Imelda Marcos y la muy tardada justicia en Filipinas

viernes, 16 de noviembre de 2018 · 20:20
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El pasado 12 de noviembre, Imelda Marcos fue condenada a 42 años de prisión por siete cargos de corrupción cometidos cuando encabezó la alcaldía de Manila, entre 1975 y 1986. El fallo sería trascendente si no llegara casi 30 años tarde y no fuera apelable. Lo único destacable es que se da en un momento en que la familia Marcos, de lleno en la política, tiene una excelente relación con el actual mandatario de Filipinas, Rodrigo Duterte. Pero se da por descontado que la exprimera dama, hoy de 89 años, nunca pisará la cárcel. Las pesquisas en su contra se iniciaron en 1991, poco antes de que la apodada “mariposa de hierro” regresara de su exilio en Hawái, a donde huyó en 1986 después de una revuelta popular que la arrojó del poder junto con su marido, el fallecido exdictador Ferdinand Marcos, dejando tras de sí arrasadas las arcas nacionales y un reguero de miles de muertos, torturados y desaparecidos. Desde entonces, Imelda ha enfrentado unos 400 procesos judiciales, y de casi todos ha salido airosa. Y aunque el Estado filipino le ha incautado una gran cantidad de valores y bienes muebles e inmuebles que abandonó en su huida --ella se llevó consigo lo más que pudo, incluidos 24 lingotes de oro--, la recuperación real en beneficio del pueblo filipino es todavía muy menor. Y ella sigue siendo la viuda más rica del archipiélago, con una fortuna calculada por Forbes en 5 mil millones de dólares. Casi igual, o la mitad, de los entre 6 mil y 10 mil millones de dólares que Transparencia Internacional calcula defraudó la pareja al erario durante sus 21 años de “dictadura conyugal” (1965-1986). La mayor parte de este dinero fue desviada a cuentas en Suiza, Liechtenstein, Hong Kong, Panamá y las Antillas, a través de una compleja red de sociedades fantasmas en paraísos fiscales. Después, cuando Imelda ya viuda retornó a Filipinas, una parte de esta fortuna se regularizó a través de inversiones inmobiliarias o empresariales. Otra permanece oculta. Y sólo se sabe que en 2004 el gobierno suizo devolvió al tesoro filipino 658 millones de dólares; y en 2014 Singapur otros 29 millones. Aunque la Comisión Presidencial de Buen Gobierno, encargada de recuperar los bienes ilegalmente obtenidos por los Marcos, asegura que ya se han retribuido al país unos 4 mil millones de dólares. Pero Imelda, que se hizo mundialmente famosa por su colección de tres mil pares de zapatos, no sólo era aficionada a la ropa de marca y los accesorios de lujo –de los cuales se encontró un pequeño almacén en el palacio de Malacañang–, sino también gustaba de las joyas, y muy valiosas y ostentosas. En 2015, a petición de las autoridades, las casas de subastas Christie’s y Sotehby’s valuaron las más de 750 piezas de joyería incautadas y guardadas desde 1986 en el Banco Central de Filipinas. Había tiaras, collares, aretes, pulseras y anillos de oro con perlas finas y toda clase de piedras preciosas como diamantes, esmeraldas, rubíes y zafiros. Pero entre todas destacaba un diamante rosado de 25 quilates, que podría valer más de 5 millones de dólares. Para su identificación, estas joyas se dividieron en tres colecciones. La primera, de 400 piezas, fue encontrada tras la huida en el palacio presidencial de Manila. La segunda, de 300, fue decomisada por el Servicio de Aduanas de Estados Unidos cuando los Marcos llegaron a Hawái. Y la tercera, de unas 60, al parecer las más valiosas, fue incautada a un griego de nombre Demetrios Roumeliotes, viejo socio de la familia, cuando intentaba sacarlas de contrabando. Todo el lote está valuado en unos 9 millones de dólares y, que se sepa, hasta ahora sólo han salido a subasta pública joyas por un valor de 150 mil dólares. Pero los Marcos también gustaban del arte. No se sabe en realidad cuántas piezas llegaron a reunir, pero en octubre de 2014, en uno de los pocos juicios que Imelda ha perdido, un tribunal dictaminó que 156 obras de arte de la colección privada de los cónyuges fueron adquiridas con fondos malversados del Estado. Entre ellas se encontraron cuadros de Miguel Ángel, Van Gogh, Monet, Picasso, Goya y Miró, valuados en millones de dólares. Para su incautación, las autoridades judiciales autorizaron inspeccionar los numerosos inmuebles con que cuenta la familia Marcos en todo el país; y en un archipiélago, la tarea puede ser ardua. Se logró decomisar 15 cuadros, pero quedó claro que no iba a ser fácil recuperar los demás. En varias residencias, los agentes sólo encontraron en las paredes los ganchos que antes sostenían los cuadros. Y desde entonces no se ha sabido de un nuevo decomiso. Con la misma habilidad con que ha sabido preservar su capital económico y su impunidad, Imelda también recuperó su presencia política. Teóricamente, la condena del pasado lunes 12 la inhabilataría para desempeñar cualquier cargo público. Pero eso sólo ocurriría si pierde la apelación que ya preparan sus abogados. Y ésta podría durar años. De la misma manera que la sentencia de este juicio fue postergada con maniobras dilatorias, ya que la fiscalía concluyó sus investigaciones en 2015. Así, Imelda está por terminar tranquilamente su tercer periodo en el Congreso de los Diputados, y en mayo del año próximo planea presentarse como candidata a gobernadora de la provincia de Ilocos Norte –el feudo familiar– para suceder a su hija, Imee Marcos, que se propone llegar al Senado en 2019. Por su parte, su hijo Ferdinand Marcos Jr., quien fue senador desde 2007 y candidato a la vicepresidencia en los comicios de 2016, que perdió ante María Elena Robredo, del Partido Liberal (en Filipinas la presidencia y la vicepresidencia se votan por separado), elevó una disputa ante el Tribunal Supremo para demostrar que hubo un “fraude cibernético” en su contra. En esta batalla “Bongbong”, como se le conoce, cuenta con el respaldo de Duterte, quien se ha quejado públicamente de la posición crítica de Robredo en su contra. Por otra parte se sabe que Sara Duterte-Carpio, hija del presidente y quien eventualmente podría presentarse como candidata para sucederlo, tiene cercanía con Imee Marcos. No es raro, en Filipinas el poder es un asunto dinástico. Y desde su campaña, Rodrigo Duterte manifestó su admiración por Ferdinand Marcos. Ya en la presidencia, ordenó lo impensable: trasladar sus restos al Cementerio de los Héroes en Manila. Para beneplácito de su familia y sus todavía múltiples seguidores, ahí descansa ahora, junto a otros “próceres de la patria”.

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