Los buscadores

miércoles, 17 de octubre de 2018 · 10:09
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los buscadores son aquellas familias que abandonadas por el gobierno y el Estado decidieron localizar a sus seres queridos desaparecidos en la mar de fosas clandestinas que se encuentran diseminadas por todo el país. Muchos de ellos sólo llevan una varilla metálica, un palo y unas palas con las cuales van picando y rascando la tierra con la ilusión de encontrar un rastro, algún girón de ropa o huesos que les confirmen que manos criminales enterraron a personas ahí. Hace uno días escuché un programa de radio en el que el conductor Ciro Gómez, en un tono burlón, criticaba los números de desaparecidos que las organizaciones sociales tienen en sus registros. Según el locutor, se les debería llamar extraviados, no desparecidos, ya que algunos de ellos volvían a sus casas y no eran notificados ante las autoridades. Nunca habló de la gravedad del tema y jamás reconoció que aun cuando fuera una persona la que estuviera desaparecida por manos criminales, ese hecho es condenable y el gobierno tiene la obligación de averiguar dónde se encuentra. Por décadas el Estado y el gobierno mexicano han sido omisos en el tema de desaparecidos. Desde hace medio siglo ha habido gente que por razones políticas o ideológicas sufrió la desaparición forzada por agentes gubernamentales, y cuando en el 2000 se creó una fiscalía especial para delitos del pasado, el gobierno de Vicente Fox simplemente no llegó al fondo del problema y dejó en libertad a los responsables. Ahora el número de víctimas se cuenta por miles y tanto el gobierno de Felipe Calderón como el de Enrique Peña Nieto no atendieron el reclamo de los familiares que suplicaron ayuda para localizar a sus hermanos, padres, esposos, hijas e hijos, parientes cercanos y lejanos que cayeron en manos criminales. Con el paso del tiempo estos se convirtieron en buscadores de restos humanos y, al mismo tiempo, en actores sociales del cambio. Con una tarea ingrata, dolorosa y terrible, estos hombres y mujeres hacen sus propias investigaciones, las que tendrían que hacer las autoridades policiacas y de justicia, y se adentran en terrenos peligrosos bajo el riesgo de ser cazados por grupos criminales, pero con la esperanza de descubrir un vestigio que les confirme que ahí, debajo del pedazo de tierra, hay cuerpos que podrían ser de alguno de sus familiares. Nada más inmoral para cualquier gobierno que la existencia de estos buscadores de restos humanos que deambulan por terrenos baldíos, en tierras yermas o en áreas con gran vegetación donde existen cientos de fosas clandestinas, supliendo la responsabilidad que no quieren asumir autoridades policiacas y de justicia municipales, estatales o federales. Estos buscadores de cadáveres son la imagen más representativa de la crisis de seguridad, de justicia y de derechos humanos en la que se encuentra atascado el gobierno y el Estado mexicano, a la cual tendrá que enfrentarse ineludiblemente el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador ofreciendo no el perdón sino verdad, justicia y reparación de daño. Por cierto… “Los buscadores” es el título del libro colectivo realizado por fotógrafos y reporteros de Proceso que ya esta en circulación y se presentará el miércoles 17 de octubre a las 19:00 horas en el foro Elena Poniatowska de la Feria Internacional del Libro del Zócalo de la Ciudad de México.      

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