Los excesos

domingo, 19 de octubre de 2003 · 01:00
Hace algunas semanas se difundieron detalles sobre el guardarropa de Marta Sahagún El gusto de la esposa del presidente por las prendas y la joyería costosas, adquiridas en casas de moda extranjeras, salió a la luz, con datos muy concretos provenientes de información oficial En este ensayo, la autora de Las niñas bien y Los de arriba analiza la forma de vestir de la primera dama y concluye que si así son sus excesos en calidad de tal, ¡cómo serían si llega a convertirse en la primera presidenta de la República! ¿Por qué se hace notar tanto Marta por su vestimenta? ¿Por qué se ve que gasta mucho en ella? Hay una manera de vivir la vestimenta que es esencialmente aristocrática y que, en cierta forma, expone a los plagiadores y los arribistas que siempre hacen demasiado, ejerciendo un permanente autocontrol de las apariencias, queriendo conformarse al ideal canónico y por eso mismo se traicionan La elegancia, que consiste en no sorprender, cesa en cuanto se nota La invisibilidad es su condición A pesar de que la aristocracia, política, jurídica y económicamente ya no existe, sobrevive socialmente gracias al encanto y fascinación que ejerce en la burguesía Tiene entonces un poder simbólico que la clase media no tendrá jamás Bien dice el refrán que aunque la mona se vista de seda, mona se queda No es que se vea mona o monísima, sino que es mona Por eso, en cuanto se llega a tener poder económico o político, lo primero que se hace es tratar de emular a esa clase aristocrática, condicionando al ser en parecer Por ejemplo, en El Universal apareció un reportaje el 29 de septiembre sobre el guardarropa de la señora Fox, haciendo notar que tiene vestidos y trajes iguales a los que llevan la reina de España y la princesa de Mónaco En las fotografías en las que aparecen Marta y la princesa Carolina vistiendo exactamente el mismo traje Chanel, lo primero que se nota es que el elegante atuendo no se les ve igual Carolina se ve esencialmente elegante Marta tiene puesto un traje elegante Nuance, dirían los franceses Es decir, esa pequeña e inadvertible diferencia que separa lo que "es" de lo que "quiero ser" La esposa de nuestro presidente no sólo es la primera dama, quiere parecer la Reina de México porque se atribuyó el poder para hacerlo El poder que para ella es una especie de libre servicio "Yo puedo", se ha de decir todas las mañanas cuando hojea Hola, su revista favorita, para ver cómo van vestidas las damas de la realeza "Tú puedes", le han de decir sus nuevas y ricas, nuevas ricas y seudo aristócratas amigas de la Sociedad de Admiración Mutua, entre las cuales debe haber una Rasputín (a) que la convence de que todo lo puede Ay, Martita, no hagas caso a esas periodistas que te critican Son una bola de envidiosas Ay, Martita, gracias a ti, pudimos sacar a los priistas de Los Pinos Ay, Martita, qué importante eres para las mujeres; eres nuestro ejemplo, nuestra meta, nuestro reto y nuestra futura candidata "Nosotros podemos", se ha de decir la pareja presidencial en la intimidad de su pequeño Trianon en Los Pinos "Aprovecha la partida que tienes para tus gustos, digo, tus gastos, mi amor", le dice el primer mandatario ¿Qué no hay una partida para que el pueblo se vista mejor? ¿Por qué no promover a algún costurero o modista mexicanos? Si tanto admira a Eva Perón, por qué no "evita" gastar tanto, aparentar lo que no es; por qué no "evita" estar siempre en las noticias, por qué no "evita" ser tan visible y distraer la atención con su frivolidad, que hace pensar en que es una constatación insistente y resignada de angustia Si tanto quiere imitar a la aristocracia, por qué no hace como las pseudo aristócratas mexicanas que tienen su costurera, muchas veces chancloncita pero eso sí muy hábil, que les copia los modelos de las elegantes Por lo menos tiene a alguien que se puede mantener cosiendo ¿Por qué no promover la alta costura local? Los ejemplos Cómo se aprende cuando uno quiere y puede, sobre todo cuando se es esposa del presidente de México, piensa Martita antes de dormir Los Pinos es la gran escuela Se aprende a mandar, a ordenar, a vestir bien, a maquillarse, a cambiar su