Argentina: Indignación por espionaje

sábado, 15 de noviembre de 2003 · 01:00
Buenos Aires (apro)- Lejos del estilo James Bond, un caso de espionaje en el consulado argentino de Punta Arenas desató un escándalo entre Chile y Argentina, y abrió un “sorpresivo” agujero en la red diplomática tejida por ambos países desde la recuperación de la democracia en el Cono Sur Las sospechas llegan incluso a salpicar las Islas Malvinas, un tema sumamente delicado en las relaciones exteriores del gobierno argentino “Nos tomó totalmente por sorpresa Pero ya fue superado”, dice a Apro una fuente del ministerio de Defensa argentino con fluido acceso al despacho del ministro del área, José Pampuro La fuente, que pidió el anonimato, se esfuerza por reflejar tranquilidad ante un caso que conmocionó especialmente a las Fuerzas Armadas argentinas y que causó indignación en los despachos de gobierno “Tienen que rodar cabezas” Ese fue el caballito de batalla de la presión argentina ante el gobierno chileno, según fuentes de la Cancillería de las que se hizo eco el diario Clarín, el más vendido del país El caso estalló el domingo 9 de noviembre en el consulado argentino en Punta Arenas, sur de Chile Ese día, el cónsul adjunto José Andrés Basbus abrió la sede para recibir a eventuales votantes originarios de la provincia patagónica argentina de Neuquen, que elegía su gobernador Pero dentro del consulado se encontró con la caja fuerte abierta y con un hombre que fotocopiaba documentos secretos “Le hice un tacle al mejor estilo rugby”, relató poco después El “espía” chileno logró escapar, pero detrás dejó una estela de pruebas en su contra, en una huida que hizo recordar las sátiras del mundo del espionaje de Hollywood, como el recordado personaje de Peter Sellers en la serie de la Pantera Rosa Una cámara filmadora, dos chaquetas, lentes de sol y hasta su documento de identidad quedaron dentro de la sede diplomática Luis Roberto Ricus, el “espía” chileno, pasó a la historia por desatar el mayor escándalo entre ambos países desde que Argentina (en 1983) y Chile (en 1990) recuperaron la democracia y dejaron atrás un siglo de desconfianza mutua que los dejó a un paso de la guerra en 1978 por la soberanía del Canal de Beagle, extremo sur de la isla de Tierra del Fuego La estrategia del gobierno argentino fue de máxima presión, aunque dejando en claro públicamente que el escándalo no enfriaría décadas de acercamiento “Son un grupo de tarados (los espías) El gobierno chileno no tuvo nada que ver No creo que esto resienta las relaciones bilaterales Tenemos necesidad de creer en la versión chilena”, agrega la fuente del ministerio de Defensa Los ánimos en Buenos Aires recién se apaciguaron cuando desde Santiago se comunicó oficialmente la destitución de dos “peces gordos” de las Fuerzas Armadas chilenas, bajo cuyas narices se realizó el frustrado espionaje Las “cabezas” finalmente rodaron El gobierno chileno dio de baja al jefe de la unidad de inteligencia de la Región Militar Austral, el teniente coronel Víctor Hugo Poza, y al general de división Waldo Zauritz Sepúlveda, comandante de esa misma zona militar y responsable final del comando Paralelamente, las autoridades chilenas anunciaron la detención de cuatro personas involucradas en el caso, entre ellas Ricus, todos pertenecientes al aparato de inteligencia chileno del sur de ese país De esa manera, las autoridades chilenas zanjaron el escándalo, después de una serie interminable de contactos telefónicos a nivel presidencial, de cancilleres y de ministros de Defensa “Lo que más sorprendió fue que el caso estalló casi tres semanas después del primer ejercicio militar conjunto de la historia entre las Fuerzas Armadas argentinas y chilenas” en Lago Tromen, al pie del Volcán Lenín, en la Patagonia argentina, afirma la fuente de Defensa argentino Las Malvinas Pero el “superado” incidente diplomático dejó flotando un interrogante: el fallido acto de espionaje, ¿guarda relación con