México, D F (apro)- Después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, diarios y revistas estadunidenses trataron de responder a una pregunta: ¿Por qué nos odian tanto en muchas partes del mundo? Desde luego, nunca atinaron a responder bien la pregunta, pues más bien buscaron encontrar los motivos de ese odio en presuntas envidias por el poderío económico estadunidense Y evadieron la verdadera respuesta: la política intervencionista desarrollada por los distintos gobiernos estadunidenses ?sin importar que hayan sido republicanos o demócratas-- después de la Segunda Guerra Mundial Prácticamente no hay región del mundo que se haya salvado de las intervenciones de Estados Unidos, siempre supuestamente en nombre de la paz y la democracia, pero siempre también con el último fin de defender los intereses estadunidenses en ese país o en esa zona Esa política intervencionista se agudizó a partir del derrumbe de la Unión Soviética, a raíz de la cual Estados Unidos se convirtió en la única potencia mundial, y más todavía si contaba con el apoyo de naciones tan poderosas como Gran Bretaña, Francia y Alemania, como quedó demostrado en la primera guerra contra Irak, a principios de los noventa, durante la presidencia de Bush padre Si bien con Bill Clinton se moderó un poco esa política, orientándose más bien a imponer el poder de Estados Unidos en la economía mundial, con el regreso de los Bush se volvió a las andadas Y así ahora estamos a unas cuantas semanas o días de que se inicie un nuevo conflicto con Irak, pues a pesar de las declaraciones de algunos líderes mundiales, la guerra ya es inevitable, sobre todo porque así lo ha decidido el presidente Bush, quien acaba de minimizar a los millones de seres humanos que durante el último fin de semana salieron a las calles en muchos países para decir no a la guerra Según Bush, esas manifestaciones no tienen importancia, pues son minoritarias Lo peor de todo es que parece ser que la gran mayoría de los estadunidenses están convencidos de que su presidente tiene la razón, sin comprender, como dice el joven escritor Adolfo Vergara, que "Bush se embriagaba porque nadie lo respetaba Y amenazó miles de veces hasta que una mañana, bien crudo, hizo estallar el planeta" Y luego preguntan que por qué los odian