apariencia para mejorar y a gastar para gustar Cómo se mejora uno Todo el mundo me dice que soy preciosa, que soy guapa, elegante, inteligente Nunca se había visto una primera dama como yo Tan trabajadora, tan lista, tan articulada Me comparan con Jackie Kennedy por mi figura y elegancia, claro que tengo mejor marido que ella A mí Vicente me adora y ni de chiste me pone el cuerno Dicen que por eso ella gastaba tanto en ropa porque John la engañaba a todas horas Dicen que soy como Hillary, pero mejor, y que si quiero, con el poder que tengo ahora, puedo llegar a ser la primera presidenta de México Dicen que soy muy femenina y comprensiva con los hijos de Vicente Dicen que no haga caso de críticas ni de libros escritos de pura mala fe Y dicen que puedo que todavía puedo llegar muy lejos Parece ser que tal era la presión que Jacqueline Kennedy sentía por las escapadas de su esposo en la misma Casa Blanca, que se consolaba gastando fortunas en ropa de alta costura estadunidense y, a veces, francesa Givenchy era su modista preferido y lo escogió para que le hiciera la ropa que llevaría al viaje oficial a Francia con el general De Gaulle Las malas lenguas cuentan que fue con ése con el que el presidente francés se medio enamoró de ella Por lo general, Jack su marido, que era millonario, financiaba los gastos de su esposa, que le parecían excesivos, y tuvo que pedirle que hiciera un presupuesto al que debería atenerse The Battle of the Budget, rememorando el Battle of the Bulge de la Segunda Guerra Mundial, nombraban el encuentro de Kennedy y su esposa a propósito de sus excesivos gastos A favor de Jacqueline podemos decir que siempre fue una mujer sumamente elegante, chic y sofisticada Hablaba francés y español, y en el viaje a Francia sostenía conversaciones de alto nivel con De Gaulle y Malraux, el ministro de Cultura Tenía conocimientos de la historia de Francia y en varias ocasiones sirvió de intérprete entre su marido y De Gaulle Ella no aprendió estando en la Casa Blanca, ni a vestir ni a arreglarse ni a recibir Al contrario, la casa presidencial subió de categoría con su buen gusto y el sello tan personal que le puso en la decoración El puesto de primera dama no la hizo, ella le dio un lugar al puesto Cuando tuvo que abandonar la Casa Blanca, dejó un antecedente que ninguna de las demás primeras damas ha podido emular y menos superar Madame De Gaulle, por su lado, cultivaba la in-vi-si-bi-li-dad Siendo primera dama, nunca cambió su estilo, para ella significaba una misión más de su esposo en bien de Francia Siempre se vistió igual, con un traje sastre muy clásico y con joyas muy discretas Nunca quiso llamar la atención Siempre se mantuvo en su lugar Jamás hizo declaraciones comprometedoras y nunca, nunca hablaba de sí misma María Antonieta de Francia no se contentaba con ser reina, también quería ser reina de la moda, de allí que sea la patrona de los diseñadores franceses Sus extravagancias, excesos y gastos le valieron lo que ya sabemos Fue la primera en usar tela estampada para sus vestidos "Mira, la reina está vestida de cortina", comentaban sus enemigas Su madre, la emperatriz María Teresa, le escribía para reclamarle su conducta Pero no hay que olvidar que la pobre María Antonieta se casó a los 15 años y vivía en un mundo que la excluía de toda realidad No hay que olvidar que la pobreza excluye, pero la riqueza aísla Curiosamente, también el buen gusto produce el mismo efecto, aleja a los demás Tal era el mundo en el que vivía alejada de toda realidad, que se le atribuye haber dicho, cuando escuchó que el pueblo no tenía pan, "pues que coman pasteles" Imelda Marcos materialmente enloqueció de poder a tal grado que se convenció de su papel, creyéndose víctima después Una vez que el gobierno de su marido cayó, al hacer un inventario de las cosas que había dejado en su casa, descubrieron en el waking closet de la señora Marcos 500 pares de zapatos Muchos de ellos todavía sin estrenar y algunos de estilo idéntico ¿Qué les pasa a las mujeres esposas de hombres en el poder? Cuando no se sienten, como algunas, cero a la izquierda, se sienten merecedoras de todo tipo de privilegios, derechos y halagos Cuando regresaban de