Rulfo: para leerse el 2 de noviembre

sábado, 1 de noviembre de 2003 · 01:00
México, D F (procesocom)- Dice Octavio Paz que el mexicano mantiene una íntima relación con la muerte A diferencia de cualquier otro pueblo, el mexicano acaricia la muerte, la frecuenta, la burla, la festeja, la mira de frente, casi en forma retadora Incluso, en referencia a nuestras canciones y chascarrillos que hablan de "la pelona" o "la catrina", a los irónicos grabados de José Guadalupe Posada y al pan que lleva adornos que simulan huesitos de muerto, asegura el escritor que la muerte para el mexicano "es uno de sus juguetes favoritos, su amor más permanente" Y quizá ante los ojos de extranjeros, la interacción que mantiene el mexicano con la muerte es uno de los puntos más atractivos de este país al que el artista francés André Bretón otorgó el título del más surrealista del mundo No hay otro lugar donde la muerte sea venerada del modo en que se hace en México, con flores, el color del papel picado, la dulzura de las calaveritas, con la abundancia de la gastronomía nacional Pero, según Paz, dicha relación es "estéril", porque aunque es mucho más íntima que la que suelen tener otros pueblos con la muerte, "se desnuda de significación y carente de erotismo Todo está lejos del mexicano, todo le es extraño y en primer término, la muerte, la extraña por excelencia", dice Paz en su Laberinto de la soledad Claro que, a pesar de la esterilidad de la perspectiva mexicana sobre la muerte, ésta tiene sus raíces, bien fincadas en las dos civilizaciones que nos parieron Y también tiene frutos Año con año, ante el asombro temeroso de los extranjeros, recogemos parte de ellos en el marco de la celebración del Día de Muertos en sitios como Mixquic, Milpa Alta, la isla de Janitzio, en Michoacán Uno de los más destacados frutos de la no tan estéril relación entre el mexicano y la muerte es, sin duda, la escalofriante y prodigiosa escritura del jalisciense Juan Rulfo Sus dos únicas obras, El llano en llamas y Pedro Páramo, no agotan su misterio pese a la gran cantidad de estudios de que han sido objeto Tampoco el tiempo transcurrido desde su aparición ha menguado el encanto de estos dos breves libros, que siguen cautivando a generaciones de lectores en México y en el resto del mundo De ambos textos surge un halo de desolación cotidiana, indiferencia, e incluso impasibilidad ante lo que debiera temerse, que mucho recuerda la descripción que hace Paz de la perspectiva del mexicano sobre la muerte y en la que enfatiza Así, mientras el Nobel mexicano sostiene que "nuestras canciones, refranes, fiestas y reflexiones populares manifiestan de una manera inequívoca que la muerte no nos asusta porque 'la vida nos ha curado de espantos'", las palabras de Rulfo en Pedro Páramo dibujan sombras, susurran ecos, transmiten una resignación marchita que no anhela otro "más allá", sino que se queda en la nada absoluta Así lo expresa la misma Susana San Juan en su diálogo con el padre Rentería, unos minutos antes de morir: "--¿Qué va usted a decirme? ¿Me va a confesar otra vez? ¿Por qué otra vez? -Ésta no será una confesión, Susana Sólo vine a platicar contigo A prepararte para la muerte -¿Ya me voy a morir? -Sí, hija -¿Por qué entonces no me deja en paz? Tengo ganas de descansar La han de haber encargado que viniera a quitarme el sueño Que se estuviera aquí conmigo hasta que se me fuera el sueño ¿Qué haré después para encontrarlo? Nada, padre ¿Por qué mejor no se va y me deja tranquila?" Para Julio Estrada, la cercanía de la obra de Rulfo a la cosmovisión mexicana es similar a la que lograron los muralistas Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco en sus obras monumentales, o bien, la que transmiten las obras de compositores como Silvestre Revueltas, José Pablo Moncayo y Carlos Chávez, todos ellos representantes del nacionalismo mexicano Por ello, a pesar que de su publicación fue posterior a este movimiento, Estrada considera a Pedro Páramo como su mejor ejemplo en el ámbito literario Sin embargo, es necesario caer en la cuenta de que si la novela de Rulfo logra ejemplificar de un modo