Los votos que se compran

martes, 4 de marzo de 2003 · 01:00
Cualquier analista político de nuestro país no podría menos que considerar que somos muy propicios para vender las decisiones políticas Dos son las expresiones tradicionales impuestas a lo largo de muchos años por el PRI pero que parecerían más efecto de nuestra propia idiosincrasia que consecuencias de una determinada forma del poder político: los acarreos y la compra de votos El acarreo es vieja fórmula que reúne la facilidad de transporte de personas necesitadas de lo más elemental que a cambio de algunos centavos (en sentido muy amplio) y algo de comer y beber, hacen número para las estadísticas y las fotografías, inventando apoyos de los que, en el fondo, no tienen demasiado claro a quien lo prestan La compra de votos es más compleja porque frente a la urna, es muy difícil que se puedan impedir las decisiones libres Claro está que en el fondo es una manera de ser del abstencionismo El votante, impulsado por una organización sindical o campesina corporativa, o simplemente, por la vinculación de quien compra su voto con un determinado partido político, finalmente acepta hacer así las cosas A cambio, más allá de los escasos beneficios económicos del voto inducido, habrá promesas que nunca se cumplen A lo que, por supuesto, está acostumbrado el que vende Todo ello es el efecto natural del permanente estado de necesidad en que vive nuestro pueblo La pobreza, enfermedad congénita de México, contradictoriamente montada en un país de incontables recursos naturales, justifica lo que sea y lo que haga falta Sólo muy de cuando en cuando el pueblo se rebela, consciente de que los remedios para su precaria existencia no pueden consistir en recibir, mano abierta y ojos cerrados, la menguada limosna que compra un valor del que no se tiene clara idea Y aparecen las violentas rebeliones sociales como es el caso de los zapatistas, aunque los hechos demuestran que su alcance no pasa de la llamada de atención, sobre todo cuando se tiene un dirigente carismático como Marcos, con la curiosa circunstancia de que los dirigidos son de raza distinta Le pasó a Miguel Hidalgo también No, por cierto, a Morelos En estos difíciles tiempos en que la prepotencia del gobierno norteamericano se impone en cualquier parte, la compra de votos, a niveles mucho más alto, parece que se repite Hoy, los agentes de compras: Blair en Europa, Aznar entre nosotros y ahora en el Vaticano; Otto Reich en Chile y alguno más cerca de Rusia o de China, se mueven con rapidez vertiginosa para cambiar el sentido de los votos que deberán recibirse en el Consejo de Seguridad o de las opiniones en contra La compra de votos juega exactamente en los mismos términos de nuestra vieja tradición política Lo que ocurre es que ahora el fenómeno es mucho más descarado y lo que está en juego no es el remedio momentáneo de la miseria sino la venta de la dignidad nacional Sin olvidar que también somos un país en permanente estado de necesidad La política exterior mexicana se había caracterizado siempre por respetar el principio de la opinión propia, más allá de cualquier presión Permítaseme un ejemplo notable en algo que es muy mío: cuando todos los países, bajo la influencia de la Guerra Fría y con el ejemplo notable de los Estados Unidos, reconocieron a Franco, por muchos años el único país que mantuvo las relaciones con un precario pero ejemplar gobierno de la República española en el exilio, fue México Sólo estableció relaciones con España cuando el voto popular, muerto Franco el 20 de noviembre de 1975, refrendó la Constitución de 1978 que instauró la democracia Una situación semejante se produjo con Cuba por muchísimo tiempo Hace unos días Cuauhtémoc Cárdenas publicó en LA JORNADA un artículo excepcional en el que respaldaba la política exterior de Vicente Fox con respecto al voto en el Consejo de Seguridad Pero casi al mismo tiempo, el presidente, amenazado por Garza, el embajador; asediado por Aznar, llamado telefónicamente por Bush, asediado por Chretien y a punto de recibir la visita privada (eso dicen) del primer Bush, ha dado muestras evidentes de que se inclinará ante las exigencia del vecino y rompiendo con la tradición (y de paso, violando un mandato constitucional que permite declarar la guerra al presidente sólo previa ley del Congreso de la Unión, art 89-VIII), dará su voto a favor de la guerra Daría la impresión que un hombre tan sensible ante lo que la prensa dice – y en el caso, el autor de lo que dijo la prensa tiene valores superiores – se declara en contra Y no faltarán amenazas como la que ahora, en nombre de la “pareja presidencial” (¿nueva figura política?), hace contra destinatarios inciertos Ojalá me equivoque Pero todo hace pensar que también al más alto nivel político del país, los votos se venden

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