Dolores Olmedo y el estudio de Diego Rivera

lunes, 29 de julio de 2002 · 01:00
Acapulco, Gro - La casa de la fallecida Dolores Olmedo en una de las cimas del Cerro de la Pinzona, "en el viejo Acapulco de los mexicanos", fue remodelada, tres décadas después de que Diego Rivera vivió y pintó en ella dos años, los últimos de su vida Situado aparte de la construcción, el estudio que diseñó Diego y no alcanzó a concluir ?pero del que decoró 108 m2 de techo con mosaico? se convertiría en un centro cultural Igualmente, el muro frontal de la propiedad donde el artista desarrolló una esculto-pintura de 100 m2, dañada por la depredación humana y por el sol que desmayó la brillantez de las piedras de colores, estaba en remodelación para marzo de 1986 Detrás de Caleta, y por el otro lado de cara a un paisaje de mar sin parangón posible ?abajo a la derecha hombres como insectos voladores caían desde una Quebrada de juguete?, Rivera pintó 25 puestas de sol con mano prodigiosa, celebrada por Carlos Pellicer en un largo poema, "Memorias de la Casa del Viento", y con "una paleta de Gauguin", según expresión de Raquel Tibol Cuando Dolores Olmedo enseñó en la casa la habitación tras el cristal donde Rivera realizó esa peseta de óleo-témporas sobre masonite (en sus apenas 403 x 282 cm de cada cuadro está todo el cielo y todo el mar vespertinos), dijo conmovida: "Siento mucha tristeza al recordar al maestro Aquí pasó una época feliz con algunos de sus amigos y aquí preparó, luego de su viaje a la Unión Soviética, su última exposición Después de que murió, en 1957, no me volví a parar por aquí en doce años, no podía soportarlo" Dejó Lola Olmedo la casa a una amiga, y es hasta ahora que ha decidido volver a habitarla, "por lo menos una semana al mes", a compartirla con su compañero el pintor acapulqueño José Juárez, y entre los dos a recuperar el gran mural de Rivera y concluir su estudio En aquél, Diego representó a Exehatl, dios del viento en el panteón azteca y bautizó la propiedad como El Tlallocan, que es su paraíso terrenal; en él estudió, "escribió" pictóricamente la carta que envió en 1956 (a su llegada de la URSS, ya instalado en Acapulco) a Lola, quien se encontraba en Europa: "De la tierra de la paz voló el sapo pintor a través de las nubes para entregar a su amada su paleta y su corazón" Cuando Lola Olmedo regresó a la Pinzona hacia el término de ese año, Diego había concluido el enmosaicado del techo, como un regalo póstumo, un regalo para toda la vida, según decía la carta MEMORIAS DE LA CASA DEL VIENTO Dolores Olmedo compró la Quinta Brisa en 1948, "que nada tiene que ver con el fraccionamiento Las Brisas y esas cosas que han hecho, no: aquí es el viejo Acapulco de los mexicanos" Entrevistada en marzo de 1986, relató que en abril de 1955, a su regreso de la URSS, donde Rivera viajó al Congreso Internacional de la Paz y para curarse del cáncer "porque en México no teníamos cobalto", vino a residir a la casa ?"no lo invité, él se autoinvitó"? acompañado de su esposa Emma Hurtado, su hija Ruth, su enfermera Judy Ferrato y su secretaria Teresa Proenza Olmedo lo visitaba cada semana, pero partió a Europa en el 56 para ver a su hijo Alfredo Phillips, y estuvo todo ese año fuera Diego ?refirió? viajó en mayo de ese año a México, para ver al doctor Montaño, quien lo trataba del cáncer que le había detectado el doctor Ignacio Millán Ya por esta época había cobalto en México El pintor se dedicó a preparar la que sería su exposición postrera, que montó hacia octubre en la galería que llevaba su nombre (Ignacio Mariscal y Mariano Arista) en la ciudad de México, propiedad de Emma Hurtado Diego escribió desde Europa la carta citada, y anunció misteriosamente el obsequio del decorado en el estudio así: "El le va a escribir a usted algo que va a quedar grabado por los siglos" La carta a Lola Olmedo está representada en el techo del estudio con la paloma y la hoz y el martillo, que es "la tierra de la paz" (URSS); está un avión, peces, el sapo (símbolo del mismo Diego) y el corazón, que es Olmedo, con cuatro estrellas, sus hijos El mosaico de piedras de colores mide 648 por 1020 m Es el remate del estudio, y por estar cubierto no ha sufrido deterioro alguno a pesar de que el edificio rectangular no tiene muros Rivera lo diseñó para cubrirse con cristales, pero la altura va más allá de los cuatro metros "No hay cristales de ese tamaño ?expresó Lola Olmedo?, lo que pasa es que el maestro quería que todo lo que pensaba se debería de hacer Voy a poner en cada uno de los cuatro lados un muro de unos 2 metros, y en las partes altas grandes cristales Cuando esté terminado ?y se está haciendo fielmente, como él lo diseñó? a ver si pongo algunas reproducciones de sus obras y hacemos algo, tal vez una biblioteca infantil" El estudio, asentado en un alto segundo piso, tiene una escalera circular externa y una interna que conduce a habitaciones de abajo, donde hay dos terrazas: las cornisas de ellas son también murales de piedras de colores: uno, de 1052 por 1m, con una serpiente, y otro, de 