los viajes a las Islas Malvinas desde territorio chileno? El tema de los vuelos de aerolíneas chilenas al archipiélago austral (donde en 1982 Argentina y Gran Bretaña se trabaron en guerra por la posesión de las islas), preocupa a las autoridades argentinas Desde hace unos años, un vuelo semanal de Lan Chile parte desde Punta Arenas rumbo a las Malvinas, con una escala una vez al mes en Río Gallegos, extremo sur argentino El gobierno de Néstor Kirchner le negó este mes a esa aerolínea la posibilidad de agregar una segunda frecuencia semanal a sus cuatro vuelos comerciales mensuales a las islas Buenos Aires quiere que esos vuelos sean realizados por empresas argentinas para avanzar en sus relaciones con los malvinenses “No creo que sea ese (el origen del espionaje), porque ¿qué podrían encontrar en el consulado argentino de Punta Arenas? Nada”, dijo Eduardo Valdés, jefe de gabinete de la Cancillería argentina “Creo que puede tener más que ver con registrar tráfico de personas y esas cosas, que con la hipótesis de los vuelos de Lan Chile, o de los vuelos que Argentina está reclamando hacer con líneas del Estado argentino”, agregó Valdés “El tema se torna grave porque hay elementos de un pensamiento retrógrado, pero creo que estas reacciones por parte del poder político son las que van a producir las modificaciones que tienen que producirse”, indicó El tema Malvinas en relación con Chile es una espina clavada en el orgullo de los argentinos El año pasado, el exjefe de la Fuerza Aérea chilena, Fernando Matthei, admitió la “colaboración logística” de Santiago a Gran Bretaña durante la guerra de Malvinas En esa época, Argentina y Chile, gobernados por sangrientas dictaduras militares, eran virtualmente “enemigos” Punta Arenas es hoy una ciudad estratégica para los malvinenses, ya que es su único contacto y su centro de provisión en el continente Argentina quiere que los vuelos salgan desde su territorio y argumenta que la aerolínea alemana Lufthansa pudo aterrizar en París en 1961, 17 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, mientras el conflicto del Atlántico Sur concluyó hace 21 años Hasta 1982, dos vuelos semanales unían el territorio continental argentino con las islas Pero en Punta Arenas también se detienen buques que llegan y se dirigen a las Malvinas La tensión alcanzó su punto máximo cuando Buenos Aires rechazó ante Santiago la posibilidad de que un avión militar británico aterrizara el 7 de julio en esa ciudad chilena La protesta argentina se enmarca en una política de transparencia recíproca surgida en los últimos años de relaciones bilaterales, en los que se avanzó en la integración regional (Chile es asociado al Mercosur) El compromiso incluye que ambos países deben informarse todos sus movimientos y pedir permisos recíprocos en casos como estos De esta manera, el gobierno argentino quiere presionar a los británicos y los malvinenses a entablar negociaciones que vayan más allá de aspectos como la pesca Los más reacios a aceptar un vuelo Malvinas-Patagonia argentina serían los propios habitantes de las Islas Londres, según fuentes de la Cancillería, había dado señales positivas pero condicionando su aceptación final al parecer de los “kelpers” (como llaman en Gran Bretaña a los malvinenses) En el medio de la discusión, de una manera torpe, quedó mal parado el gobierno chileno Sus empresarios buscan engrosar las ganancias con mayores vuelos a las Islas, y Buenos Aires profundiza su ofensiva diplomática en reclamo de su soberanía La trama del espionaje, que siempre estuvo en el tapete entre estos dos antiguos rivales sudamericanos que abolieron sus hipótesis de guerra, reavivó así un conflicto de intereses difícil de solucionar a corto plazo, y marcó un fuerte interrogante en la “era de confianza” inaugurada en las relaciones pos-dictadura “El tiempo, dijo una fuente de Cancillería, demostrará si la confianza sigue existiendo”

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