Mural del horror

viernes, 26 de diciembre de 2003 · 01:00
México, D F 25 de diciembre (apro-cimac)- Quisiéramos pensar que se trata de una expresión desmesurada Quisiéramos creer que se refiere a hechos del pasado, donde nosotros no tuvimos nada que ver Quisiéramos, en última instancia, decir que son asuntos de otros países más bárbaros que el nuestro Pero no podemos pensar, creer o decir tal cosa Mural del horror fue precisamente como calificó el prestigiado analista político Sergio Aguayo Quesada el Diagnóstico sobre los Derechos Humanos en México No lo dejó en menos, y ese sólo calificativo en un hombre tan usualmente mesurado en sus comentarios y tan comprometido en la lucha por los derechos humanos, debería aterrarnos, alertarnos, conmovernos, indignarnos y motivarnos a contribuir en cambiar ese mural que, además, nos pinta de cuerpo entero, sin maquillajes ni vestidos de luces ni patrióticos golpes de pecho “Somos –dice Sergio-- una sociedad profundamente intolerante” La elaboración del Diagnóstico fue resultado de un convenio de colaboración suscrito por la Organización de las Naciones Unidas y el gobierno mexicano, celebrado el año pasado En su elaboración, que tardó seis meses, participó no sólo personal de la ONU, sino prestigiados defensores de los derechos humanos, como Sergio Aguayo Fueron consultados más de 148 organizaciones civiles y sociales, 48 dependencias gubernamentales y 20 instituciones educativas El resultado, plasmado en un documento dividido en siete capítulos, con 32 recomendaciones generales y decenas de particulares, le fue entregado el lunes 8 de diciembre al presidente Vicente Fox por Anders Kompass, representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y coordinador del diagnóstico que representa el “mural del horror” Para muestra el capítulo siete, dedicado a los grupos en situación de vulnerabilidad y discriminación, en el que de manera especial se hace alusión al feminicidio en Ciudad Juárez porque, establece, es un ejemplo de violencia sistémica de género que afecta a una gran parte de la sociedad mexicana O sea, es el caso más extremo de una violencia que padecen todos los días millones de mujeres en nuestro país En diez años de impunidad, se apunta, 321 mujeres han sido asesinadas en Ciudad Juárez, de las cuales entre 90 y 128 son crímenes seriales Pasaron dos administraciones gubernamentales, una del PRI y otra del PAN, y en ambas se fabricaron pruebas, se perdieron expedientes, se utilizó la tortura para obtener testimonios, se entregaron a los familiares restos de mujeres que no correspondían a sus hijas, y se hostigó a familiares para que desistieran de pedir justicia Si sólo esto no bastara para considerar al diagnóstico como “mural del horror”, entonces súmele que, según el Diagnóstico, en uno de cada tres hogares mexicanos se padece violencia familiar; que en el caso de las mujeres golpeadas sólo el 8 por ciento tiene conciencia de que les vulneran un derecho y el resto lo considera como normal; que hay 34 millones de jornaleros agrícolas que están entre los casos más dramáticos de vulnerabilidad; que hay intereses empresariales y estatales concretos que pugnan precisamente para que no se modifique esa situación para los jornaleros; que la procuración y administración de justicia en México es arcaica y no brinda las garantías individuales que un sistema de justicia requiere; que en general no se atienden las recomendaciones de comisiones nacionales e internacionales en materia de derechos humanos; que, en síntesis, en todos los rubros que tienen que ver con derechos humanos en nuestro país hay problemas y graves El gran problema, dice Sergio Aguayo, es que existe una estructura de poder político, económico y cultural que permite que los derechos de millones de personas se vulneren a diario “Somos una sociedad profundamente intolerante y machista”, afirmó sin concesiones el analista, y fue más allá: alcanzar un Estado de derecho donde se respeten los derechos humanos, pasa por reconocernos así No pide poco A una sociedad que no le gusta llamar las cosas por su nombre, que le gusta que le hablen en diminutivo, que no hace nada si se lo piden de mal modo, que puede decir sí, pero nunca dice cuándo, que prefiere dar largas a decir que no, que sin rubor afirma que no cumple una ley si la considera injusta; a una sociedad tan hipócritamente modosita, nos pide que miremos desnuda nuestra miseria ante el espejo Y tiene toda la razón, mientras usted y yo, y todos y todas como usted y como yo, no seamos capaces de reconocer nuestras abiertas o escondidas o disimuladas actitudes machistas e intolerantes, poco se avanzará en el respeto a los derechos humanos Y nos urge, a menos que estemos dispuestos a ser cómplices de ese “mural del horror” Porque en este tema se peca por acción, pero también por omisión

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