7 por 330 donde representó el símbolo náhuatl del movimiento junto a una mano Además, el techo del entrante al baño, en el estudio, también está decorado y mide 184 por 536 m Desde la calle empinada, por encima del gran mural esculto-pictórico, se aprecia el mosaicado de los techos LOS MUROS DE CRISTAL En realidad el gran mural del frente, dividido por la reja de entrada, son dos muros: uno, el de la izquierda, mide 1270 m de largo, y otro el de la derecha, de 20, más unas inscripciones en 235 m, que dicen: EXEKATL KALI (Casa del Dios del Viento), TLALOKAN; en azul, vertical y paralelamente, DOLORES OLMEDO, DIEGO RIVERA y los números romanos LVI A la izquierda, una gran serpiente, Quetzalcóatl, cuya cola de plumas asciende como un remate florido, al lado de El sapo-Rivera que ofrece su corazón encendido a la dueña de la casa", explica Lola Olmedo Está también un coyote, Xolotl, "el hermano gemelo de Quetzalcóatl" A la derecha, un enorme Tláloc, acompañado de la Coatlicue En las fauces de los muchachos del barrio introdujeron una botella vacía de ron; a menudo, reveló Dolores Olmedo, arrancaban algún mosaico, igual que los turistas, quienes se han llevado toda una parte decorada con conchas nácar Se suben a los muros por las jardineras y Dolores Olmedo se preguntaba cómo protegerlos Por lo pronto, encargó que se sustituyeran enteramente las piedras de colores, además comidas por el sol o pulverizadas En seis meses se habrían remodelado estos murales en los que Diego Rivera trabajó todo el año de 1956, y que junto con su estudio serían la principal, casi única atracción cultural del puerto Mientras Dolores Olmedo y Jesús Juárez mostraban los murales, descendió de un carro una pareja joven Era Carlos Ortiz, un músico que dirigió el foro cultural de la librería Gandhi de México, y se presentó así: "Nos pusimos a preguntar por todos lados si había en Acapulco algo más que playas y bares y finalmente alguien nos envió aquí" No podía llegar en mejor momento LAS PUESTAS DE SOL El general Lázaro Cárdenas, Alfonso Quiroz Cuarón, Narciso Bassols, Elena Vázquez Gómez, así como personajes de la vida cultural norteamericana como los actores Helen Heiss y Yul Bryner, el abogado de Einsenhower, Barney Hodes y el hermano de Douglas McArthur, James, visitaron a Rivera en esta casa durante el 56 Aquí pintó, relató Lola Olmedo, a este último, a la señora de Beteta, a los hijos de la misma Olmedo (como en el célebre La hamaca, a su hija Irene y una amiga), los cuadros de los niños soviéticos, de Praga, de Bratislava, de Cracovia y las 25 puestas de sol, de las cuales Olmedo le compró inmediatamente 20, las otras 5, señala, fueron propiedad de Emma Hurtado De éstas ha localizado tres, que pertenecen a la familia del doctor Ignacio Chávez, (Lluvia), Licio Lagos y otro, vendido en Nueva York por la señora Hurtado Además, sabe de 8 falsificaciones En 1956 Rivera expuso las puestas en su última muestra, con el nombre "Colores en el mar, el cielo y la tierra", explicó Raquel Tibol, a quien en entrevista en 1986 se le pidió telefónicamente una valoración de esa serie (cuyo nombre en la exhibición proviene quizá de Pellicer, quien tituló su primer libro Colores en el mar y otros poemas): "Diego tenía una paleta de Gauguin, una paleta fauvista El fauvismo, al romper con el impresionismo, deja la paleta naturalista (aunque Gauguin está en la naturaleza, está en Tahití), es decir, la irrita, la violenta, en lo que era el color rabioso Diego no hace una copia de la naturaleza, sino que al pintar extremos contrastados, sin separarse de la naturaleza, agrega la imaginación Con esa tendencia fauvista Diego se sintió identificado hacia los últimos 10 o 12 años de su vida, acudió a la paleta fauvista (como se ve en La hamaca y en la parte superior de los murales del pasillo de Palacio Nacional, en el `Mercado de Tenochtitlan'), casi lo que es hoy la paleta salvaje de los artistas norteamericanos, italianos y alemanes que tienen entre 30 y 40 años" Como José Juárez habló de que Rivera llegó en parte a pintar en las puestas la abstracción, se le inquierió a Tibol; dijo: "Toda pintura es abstracción: imagínese pintar tanto en tan poco espacio, es un proceso de abstracción muy fuerte, pero lo que Diego quiere pintar es el movimiento de las formas en la luz, esa luz encandilante de Acapulco Lo que a mí me llama la atención en las puestas es cómo el artista mira ese sol de frente Así, el movimiento implícito, que era lo que Diego había tomado del arte prehispánico, es esa capacidad de representar el movimiento, y en estos cuadros usted siente que la naturaleza se está moviendo" En noviembre de 1958, Carlos Pellicer evocó aquí a Diego Rivera, a un año de su muerte: En esta Casa del Viento los ojos son más grandes que los oídos, que bajan por la escalera que conduce al mar, y sin decir palabra nos están diciendo que aquí vivió una vez la mano que entre el agua y la tierra y el aire y el fuego, se puso a pintar (Proceso No 0491, 31 de marzo de 1986)

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