los descendientes de juan diego

sábado, 12 de enero de 2002 · 01:00
Los descendientes de Juan Diego Rodrigo Vera Testimonios de quienes se dicen descendientes directos de Juan Diego —más de un centenar— dejan sin argumento a los que aseguran que el próximo santo no existió, según afirma un grupo de sacerdotes y antropólogos que colaboraron en el proceso de canonización Tulpetlac, Méx- Los testimonios de más de 100 descendientes directos del beato Juan Diego, que residen en cuatro poblados del Estado de México, fueron los documentos vivos que sirvieron para que el Papa Juan Pablo II aprobara la canonización de a quien, según la tradición, se le apareció la Virgen de Guadalupe en 1531 Después de cuatro años de pesquisas, un equipo de antropólogos y sacerdotes que colaboró en el proceso de canonización localizó a los descendientes de la 13 a la 16 generaciones de Juan Diego Con éstas y otras pruebas, aseguran, dejan sin argumentos a quienes sostienen que Juan Diego no existió La antropóloga Asunción García Samper, quien encabeza este equipo de investigadores, afirma: Los descendientes son los documentos vivos que prueban la existencia de Juan Diego Aparte, logramos reunir más de 500 documentos probatorios que entregamos al Papa Juan Pablo II y a la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos, en octubre de 2000 —¿A cuántos descendientes vivos localizaron? —A más de 100 Y residen en los poblados colindantes de Tulpetlac, Santa Isabel Tola, Santa Clara Coatitla y San Juan Ixhuatepec Seguramente existen más descendientes que no hemos encontrado todavía, ya que Juan Diego, por pertenecer a la nobleza indígena, tuvo formalmente dos mujeres y bien pudo tener varias concubinas, como acostumbraban los señores de la época prehispánica La biografía definitiva de Juan Diego que, basada en estas investigaciones, le entregó personalmente al Papa el postulador de su causa, monseñor Enrique Salazar y Salazar, es ésta: Nieto de Netzahualcóyotl y emparentado también con el emperador Moctezuma I, el noble Juan Diego nació en 1474, en lo que hoy es el pueblo de Santa Clara Coatitla Su nombre original era Cuautliztatzin Ixtlilxóchitl Fue dueño de vastas propiedades e instruido en el sacerdocio y en el arte de la guerra, consiguiendo el grado de Caballero Águila Juan Diego tuvo dos esposas a la vez, Beatriz y María Lucía Con la primera, procreó tres hijos, y con la segunda, dos hijas Al convertirse al cristianismo, decidió vivir únicamente con María Lucía Ya era viudo cuando, en 1531, se le apareció la virgen en el Tepeyac, a la que consagró los últimos años de su existencia Murió en 1548, a los 74 años de edad La antropóloga Rossana Enríquez Argüello, otra de las especialistas que llevaron la investigación, dice que uno de los documentos decisivos para rastrear la descendencia fue el registro del testamento de Juan Diego, en el que hereda sus bienes a sus hijos Este documento lo hizo en San Juan Ixhuatepec, pocos días antes de morir Después —agrega—, consiguieron actas de nacimiento, de matrimonio, de defunción, documentos sobre bautismos y pleitos de tierras, en varios archivos del país Hasta en España revisaron el Archivo de Indias y el de Vitoria Finalmente, comprobamos que Juan Diego no nació en Cuautitlán, como se decía, sino en lo que hoy es Santa Clara Coatitla Por ello, sus descendientes radican ahí y en los poblados colindantes En Cuautitlán no localizamos a ningún descendiente, señala Enríquez Argüello —Hace algunos años, ustedes aseguraban que los restos del beato estaban enterrados en la Capilla de Indios, ubicada en La Villa ¿Pudieron exhumarlos? —Ahí siguen los restos de Juan Diego Sabemos el lugar exacto donde se encuentran Desgraciadamente, el Consejo de Arqueología del INAH no nos otorgó el permiso para excavar, quizá porque consideró que nuestra tendencia era católica Por eso, tuvimos que comprobar su existencia valiéndonos de otros medios Junto con el postulador Enrique Salazar y Salazar, las dos antropólogas escribieron el libro El mensajero de la Virgen, en el que —mediante gráficas, fotografías y reproducciones de documentos originales en náhuatl y español— exponen las principales pruebas de la existencia del beato El libro, cuya versión en inglés está por aparecer en Estados Unidos, fue un gran apoyo para el Vaticano en el proceso de canonización Dice Rossana Enríquez: Nuestra intención ahora es que los descendientes de Juan Diego, aparte de sus apellidos actuales, puedan llevar el apellido original del beato: Ixtlilxóchitl Les daría identidad Los identificaría Nos falta averiguar si esto es posible o no, y qué procedimientos seguir Los descendientes Los cuatro poblados en los que viven los familiares de Juan Diego quedan