alguna batalla victoriosa los generales romanos y eran recibidos por el pueblo con grandes aclamaciones, durante la procesión triunfal siempre estaba al lado un esclavo con la obligación de susurrar al oído del héroe dos palabras: "Eres mortal", para advertirle en contra de las consecuencias del éxito y del poder: el orgullo, la arrogancia, el exceso de autoestima, la pérdida de perspectiva y el olvido de la realidad Hay que recordar que los dioses se encelan y el éxito provoca muchos enemigos ¿Quién podrá recordarle a Martita que el uso gentil del poder para el bien de los demás es una de las más heroicas de las virtudes y que por eso hay tan pocos ejemplos? Conservar el estilo Parece ser que De Gaulle estaba muy consciente de la imagen que tenía que dar Él decía que no podía haber autoridad sin prestigio, ni prestigio sin guardar distancias (Esto es lo que le falla a Fox, que no sabe guardar distancias) Dicen que De Gaulle copiaba lo que llamaba "la manera estudiada" de César y Napoleón, que le daba importancia a una actitud teatral y pensaba que todos los hombres de Estado la practicaban también Con lo que se nos prueba que todos están conscientes del poder, de cómo proyectarlo Unos, como De Gaulle, lo hicieron con estilo, panache y flair; otros caen en la absoluta ridiculez, como algunos dictadores latinoamericanos y los llamados "tercer mundistas" Lo mismo pasa con las esposas de los hombres de poder Seguramente Marta piensa que tiene que darle brillo a la posición de su marido presentando una imagen, según ella, de primera dama de primer mundo La señora Chirac, que es de una familia excelente, se presenta como siempre lo ha hecho No da la impresión de que está estrenando ni ropa ni situación La señora Bush tampoco se ha salido de su estilo de vestir de gringa media No cambió de peinado ni se puso Botox ni se maquilla en exceso Mi opinión es que hay que desconfiar del poder no importa en manos de quién caiga Dice Burke que los que se han intoxicado de poder una vez y que han logrado algún beneficio propio, aunque sea por un corto tiempo, nunca quieren abandonarlo Están como anclados en él Y por ningún motivo lo quieren soltar Si la imagen es tan importante para Marta, bien podría ser más consistente con sus selecciones de vestuario, me refiero a mirar y a adquirir prendas de diseñadores mexicanos Así, cuando salga en toda revista de sociales, podría poner en la mira el buen diseño nacional, el cual no le pide nada a los diseños de casas internacionales Ésta podría ser una forma de consistencia Si tanto exclama "¡Vamos México!", pues que también aplique el: ¡Vamos a comprar, pero la costura nacional! ¡Vamos a comprar cosas mexicanas para apoyar a nuestros obreros! ¡Vamos a comprar zapatos made in México para proteger a la industria zapatera! La lista es amplia y variadísima Tenemos a un excelente modisto como Manuel Méndez (maestro de Enrique Martínez, que en paz descanse) que ha vestido a esposas de políticos, a artistas y a mujeres de sociedad, o bien se encuentran jóvenes diseñadores de alta costura y de prêt-à-porter, como Edoardo Rocha, Blanca Estela Sánchez, Claudio Sala, Arturo Ramos Mariana Luna o Alberto Rodríguez (quienes, punto y aparte, han salido en sendos reportajes especiales en la revista Hola, en dos ediciones sobre alta costura y prêt-à-porter desde México) Se sabe que Macario Jiménez, otro joven diseñador mexicano, ha realizado para Marta dos vestidos, uno de ellos especialmente para que lo llevara el día de las elecciones Armando Mafud también ha realizado algunos diseños para ella Hay que decir algo más en pro de que le sea diseñado su vestuario: los divinos diseños de Escada, Chanel o de cualquier casa, deben sufrir, las más de las veces, alteraciones para que le queden a Marta Como ella es línea petit, en algunos casos es necesario ajustarle a la prenda los largos, las mangas (que no sé por qué tiene la obsesión de no usarlas para nada o bien de llevarlas mucho más largas de lo que van ¿Cómo olvidar el traje de novia? ¿Y cómo olvidar las medias en café claro-oscuro?), los contornos de cadera, cintura y busto, y el ancho de espalda y sisas Todo esto es un martirio para quien tiene que desarmar y