Recuerdos de Bagdad: los rostros iraquíes

lunes, 24 de febrero de 2003 · 01:00
Washington -- A pesar de la prohibición gubernamental que impide a los estadounidenses viajar a Irak y las multas de hasta decenas de miles de dólares a los infractores, cientos de norteamericanos visitan Bagdad y otras ciudades de ese país para ver con sus propios ojos cómo son y cómo viven las personas que muy pronto podrán estar bajo las bombas del Pentágono “Ahora los iraquíes ya no son para mi una entidad abstracta, ahora puedo recordar las caras de las mujeres, la angustia que ellas sienten por no poder proteger a sus hijos, los rostros de los niños que se despiertan en las noches con pesadillas sobre ser asesinados, que mojan sus camas todavía a los 12 años porque no saben si su familia estará o no a salvo”, relata a Proceso Medea Benjamin, una de las líderes de CodePink, un grupo de mujeres por la paz que están manteniendo una vigilia frente a la Casa Blanca Medea acaba de regresar de un viaje a Irak, el primero realizado por un grupo exclusivamente femenino Como todos los activistas que visitan Bagdad, Medea y las otras once mujeres volaron a Amman, la capital jordana, para llegar después en automóvil a Bagdad Allí, según cuenta, fueron muy bien recibidas por los civiles iraquíes “Todo el tiempo se acercaban a nosotros y nos preguntaban ‘¿por qué (el presidente George W) Bush hace esto? ¿Qué podemos hacer para protegernos? ¿Adónde vamos a ir?’”, recuerda Medea, quien asegura que entre las voluntarias pacifistas “sentimos una angustia tremenda por el hecho de que sea nuestro gobierno el que esté poniendo a todo un pueblo en esta situación” Me voy, pero me quedo La narración de la dirigente pacifista incluye descripciones que sería complicado imaginar si al mismo tiempo no mostrara las fotografías que trajo de recuerdo de su viaje “Como estabamos siempre todas vestidas de rosado, con pancartas y otras muestras de que somos las Mujeres por la Paz, éramos muy visibles en las calles de Bagdad, por donde caminábamos convertidas en un verdadero fenómeno, con decenas de niños siguiéndonos, también reporteros y curiosos, preguntándonos si no teníamos miedo de estar allí, con la guerra a la vuelta de la esquina”, cuenta Los iraquíes estaban agradecidos por su presencia, señala, y “cuando se acercaban para hablar con nosotros nos decían ‘gracias, no se vayan, quédense aquí Ustedes son una protección para nosotros’” Según Medea, “lo más difícil no fue llegar a Bagdad, sino irnos” Pero no solamente por la tristeza de dejar atrás a las personas que habían conocido en la capital iraquí “Lo más difícil es regresar y ver la televisión en Estados Unidos Comprobar la gran diferencia entre lo que se dice en casi todo el mundo y lo que aquí afirman la Casa Blanca y los medios masivos de comunicación” Y es que, señala, en su país “la gente ignora lo que realmente ocurre” alrededor del conflicto con Irak Ese fue precisamente el motivo que, en 1996, llevó a Bert Sacks, un ingeniero retirado de Seattle, por primera vez a Bagdad “Decidí que tenía que ir allí después de leer un informe en un periódico sobre medicina que decía que el hecho de haber bombardeado infraestructuras civiles en Irak durante la Guerra del Golfo provocó que las epidemias entre los recién nacidos dejaran miles de niños muertos”, recuerda Sacks, quien pocas semanas atrás completó su noveno viaje a aquel país “Me pregunté ¿nadie en este país habla sobre ésto? Luego, en medio de mi búsqueda de una respuesta conocí a la gente de Voices in the Wilderness en Seattle, quienes me dijeron que lo mejor era comprobar estas cosas por mí mismo”, narra Sacks confiesa: “En mi primer viaje tenía miedo Era mi primera visita a un país árabe, yo no hablo su idioma y soy judío” Pero nada malo ocurrió Aquella primera vez “llevamos 40 mil dólares en medicinas Los dejamos en los servicios de salud de Basora Un año después recibimos una carta del gobierno federal, en la que nos decían que debíamos pagar 40 mil dólares de multa Nos negamos Pensamos que llevar medicinas no es ilegal, que en cambio las sanciones son ilegales”, dice La situación se repitió en mayo del año pasado El Departamento del Tesoro impuso a Sacks una multa de 10 mil dólares por haber llevado medicinas a Irak en 1997 sin un permiso del gobierno Sack se negó de nuevo a pagar Voices in the Wilderness lo respaldó e inició una campaña para recaudar 10 mil dólares, pero para ser invertidos en más medicinas para los civiles iraquíes Mientras comparte un café en un mediodía nevado cerca del Capitolio en Washington, durante una pausa de sus reuniones con diputados y asesores legislativos, Sacks explica algunos detalles del trayecto de los voluntarios hacia la capital iraquí “Tenemos que volar a Amman –coincide con sus colegas-, y allí contratamos casi siempre a Sattar, un buen amigo nuestro, un ingeniero civil desempleado que gana algun dinero llevando a los viajeros a través de 500 millas por el desierto: un recorrido que puede tomar entre 12 y 15 horas, dependiendo de que tan congestionada esté la frontera” Del lado iraquí, sigue, “el camino es una supercarretera, un recuerdo de los buenos tiempos, modernísima en comparación con la vieja y peligrosa carretera del lado jordano, donde hay que esquivar los muchos camiones que transportan petróleo” Cada delegación incluye alguna persona experimentada, casi siempre un activista que viajó antes a Bagdad De Amman se sale a las seis de la mañana y una vez en la capital iraquí los pacifistas se instalan en un hotel Sacks continúa su relato: “En aquel primer viaje, a la mañana siguiente, “nos levantamos y fuimos a un hospital Fuimos al ala pediátrica Todavía tengo esa imagen en mi memoria: dos camas, dos madres, una de ellas acompañando a una niña de unos diez años con la cabeza lastimada… Recuerdo no haber entendido de qué se trataba En la otra cama había un niño pequeño Su madre retiró las vendas y nos mostró su abdomen Parte de sus intestinos estaban fuera de su cuerpo desde que había nacido” Sacks dice que los médicos le explicaron que se trataba de “un problema no muy común pero que se puede curar con cirugía” Sin embargo, “a causa de las condiciones, de la falta de medicinas, ellos no podían hacer nada”, agrega Este tipo de experiencias acompañaron a Sacks en todos sus viajes a Irak El pacifista estadounidense habla también de “un médico que trabaja en Basora y es uno de los héroes locales” Se trata, según el relato, de un pediatra que se desempeña en el departamento de Oncología “El me hizo conocer en mayo del año pasado a Wusam, un niño pequeño, cuya apariencia realmente me golpeó el corazón El doctor nos contó que tenía un tumor en el estómago, que se lo pudieron extraer pero que no podían seguir la curación porque no tenían los medios para la quimioterapia y mucho menos para la radiación”, sigue Sacks El médico le dijo aquella vez: “no hay nada que podamos hacer, va a morir” Cuando volvió en setiembre del 2002, junto a los congresistas demócratas Mike Thompson, Jim McDermott y David Bonior, “quería que ellos vieran las condiciones del hospital en Basora” Allí, continúa, “el médico les mostró las horribles condiciones en que estaban muchos niños, sin brazos, con partes de sus intestinos nacidas afuera, imágenes que afectaron a todos” Sacks le preguntó al médico por Wusam “Me respondió con una sola palabra: ‘dead’”

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