al noreste de la Ciudad de México La mancha urbana se los tragó, haciéndolos indistinguibles Constituyen una vasta capa de viviendas pobres que sube a los cerros pelones y que flanquea la autopista a Pachuca En esta zona de estruendoso tránsito de vehículos viven los Soriano, los Brito, los López Reyes, los Escalona, los Berdeja, los Ayala y los Yebra, descendientes últimos de Juan Diego y quienes —aseguran ellos mismos— de generación en generación han sabido de su parentesco con el beato Don Raymundo Yebra Soriano, de 70 años de edad, señalado como descendiente de Juan Diego, platica: Desde que era un niño, mi madre me contaba que veníamos de la familia de Juan Diego Me decía que, a su vez, a ella se lo contaron sus padres De manera que esto se vino sabiendo de generación en generación Moreno, de nariz aguileña, ojos rasgados y pelo totalmente negro, que peina hacia atrás, don Raymundo agrega que, por su parentesco y su parecido físico con el indígena, algunos pintores locales se inspiran en su cara para pintar la de Juan Diego Con decirle que ahora que lo hagan santo, la diócesis de Ecatepec mandará a hacer una escultura muy grande de Juan Diego, y el escultor usará mi cara —¿Saben sus conocidos que usted es familiar de Juan Diego? —Sí Toda la gente lo ha venido sabiendo Por ejemplo, cuando se hacen asambleas aquí en la comunidad, no falta quien diga en público: ¿Sabían ustedes que aquí don Raymundo es de la familia de Juan Diego? Y algunos se acercan a preguntarme: Explíquenos cómo está eso Yo les contesto: Pues, sepa Dios, es lo que siempre me han dicho Don Raymundo vive en Santa Isabel Tola, en donde fue encargado del panteón durante muchos años: Desde chamaco cuidaba el panteón, porque en aquel tiempo se metían las vacas, y cuidaba que no se fueran a tragar las flores de las sepulturas Ya después, la misma gente me nombró en forma como el encargado del panteón, porque lo cuidé desde niño Ahora que estoy viejo, mandaron a otro panteonero en mi lugar Pero aun así, la gente me sigue buscando para que la ayude con los trámites de sus difuntitos Hay que estar muy abusado, porque a veces quieren enterrar a alguien que fue asesinado, haciéndolo pasar como si hubiera fallecido de muerte natural Otras veces dicen que es una señora, y resulta que es un señor Hay que destapar la caja y verle la cara al muerto Siempre fui muy parejo, nunca me dejé sobornar Cuenta que fue precisamente en el panteón donde conoció a la antropóloga Asunción García Samper: Llegó y me preguntó si le podía informar sobre gente sepultada con tales y tales apellidos ‘¿Para qué quiere saber eso?’, le pregunté muy altanero y desconfiado Me explicó que andaba buscando a los descendientes de Juan Diego ‘Yo también soy descendiente de Juan Diego’, le dije Y ahí empezó todo —¿Qué significa para usted el que vayan a hacer santo a uno de sus antepasados? —Pues, me siento muy bien Y mire usted, pienso que se le está haciendo justicia a un indígena, porque siempre los indígenas son los más jodidos Además, la madre de Dios le prometió a Juan Diego que lo iba a premiar por ser su mensajero Hacerlo santo es el premio que le prometió Para nosotros, han pasado siglos, pero para la Virgen de Guadalupe es un tiempo muy pequeñito, es cosa de un instante La madre de los mexicanos sabe cumplir su palabra, sí señor Las hermanas Socorro y Sonia López Oliveros, de 65 y 63 años de edad, respectivamente, son oriundas de Tulpetlac y consideradas también como parientes del beato Ambas son maestras y dirigen un jardín de niños en esta población Hasta donde ellas recuerdan, la época de sus bisabuelos, en su familia siempre se supo que Juan Diego era su ancestro, versión que se vino transmitiendo por la tradición oral Comenta Socorro: Uno de mis bisabuelos fue toda su vida mayordomo de la fiesta de la Virgen de Guadalupe Era una persona humilde, pero muy respetada Criaba guajolotes y apartaba el mejor maíz y frijol para la festividad Desde entonces supimos que veníamos del tronco familiar de Juan Diego Aquí en el pueblo, el recuerdo de Juan Diego siempre ha estado presente Es una cosa muy natural Sonia habla sobre la fiesta anual que, desde que tiene memoria, se le ha hecho aquí a Juan Diego, en torno de lo que antes era una capilla de adobe, convertida hoy en el Santuario de la Quinta Aparición Estudios arqueológicos indican que ahí vivió el tío del beato, Juan Bernardino, a quien en ese mismo lugar, se dice, también se le apareció la Guadalupana y lo sanó de una enfermedad Recuerda Sonia: Éramos unas chiquillas y ya veíamos pasar las peregrinaciones que venían de todas partes para honrar a Juan Diego Lo que hoy es la vía Morelos, era un camino real por el que llegaban peregrinos montados a