La mañanera, el tribunal mediático

miércoles, 6 de febrero de 2019 · 12:31
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Desde que era jefe de gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador estableció una manera directa de comunicarse con la sociedad a través de conferencias de prensa todos los días a primera hora. Ahora, como presidente de la República, siguió el mismo ejercicio de comunicación política que es inédito en el mundo y que ha generado muchas críticas a favor y en contra. En ningún país del mundo se da un ejercicio informativo y político como el que está desarrollando López Obrador. En Alemania, los medios de comunicación tienen un centro de información muy moderno, con traducción simultánea en varios idiomas, donde los funcionarios o la Canciller dan las conferencias de prensa. Los medios mantienen con su dinero este centro ubicado en Berlín, pero son ellos, a través de sus reporteros, quienes piden qué funcionarios públicos tienen que asistir a dar la conferencia a dar más información o aclarar los temas de interés público. Es decir, los reporteros establecen la agenda y no el gobierno. En el caso de las conferencias de prensa de López Obrador, es él quien establece la agenda en la sesión de preguntas y respuestas con los periodistas que tienen que llegar a Palacio Nacional a las 6 de la mañana para formarse y acceder al salón acondicionado para el evento. Con este ejercicio de poder, López Obrador ha establecido una relación directa con la gente que puede escucharlo y verlo en redes sociales, televisión y radio, sin intermediarios. Su mensaje no tiene cortapisas interpretativas, pues informa y lo coloca como quiere en el intercambio de preguntas y respuestas que tiene con los periodistas a lo largo de un par de horas. De esta manera, López Obrador fija la agenda informativa de casi todo el día. Los medios tienen varias notas que publicar y todas ellas centradas en lo que dice el presidente, que tiene una exposición diaria como no lo ha tenido ningún otro jefe del ejecutivo en la historia contemporánea del país. Con este ejercicio político de comunicación, López Obrador y su gabinete tienen el control informativo, lo cual ha sido criticado por algunos que señalan que, más que una conferencia de prensa, es acto de propaganda, que no es lo mismo que publicidad. Sin embargo, esta apreciación no es tan correcta porque los reporteros que representan medios de comunicación y portales de internet tienen la oportunidad de cuestionar directamente al presidente de la República, como no se había tenido oportunidad de hacerlo en ninguna de las pasadas administraciones. Ninguno de los presidentes en su turno se atrevió a dar conferencias abiertas y constantes como ahora lo hace López Obrador. Para los críticos más severos del gobierno sería una oportunidad asistir y cuestionar directamente al presidente. Es más, podrían hacer una transmisión especial al momento de lanzar sus preguntas y tener las respuestas como una información exclusiva a sus cuestionamientos. Pero hasta ahora no lo han hecho. No obstante, este ejercicio político de información se ha convertido en redes sociales en un tribunal mediático donde las y los reporteros que preguntan son puestos en la silla de los acusados y son sujetos de amenazas, insultos, criticas viscerales y agresiones verbales que están en la línea peligrosa de pasar a las agresiones físicas. Impresiona la cantidad de expresiones violentas en contra de los periodistas que se leen en los comentarios de los usuarios que interactúan en las transmisiones en vivo. Algunas de ellas son “chayoteros”, “ignorantes”, “pendejos”, “putas”, “burros”, “mal educados”, acompañadas muchas de ellas con amenazas de agresión directa. López Obrador ha dicho que respeta la libertad de expresión del pueblo; sin embargo, ante tanta virulencia y amenazas de agresión, también está la obligación de dar seguridad no sólo a los reporteros, sino a todos los ciudadanos. Eso es también un derecho constitucional. Por cierto…  El ejercicio de las conferencias mañaneras también expone un juego de imágenes de los grupos de poder. De un lado está el Palacio Nacional como el edificio histórico del poder político, luego tenemos al jefe del ejecutivo que nunca se sienta y representa el presidencialismo como el eje y la estructura del sistema político, en frente a los reporteros como representantes del cuarto poder, el de los medios, y finalmente, el usuario de las redes sociales que ha jugado su papel esencial en los últimos años en la transición democrática mexicana.

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