líneas sencillas y complejas; de contrastes y contradicciones con los que Rogelio Naranjo logra crear un estilo original que nunca deja de serlo.
“Su trabajo se deriva en varias temáticas en las que profundiza, desgrana: la política, la denuncia de la pobreza y del hambre; las corruptelas y los abusos hacia las mayorías empobrecidas por parte de ricos y políticos, empezando por los jefes de Estado; el sindicalismo; la represión ideológica, y la política internacional.”
El catálogo de la obra incluye el testimonio del propio Naranjo, recopilado por Angélica Abelleyra. Ahí, el maestro echa la vista atrás en el tiempo. Recuerda un día a sus seis años en que conoció a su padre, cuando éste volvió con la espalda mojada de los Estados Unidos a Michoacán.
No encuentra un solo día de su vida en que haya dudado de su oficio. Dice que le gusta la soledad, el silencio y su música. La oscuridad, donde nadie lo ve. Abstraerse del mundo y dedicarse a lo suyo.
Dibuja con la voz su relación con Proceso:
“Con la política me deprimo con cierta regularidad y quisiera olvidarme de todo. Pero, al mismo tiempo, no quiero abandonar el barco porque sé lo que me costó hacerme de los espacios; son las tribunas para decir lo que me da la gana, lo que pienso. Son espacios que se fueron ampliando y mejorando, hasta acostumbrar a la gente a buscar mi dibujo. El caso más notable es el de Proceso. Cuando salimos de Excélsior pensé y sentí: ‘Esto es nuestro, aquí se acabó cualquier tipo de censura, aquí estamos un grupo de periodistas –lo dijo Julio Scherer García– que somos como una familia y todos tenemos un lugar. Entonces mi lugar lo he tenido en Proceso desde hace tiempo y supongo que hasta que me muera, lo tendré’.”