Despierta Sor Juana de un largo sueño

lunes, 13 de febrero de 2012 · 13:32
El Fondo de Cultura Económica devuelve a Juana Inés de la Cruz al sitio de la controversia, con un libro de Américo Larralde titulado El eclipse del Sueño de Sor Juana. Se trata de una investigación que le tomó dos décadas y que abre una lectura novedosa del poema Primero sueño, única obra que la monja confesó escribir por gusto y no por encargo, y que la crítica ha certificado como su escrito poético más sobresaliente. Apoyada en la herramienta del lenguaje astrológico y astronómico, que Sor Juana dominaba, la lectura de Larralde apunta a la descripción de un eclipse de Luna, factor que ningún especialista había anotado. MÉXICO, D.F. (Proceso).- Una interpretación de Américo Larralde sobre el extenso poema Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz, con fundamentos astrológicos (un lenguaje que conocía a la perfección), vuelve a situarla en el centro del universo literario. Con el minucioso, exhaustivo y profundo ensayo que el Fondo de Cultura Económica (FCE) proyecta a través de El eclipse del Sueño de Sor Juana, el hermético poema de la Décima Musa comenzará a leerse de otra manera, a poco más de 300 años de su composición. Y es que Larralde Rangel (Monterrey, 1944), ingeniero civil de profesión obsesionado por las matemáticas, pero estudioso de variadas disciplinas, de la astrología y la astronomía a la lingüística, de la investigación de las religiones al conocimiento de los idiomas (entre ellos, hebreo antiguo), además de pintor, artesano e inventor, dio una vuelta de tuerca al enfoque del poema que los sorjuanistas no vieron, ni podían ver, a causa de una herramienta faltante: la del lenguaje astrológico, la de la mirada astral que en los estudios académicos se desecha como charlatanería pero que en el siglo XVII definía desde conquistas de imperios hasta acciones cotidianas. Y entra también, en este libro, el espíritu científico de Sor Juana, con conocimientos de astronomía que ella convierte en versos (como la distancia de la Tierra a la Luna) y que permitieron al investigador ubicar la fecha y la hora exacta en que Sor Juana da a luz su Primero sueño, certificando estos datos con un programa astronómico de la NASA. Espléndidos trabajos de eminentes analistas, críticos y literatos se han escrito sobre la obra sorjuanista a lo largo de tres siglos (Antonio Alatorre, José Pascual Buxó, Ezequiel Chávez, Sergio Fernández, José Gaos, Margo Glantz, Alfonso Méndez Plancarte, Amado Nervo, Octavio Paz, Alberto Pérez-Amador, Sara Pot, Darío Puccini, Robert Ricard, Georgina Sabat de Rivers, Elías Trabulse, Ramón Xirau, y un largo etcétera), enfocados a su contenido como un viaje del conocimiento, a tono con aquella característica de Juana Inés de la Cruz en búsqueda de su verdad. Pero el Primero sueño –sostiene Larralde– es una descripción de un eclipse lunar acaecido en la Ciudad de México en el solsticio de invierno de 1684. “En realidad esta conclusión no es una interpretación mía, sino el resultado de una investigación a partir de la propia descripción de Sor Juana de ese eclipse.” Colección Tezontle Con prólogo del narrador, ensayista y catedrático Sergio Fernández (Maestro Emérito por la UNAM y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007), y colofón del historiador Guillermo Tovar de Teresa, el volumen de pasta dura de 132 páginas de la elegante Colección Tezontle, inaugurada para publicar en gran formato los “clásicos” del FCE –y donde se incluyó la edición conmemorativa de los 25 años de Pedro Páramo y la vigésima de El llano en llamas, de Juan Rulfo (Proceso, 204)–, reproduce el facsimilar del poema de la monja jerónima (San Miguel Nepantla, 12 de noviembre 1651-Ciudad de México, 17 de abril 1695) aparecido en España en 1692. Se trata de un libro de diseño pulcro, apoyado en 17 atractivos recuadros e ilustraciones significativas, comenzando por la portada, cuya originalidad es producto de un collage del propio autor donde combinó el rostro de Sor Juana tomado del retrato de Juan de Miranda, sus versos barrocos y crípticos y, como saliendo por encima de su cabeza, junto a la colisión eclipsal, el sueño que retrata la disposición de las constelaciones en el momento mismo del eclipse, mientras –escribió Sor Juana– El conticinio casi ya pasando