Coetzee, Nobel de Literatura 2003

viernes, 3 de octubre de 2003 · 01:00
Segundo premio para Sudáfrica La decisión, por unanimidad México, D F, 2 de octubre (apro)- Los 15 miembros de la Academia Sueca designaron este jueves premio Nobel de Literatura 2003 al sudafricano John Maxwell Coetzee, quien se encuentra en la Universidad de Chicago, Estados Unidos, impartiendo un curso En un comunicado, la Academia menciona que Coetzee fue galardonado por su capacidad para escribir relatos que, “mediante innumerables recursos, describen la sorprendente participación de los forasteros” También destaca que sus novelas están cuidadosamente construidas, con un diálogo brillante y profundos análisis Cabe destacar que fue distinguido con el Nobel por unanimidad, y por eso fue dado a conocer antes que los otros premios que otorga la Academia Sueca y el comité noruego para el galardón de la paz Coetzee es el segundo sudafricano que obtiene el galardón, pues en 1991 se le otorgó a Nadine Gordimer Jeff Mulligan, el editor británico de Coetzee, anunció que el escritor aceptó con satisfacción el premio, pero adelantó que “no dará entrevistas” como cuando le dieron el Booker Prize, el más alto reconocimiento literario en lengua inglesa, en dos ocasiones: en 1983, por “Vida y época de Michael K”, y en 1999, por “Desgracia” El premio, que consta de 13 millones de dólares, le será entregado el 10 de diciembre en Estocolmo, en una ceremonia en la cual el rey Carlos XVI Gustavo le dará además un diploma y una medalla Sin embargo, no se sabe aún si acudirá, lo cual sería inusitado Coetzee nació en la Ciudad del Cabo en 1940 Siendo estudiante de matemáticas e inglés, quería ser escritor, y para conseguirlo se traslada a Londres, huyendo de la situación claustrofóbica y compleja que atraviesa su país, y de una serie de circunstancias personales conflictivas En busca de una vida bohemia, el narrador verá todas sus esperanzas frustradas cuando entra a trabajar en una compañía informática como programador Al respecto, su editor señaló que Coetzee nunca deja de recordar que fue programador de computadoras y así se ganó la vida a principios de los sesenta, y “tuvo una relación con el clima, aún más execrable, de su país en pleno apartheid, de la discriminación racial y de la represión” El escritor también es profesor de literatura, traductor, lingüista y crítico literario En 1974 publicó su primera novela, “Dusklands”; le siguieron “In the heart of the country”, con la que ganó el CNA, el primer premio de literatura sudafricana; “Esperando a los bárbaros”, “Vida y época de Michael K”, “Foe”, “Age of Iron”, “El maestro de Petersburgo”, “Infancia”, “Desgracia”, “La edad de hierro”, “Las vidas de los animales”, “Juventud” y “En medio de ninguna parte” Este último libro acaba de ser lanzado al mercado en México por la editorial Random House Mondadori También publicó, en su colección de bolsillo, “El maestro de Petersburgo” En España se publicará próximamente “Cosas extrañas” y “Elizabeth Costello” El narrador visitó México en abril de 1998 para dar una conferencia en el ciclo “Geografía de la novela”, organizado por Carlos Fuentes en El Colegio Nacional Fuentes escribió un artículo en el diario “La Jornada” cuando Coetzee recibió el premio Booker por “Desgracia”: “La peregrinación piadosa de Coetzee atraviesa un mundo devastado, un mar de bocas hambrientas, un dolor oscuramente conectado para siempre con el futuro” Desde hace un año, Coetzee reside en Australia, luego que su esposa, la crítica literaria Dorothy Driver, fue nombrada profesora de la Universidad de Adelaida A continuación se publica un adelanto de “En medio de ninguna parte”, donde Magdalena, la protagonista de esta historia, desde una remota granja de Sudáfrica observa el paso de la vida, pero sufre en silencio la dureza del desierto y la tiranía de un padre que la condenó desde el momento que nació mujer Su amarga existencia se verá alterada cuando su padre lleva a su casa a una nueva esposa * * * 1- Hoy mi padre trajo a casa a la mujer que acaba de desposar Llegaron en un carricoche del que tiraba un caballo trotón enjaezado con una pluma de avestruz en el lucero, polvoriento tras el largo trayecto O quizá tirasen del carricoche dos asnos emplumados, que también eso es posible Mi padre vestía su frac negro y su sombrero de copa; la flamante recién casada, una pamela de ala ancha y un vestido blanco y ceñido en el talle, ajustado en los pechos No puedo dar más detalles a no ser que me ponga a embellecer la historia, dado que no estaba pendiente de ellos cuando llegaron Me encontraba en mi habitación, en la penumbra esmeralda tras las persianas bajadas, a última hora de la tarde, leyendo un libro o, es más probable, en posición de decúbito supino, con una toalla húmeda sobre los ojos, en pleno combate contra una migraña inoportuna A mí me toca quedarme en la habitación de ella, leyendo o combatiendo contra las migrañas Las colonias están repletas de muchachas así, aunque no creo que haya ninguna tan extrema como yo Mi padre es el que pasea sobre la tarima de acá para allá, de allá para acá, despacio, con sus botas negras Luego, en tercer lugar, aparece la recién casada, que se queda en cama hasta muy tarde Esos son los antagonistas 2- La recién casada La nueva esposa es una mujer perezosa, de huesos grandes, voluptuosa y felina, con una boca ancha y sonriente Tiene los ojos negros y sagaces como dos moras, como dos moras negras y sagaces Es una mujer grandullona, aunque tiene las muñecas finas y los dedos largos y gordezuelos Come con autentico deleite Come y duerme y holgazanea Saca esa lengua larga y roja que tiene y se relame la dulce grasa de cordero que se le queda en los labios “Ah, cómo me gusta”, dice, y sonríe y pone después los ojos en blanco Le miro la boca, hipnotizada Entonces vuelve hacia mí la boca nacha y sonriente y los ojos negros y sagaces No me resulta nada fácil sostenerle esa sonrisa que tiene No por estar unidos somos una familia feliz 3- Ella es la nueva esposa; por lo tanto, la esposa anterior ha muerto La esposa anterior era mi madre, pero murió hace tantos años que apenas la recuerdo Yo debía de ser muy pequeña cuando murió; tal vez fuese solamente una recién nacida De una de las más remotas mazmorras de mi memoria extraigo una imagen pálida y gris, la imagen de una pálida, gris, frágil y amorosa madre acurrucada en el suelo, como la que seguramente forjaría para sí, inventándola, cualquier chica de mi edad

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