volver a armar la prenda, a la vez que nunca queda realmente perfecta Por ello, la opción de mandarse a hacer la ropa a su medida es mejor, mucho mejor Aunque no se le vea de marca extranjera, pero que le caiga bien Menos es más La cuestión verdadera no radica solamente en quién la viste Si hacemos un análisis de un todo en el "look Zamora" de Marta, la realidad salta a la vista: sus enemigas insisten en decir que el suyo es un look provinciano, hasta un poco ochentero demodé Volvamos a las fotografías que publicó El Universal: con el mismo traje Chanel en Carolina de Mónaco y en Marta La diferencia, como dijimos, salta a la vista; mientras la primera se ve elegante e impecable, con accesorios que sólo resaltan la prenda pero que no la opacan, en nuestra Marta parecería que no recuerda la famosa frase de less is more (menos es más); aparte de sus ya clásicas mascadas, tiene la mala virtud de ponerse prendedores ¡too much, dear! En varias ocasiones se ha vestido así, mascadas, prendedores y, en algunas fotos, ha salido con aretes que se los debe haber vendido su peor enemiga El asunto no termina ahí El maquillaje de la señora de Fox tiene un gran y principal problema: se maquilla demasiado los ojos, parecería que trae capas y capas de sombras, y qué decir de sus largas pestañas con una cantidad tal de rimel que parece que en cualquier pestañeo se le quedarán los ojos cerrados ante el peso de tanta máscara Si vemos a las grandes reinas, como Sofía de España, Silvia de Suecia, Paola de Bélgica; a princesas, como Carolina o las infantas Elena y Cristina de España o Victoria y Magdalena de Suecia; y primeras damas, como Ana Botella de Aznar, veremos que procuran un maquillaje sumamente discreto y acorde a su edad Poco maquillaje y en tonos neutros no sólo da un aspecto un poquito más natural, sino que también ayuda a ser discretos con la edad Esa imagen provinciana de Marta es más cercana a una señora clase mediera, con ínfulas de postín y abolengo, que a una dama que se codea con primeras damas, reinas y princesas, me dijo hace poco una amiga muy conocedora de estos asuntos Tiene razón, la elegancia real cesa cuando se nota No importa el prestigio y la elegancia de las marcas del vestuario -Hermès, Chanel, Escada-, importa la percha; si quien porta una prenda no tiene la actitud y la sencillez de la elegancia, sino que espera que éstas se la otorguen, cae en el error Es notoria la diferencia En cuanto a los accesorios se refiere, sucede algo parecido con el que ya se podría llamar look a la Martita: tiende a apostar por piezas caras, como el reloj Patek Philippe (con un costo de 10 mil dólares; todos los precios son en dólares) que usa, aretes de la Casa Berger (entre 2 mil 500 y 3 mil 700), collares de la misma casa (de 3 mil 500 a 4 mil 700), su ya archi visto open heart de Tiffany (mil 75), mascadas de Hermès (290 cada una), zapatos Ferragamo (350 a 400), bolsas Chanel (de 800 a mil 200, y de la cual tiene la bolsa 01, edición especial, como clara imitación a Jackie O), bolsas Cartier (mil 150) o zapatos de la casa Marc Jacobs (400) Repetimos lo obvio: el éxito y la fortuna del buen gusto en las combinaciones de vestuario y accesorios no radica en los altos precios, sino en la sutileza de cómo se usan Los collares trenzados que usa Marta (los tiene monocromáticos, como el negro con el que aparece en la fotografía del reportaje citado, titulado El glamour en Los Pinos, o de dos tonos, como el rojo con blanco con el que aparece en las fotos de Hola, en la edición del 22 de mayo de 2003), su pasión por los broches y prendedores, así como el desmedido uso de mascadas (ojalá usara las de Pineda Cobalín, de creación y fabricación mexicanas, de cuya marca ya se compró varios pares de sandalias sin que hubieran salido al mercado), la coloca en una lista que no sobrepasa ni a las mejores ni a las peores vestidas, es decir, se queda en la medianía, en un estado letárgico de querer ser pero no poder ¿Dónde guardará tantos broches, collares y aretes? ¿Cuántas cajoneras tendrán sus joyeros? ¿De qué tamaño será su guardarropa? ¿Cuántas zapateras tendrá? ¿Le regalará la ropa que no es de marca a sus primas pobres de Zamora? ¿Cuánto gastará