Iba, y la sombra dimidiaba… “Es un emblema de emblemas –escribe Larralde acerca de la portada– que desvela la estructura del Primero sueño de Sor Juana: ella escribe lo que ve en el cielo, desde la azotea de su convento; o sobre la mesa de su estudio, con la ayuda de un planisferio; o, por qué no, con su fantasía, cuando sueña, al amanecer del 22 de diciembre de 1684, con los presagios de esa Luna eclipsada del atardecer de la víspera y de la noche más larga del año.” Basándose en la propia biblioteca de la poeta, como La genealogía de los dioses paganos, de Bocaccio, o El reloj de príncipes, de fray Antonio de Guevara, Larralde encuentra como motivo del propio título del poema ese momento (en una época en que el reloj mecánico apenas iniciaba) en que después de una ligera cena, uno comienza a soñar. “Conticinio” señalaba entonces un momento definido de un eclipse de Luna, y “dimidiaba” eran los minutos de su más lóbrega mitad oscura, como lo definiría en 1692 don Sebastián de Aguilar Cantú. El volumen será presentado el 21 de febrero a las 18:30 horas en la Librería Octavio Paz del FCE por Enrique González, Alberto Pérez-Amador Adam, Susana Cato (que actualmente realiza un guión con base en el libro), y como moderador Omegar Martínez, jefe del Departamento de Literatura de la editorial. Y el 11 de marzo a las 12 horas en la Casa Universitaria del Libro en la ciudad de Monterrey, con la participación de la doctora Alma Elisa Reyes, el doctor Miguel Covarrubias, el ingeniero Rafael Covarrubias, y como moderador el doctor Celso José Guajardo, director del recinto. Descubrimiento de Américo Todo comenzó en una reunión bohemia en marzo de 1985, donde se encontraban, entre otros, Américo Larralde, la pintora Rosalinda Albuerne, y el editor Enrique González, especialista en la obra del filósofo humanista español Juan Luis Vives. Tras leer éste el Primero sueño, preguntó: “¿Qué les parece?” –A mí me parece un eclipse –dijo el ingeniero regiomontano–. Al principio esa sombra va hacia la Luna… En efecto, el poema comienza: Piramidal, funesta, de la tierra Nacida sombra, al Cielo encaminaba De vanos obeliscos punta altiva, Escalar pretendiendo las estrellas; Si bien, sus luces bellas Exentas siempre, siempre rutilantes, La tenebrosa guerra, Que con negros vapores le intimaba La pavorosa sombra fugitiva, Burlaban, tan distantes, Que su atezado ceño, Al superior convexo aun no llegaba De el Orbe de la Diosa, Que tres veces hermosa Con tres hermosos rostros ser ostenta: González se desconcertó, contó Larralde, “porque eso es lo que pasa entre los artistas y los científicos: él lo estaba sintiendo, yo lo estaba calculando”. –Demuéstramelo –lo retó el filósofo. Y desde entonces comenzó su investigación, que en una primera instancia llamó “El conticinio casi ya pasando” (Proceso, 1468). Números, astros, letras Dicha investigación de Larralde fue publicada en varios artículos de la revista El Zaguán, dirigida por Ernesto Velázquez (hoy director de TV UNAM). Tardó 20 años en concluirla y poco más de cinco en publicarla ahora en el FCE. Para su autor, tal investigación no puede terminar nunca, y lo único que abre es una intromisión al universo de conocimientos de Sor Juana, plasmados en este poema de 975 versos en forma de silva que, como ella misma confesó a su biógrafo, el padre Calleja, fue “el único papelillo” que escribió por gusto y no por encargo. El cielo egipcio, el griego, el hermético, de las constelaciones a los mitos y del funcionamiento anatómico del cuerpo humano a la descripción astronómica más exacta, “lógica, retórica, música, geometría, arquitectura, historia, derecho y astrología”, están aquí con números, astros, letras mayúsculas como claves de números romanos, y este conocimiento que la llenaba, como ella misma escribió en su Respuesta a sor Filotea, es lo que nos va develando con datos y citas el libro de Larralde. Para él, este sueño o viaje soñado fue para Sor Juana, a un nivel más profundo, un ensayo de su muerte: al llegar a la Causa Primera por el camino hermético, el alma no soporta tal visión y cae de nuevo a su celda, para despertar en el represor siglo XVII, con Venus como lucero de la mañana, en la conclusión del poema ya en primera persona: El mundo iluminado, y yo despierta.

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