caballo Al llegar a la capilla, arrancaban pedazos de adobe de sus bardas y se los llevaban como reliquias Maestra normalista ya jubilada, Socorro dice que es una gran responsabilidad ser descendiente del santo en cierne: Implica una responsabilidad muy grande Aunque no podamos llevar una vida ejemplar, por lo menos debemos tener un buen comportamiento moral Afortunadamente, en nuestra familia no hay delincuentes ni asesinos —Ustedes, los descendientes de Juan Diego, ¿acostumbran reunirse? —Sí, cada 12 de diciembre nos reunimos todos Acostumbramos comer juntos A veces en una casa, a veces en otra Generalmente, donde haya un patio amplio para que quepan las mesas A veces se ocupan todas las mesas que alquilamos, y algunos tienen que venir cargando con la suya Cada quien trae comida y nos servimos lo que queremos Estas reuniones nos han funcionado muy bien Víctor López Reyes, otro descendiente, de 62 años y también de Tulpetlac, aclara que en la comunidad no reciben ningún trato especial por pertenecer al tronco familiar de Juan Diego: Aquí todos nos tratamos igual, sea quien sea Y no tenemos ningún privilegio por estar emparentados con Juan Diego Todos somos iguales El actual párroco de Tulpetlac y rector del Santuario de la Quinta Aparición, Víctor Murillo, asegura que ha encontrado distintos medios y vertientes que comprueban que Juan Diego nació y vivió en esta zona: Ahí está la tradición oral que han mantenido sus familiares y la comunidad Están las investigaciones históricas, arqueológicas y antropológicas Y un culto a Juan Diego que proviene de muchísimos años atrás Por ejemplo, desde antes de que Tulancingo fuera diócesis, ya venían sus peregrinos al santuario, que anteriormente era una capilla Este año celebraron su 167 peregrinación anual a Juan Diego ¡Imagínese! El sacerdote se incorpora de su asiento, sale por un momento, y regresa con un antiguo óleo de la Guadalupana, con una inscripción dedicada a Juan Diego Explica: Esta imagen es del siglo XVIII La veneraban aquí los peregrinos que le hacían su fiesta a Juan Diego Actualmente, la imagen que se venera en el Santuario de la Quinta Aparición es un óleo reciente en el que aparece el tío Juan Bernardino, enfermo y tendido sobre un petate, observando a la Guadalupana, que le tiende sus manos Es un cuadro reproducido en calendarios y estampitas religiosas Sin ninguna señalización que lo identifique, el santuario, con su torre blanca, se observa a un costado de la autopista a Pachuca En torno de él, existen siete conventos que, inspirados en Juan Diego, recientemente levantaron religiosos y religiosas para evangelizar a los pobladores de esta zona, hoy migrantes en su mayoría Los Hermanos y Las Hermanas Entre estos conventos destaca el de Los Hermanos de Juan Diego, fundado por el estadunidense Jaime Hanson Peterson, actual prior Hanson abandonó una vida más cómoda y sus clases de teología en las universidades estadunidenses para venirse a vivir entre los pobres Ahora, él y sus religiosos mendicantes siguen las reglas de vida de San Francisco de Asís y del humilde Juan Diego, que dedicó sus últimos años a la virgen: piden limosna que luego entregan a los pobres, duermen sobre petates, ayunan con frecuencia y calzan únicamente huaraches Luego de terminar un prolongado voto de silencio, el hermano Hanson abre al reportero las puertas del convento y se acomoda en la capilla de la entrada Yo le prometí a Juan Diego abrir este convento en Tulpetlac, dice el religioso, cuyo rostro delgado —con una barba entrecana y el pelo casi al rape— asoma por el hábito franciscano Nuestra espiritualidad es muy sencilla: regresar a las fuentes de la primera evangelización A aquella primera generación de frailes, que eran unos verdaderos santos Hoy, caminamos estos cerros y barrios pobres para predicar el amor de la Virgen Morena Muy cerca de ahí está el Convento de las Hermanas de Juan Diego Estas religiosas, según explica su fundadora, María Isabel de Jesús, llevan la misma espiritualidad que aquéllos: una completa entrega a la evangelización y a la vida contemplativa Los descendientes de Juan Diego, el párroco de Tulpetlac y todos estos religiosos, dan por hecho la canonización del beato Las investigaciones han concluido El milagro se aprobó Y el Papa ya firmó el decreto para su canonización Sólo falta saber la fecha, comenta entusiasmado el padre Víctor Murillo —¿Qué harán ustedes ante este acontecimiento? —Levantaremos dos grandes esculturas a Juan Diego y a la Guadalupana Una estará en el santuario y otra en la vía Morelos También celebraremos aquí un congreso juandieguino Por lo pronto, ya tenemos en imprenta el Novenario de San Juan Diego

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