tan preciso un misterio de la personalidad del mexicano, es precisamente porque se trata de una obra muy personal, que sólo pudo surgir de alguien que aprendió a vivir con la muerte de frente En la reciente publicación de "El llano en llamas", que editó La Jornada con motivo del cincuentenario de esta obra, se detalla que Rulfo creció de mano de la muerte, pues por aquellos años, Jalisco estaba sumergido en la guerra cristera Los estragos que causó este conflicto entre la Iglesia católica y el Estado mexicano asolaron la familia de Juan Rulfo "Su padre, Juan Nepomuceno Pérez Rulfo, cae el 1 de junio de 1923, tiroteado por la espalda Un año después, el 1 de junio de 1924, expira su abuelo La familia se desgarra", detalla la introducción de la edición especial Y agrega que la madre de Rulfo, María Vizcaíno Arias, se hundió en la depresión tras la muerte de su esposo y de su padre, y murió en 1927 "Antes y después de la desaparición de sus padres, Juanito lloraba la suerte de algunos de sus tíos, y de muchos otros parientes, lejanos y próximos, devorados por la cristiada De golpe, todo su universo afectivo se traslada al valle de los muertos" La imagen más vívida de este "valle de los muertos" que se hizo cotidiano para Rulfo, es Comala, el mítico lugar donde los ecos relatan la historia de los Páramo y sus víctimas "Este pueblo está lleno de ecos Tal parece que estuvieran encerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos Oyes crujidos Risas Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír Y voces ya desgastadas por el uso Todo eso oyes", dice Damiana Cisneros a Juan Preciado antes de convertirse en un eco más Ahí, las ánimas que no alcanzaron el perdón o que dejaron pendientes en esta vida, deambulan en su propio silencio, gritando su tragedia "--Fue doña Eduviges quien abrió Me dijo que era el único cuarto que tenía disponible --¿Eduviges Dyada? --Ella --Pobre Eduviges Debe de andar penando todavía" "Mi madre --dije--, mi madre ya murió --Entonces ésa fue la causa de que su voz se oyera tan débil, como si hubiera tenido que atravesar una distancia muy larga para llegar hasta aquí" "--No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera abandonado Parece que no lo habitara nadie --No es que lo parezca Así es Aquí no vive nadie --¿ Y Pedro Páramo? --Pedro Páramo murió hace muchos años" Con el traslado de su triste experiencia al ámbito literario, Rulfo no sólo creó una obra que se encuentra entre las mejores escritas durante el siglo XX (algunos intelectuales no dudan en darle el primer lugar de esta centuria), sino que logró sintetizar el verdadero sentimiento del mexicano con relación a la muerte, y con éste, la identidad del mexicano campesino, que aún vive una resignación marchita que no espera nada más allá del último suspiro Y es que, aunque numerosos estudios e investigaciones nos hablan de esa relación "estéril" a la que se refería Paz, no hay mejor referencia a ésta que Pedro Páramo y su ambiente de desolación sarcástica, dolorosa, como la comida humeante frente al ser querido que ya no la puede disfrutar Es por ello que es, además del libro mexicano por excelencia, la lectura ideal para un Día de Muertos En la penumbra de las veladoras, invadidos del aroma de la flor de cempasúchil y del dulce de las calaveras, se oyen los ruidos provenientes de la Media Luna, los "murmullos sordos" de los rezos, las palabras de Rulfo adquieren su dimensión total: "Me recargué en un pilar de los portales Vi que no había nadie, aunque seguía oyendo el murmullo como de mucha gente en día de mercado Un rumor parejo, sin ton ni son, parecido al que hace el viento contra las ramas de un árbol en la noche, cuando no se ven ni el árbol ni las ramas, pero se oye el murmurar Así Ya no di un paso más Comencé a sentir que se me acercaba y daba vueltas a mi alrededor aquel bisbiseo apretado como un enjambre, hasta que alcancé a distinguir unas palabras casi vacías de ruido: 'Ruega a Dios por nosotros' Eso oí que me decían Entonces se me heló el alma Por eso es que ustedes me encontraron muerto"

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