Riesgoso enredo de la Iglesia católica
México D F (apro)- Cada vez más, la falta de sustento histórico de Juan Diego pone en aprietos tanto a la jerarquía eclesiástica mexicana como a las autoridades del Vaticano, las cuales, desde hace años, han avalado la postura de que el indígena nació y vivió en dos lugares distintos: en Ecatepec y en Cuautitlán
Desde que se abrió el proceso de canonización de Juan Diego ?-iniciado en los años ochenta por el cardenal Ernesto Corripio Ahumada--, la Iglesia no ha hecho nada para definir no sólo el lugar de nacimiento, sino también para dar una biografía única del beato, puesto que el Juan Diego de origen noble al que se le rinde culto en Ecatepec es muy distinto del Juan Diego de cuna humilde de Cuautitlán
A lo largo del proceso, la Congregación para la Causa de los Santos, en el Vaticano, recibió toda una serie de testimonios, expedientes y códices prehispánicos que, supuestamente, prueban la existencia de estos dos juan diegos Sin embargo, la instancia vaticana jamás realizó ningún deslinde para escoger a uno solo Antes bien, dio igual cabida a estas dos versiones encontradas, además de que el culto a Juan Diego, en uno y otro lugar, continúa dándose sin ningún impedimento eclesiástico
Quizá una de las razones por las que, en su momento, la jerarquía católica no reparó en esta grave falla, se deba a que entonces estaba enfrascada en una lucha contra los llamados antiaparicionistas, quienes también llevaban pruebas al Vaticano, argumentando que no se puede comprobar la historicidad de Juan Diego ni de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, y que lo preferible era, por lo tanto, suspender la canonización Lo que se intentaba era derrotar a esta postura, así fuera esgrimiendo la existencia de dos juan diegos distintos
Pero ahora, vencidos ya los antiaparicionistas debido a la decisión del Papa Juan Pablo II de canonizar al indígena, los diferendos que no se corrigieron a tiempo resaltan con mayor fuerza y están provocando disputas entre las diócesis de Ecatepec y Cuautitlán
El mismo postulador en México de la canonización, monseñor Enrique Salazar y Salazar, le entregó personalmente al Papa su investigación El mensajero de la Virgen --ahí condensó gran parte de la documentación del proceso--, en la cual argumenta que Juan Diego era de Ecatepec Y el pontífice no puso ningún reparo, como tampoco la Congregación para la Causa de los Santos
Es más, desde los años cuarenta, el Papa Pío XII reconoció al Santuario de la Quinta Aparición, en Ecatepec, como lugar de peregrinaje y culto juandieguino Avaló así la tradición local de que el indígena era de ese lugar Pío XII, incluso, le otorgó al santuario el derecho a otorgar indulgencias plenarias, esto es, el perdón de los pecados a los fieles que ahí asistan a las ceremonias religiosas
Paralelamente, el Vaticano y la Iglesia mexicana han reconocido como otro lugar de culto juandieguino la parroquia que se levantó sobre la casa donde, supuestamente, vivió el Juan Diego de Cuautitlán Este es otro lugar de peregrinaje que se consolidó en 1963, cuando, bajo los auspicios del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se realizaron excavaciones de las que se extrajeron supuestos utensilios domésticos del beato
Pese a que el INAH sólo determinó que los vestigios de adobe correspondían a la época en que pudo vivir Juan Diego, para la devoción popular significó la confirmación científica de que el indígena habitó esa casa, la cual hoy se proyecta transformar en un museo de sitio nacional
Otro fuerte aval con que cuentan los cuautitlanenses es el Nican Mopohua, el relato en náhuatl que habla sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en 1531, y en el cual se dice que Juan Diego era de Cuautitlán Es justamente el Nican Mopohua el más importante testimonio con que cuenta la Iglesia para sustentar el guadalupanismo
Así, en los hechos la Iglesia católica ha venido apoyando dos biografías y dos lugares de nacimiento -?y de culto-- del mismo santo En vísperas de la canonización, programada para el próximo mes de julio, las disputas entre el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, y el de Cuautitlán, Manuel Samaniego, han arreciado, debido a que ambos quieren adjudicarse el santo
El Comité Organizador de la Visita del Papa presentó ya la imagen oficial del Juan Diego que será canonizado, ha dado una agenda tentativa de las actividades del pontífice en México, y por un tiempo decidió que la ceremonia de canonización fuera en Ecatepec, pero, por presiones vaticanas, después optó por la Basílica de Guadalupe, decisión salomónica con la que aplacó momentáneamente las disputas entre Ecatepec y Cuautitlán
Pero la canonización en la basílica es un mero paliativo que no resolverá el problema de fondo ¿Qué hará después la jerarquía con dos centros de culto y peregrinaje que seguirán peleándose al santo? ¿Cómo elaborará la biografía oficial de Juan Diego que, necesariamente, tendrá que difundir entre los fieles? ¿Acaso dará a conocer dos vidas pías de un mismo santo? Hasta el momento, ha esquivado este espinoso asunto, cuidándose muy bien de ocultarlo Pero, sin duda, la Iglesia se ve orillada a escoger una opción Tendrá que hacerlo
Además, esta necesaria elección levantará protestas no sólo por parte de los devotos del Juan Diego que será descartado, sino también por parte de los grupos políticos y de poder excluidos del prestigio y de los dividendos económicos que traerá San Juan Diego México es un país mayoritariamente guadalupano, por lo que, con su canonización, el indígena de la tilma tiene, de antemano, asegurado un fuerte arrastre entre los fieles de todas las clases sociales limosnas seguras
Cualquiera que sea la solución que vaya a tomar el Vaticano, ésta provocará conflictos y resentimientos Quizá lo más razonable hubiera sido haberle hecho caso a los consejos de los antiaparicionistas; no mover las olas porque la existencia de Juan Diego no se puede comprobar, dejar su espontánea devoción popular tal como está, sin una abrupta intervención de la burocracia vaticana que, como ya se ve, lastimará la fe de unos o de otros