en la tintorería? ¿Cuántas mascadas le regalarán sus amigas lambisconas por año? ¿Usará también ropa de dormir de Escada y de Dior? ¿Qué opinará su suegra de la forma en que se viste y en que gasta? El asunto no sólo es de presupuesto presidencial, permitido por la ley, y si gasta fortunas en su vestuario y accesorios Ella ya declaró: "también tengo ropa que vale 5 mil y 10 mil pesos" A lo cual yo agregaría qué afortunada si tiene una prendita nomás de esas cantidades, que ya quisiera para dominguear una señora clase mediera que se viste de Julio o Zara Pero ¿qué tan seguido usa esas prendas? Tal vez las use cuando va a montar a caballo al rancho o quizá se refiera a playeras que no se pone y que tiene guardadas en su clóset La confusión No sé, aunque estoy casi segura, que tenga un asesor de imagen, porque de cuando era vocera de la Presidencia al día de hoy ha tenido muchos cambios Tal vez demasiados El ejemplo más evidente es su rejuvenecimiento, la piel se le ve más lisa, las líneas de expresión se le han suavizado y tiene los pómulos un poco más realzados, ¿a qué se deberá ese milagro? Si se ve tan rejuvenecida ¿por qué echarse encima más años con un maquillaje tan cargado? No decimos que no tenga derecho de mejorarse Al contrario, cuando se dejó despejada la frente, de inmediato pensamos que había sido un acierto Lo que decimos es que en su nueva personalidad de primera dama, todavía existe en ella mucha confusión Por un lado, está muy segura y se siente muy apoyada por su séquito y, por el otro, se le advierte temerosa, como que todavía no sabe qué es lo que realmente le queda bien ni qué imagen quiere dar (¿Recuerdan la actitud que tenía el día de su boda? Apenas si se atrevía a pedirle un beso a su flamante marido frente a las cámaras, y si éste se lo daba, de inmediato ponía cara de felicidad y de gratificación Cara de que no lo podía creer) Tal vez no sabe si ser una señora muy sofisticada, o al contrario, mantener el estilo que tenía antes, es decir, el de una mujer profesionista que costea ella misma sus necesidades y sus caprichos To be or not to be, ése es su problema To be or not to be candidata a la Presidencia To be or not to be protagónica To be or not to be una gran influencia para su marido Y to be or not to be una primera dama con demasiado poder Ya Georges Perec puso el dedo en la llaga en su libro Las cosas, en el que una pareja de burgueses pretende subir de escalafón social a partir de los objetos que los rodeaban, la ropa y sus gustos, con trágico desenlace La sencillez y el dejar de pretender algo que no se es son la única salida para encontrar un estilo propio, personal Marta podría empezar por presentar una imagen más auténtica, sin dar la impresión de estar estrenando situación o vestuario Sería bueno que echara mano de los diseñadores mexicanos y promoviera de esa forma a dicho sector Así, cuando le pregunten en una cena de Estado de quién es ese vestido tan bonito, ella podría contestar: de mi diseñador de cabecera, que es mexicano Hasta su presupuesto bajaría un poco, ya que los costos de los diseñadores mexicanos distan con notable diferencia de los costos de los diseños de casas internacionales Sus amigas de la Sociedad de Admiración Mutua también deberían probar este consejo Si la mujer que nos representa a nivel internacional, nuestra primera dama, nuestra Martita, da una imagen de falsa elegancia, de pura simulación sin sustento, de pretendido empuje por parecer "una más" de la constelación de las grandes damas del mundo sin lograrlo, ¿qué pensarán en el extranjero de la realidad social, política y económica de nuestro país tan pobre y tan necesitado de tantas cosas? Faltan tres años para que se termine el gobierno de Fox Tres años en los que Marta se seguirá comprando muchas cosas Tres años en los que le seguirán regalando muchas cosas Y tres años, con sus respectivos 365 días, en los que continuará estrenando diariamente muchas, muchas cosas ¿Se imaginan el guardarropa que adquiriría la señora Fox si llegara a ser la primera mujer presidenta de la República? Que Dios nos agarre confesados porque Marta se viste, luego existe

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