Análisis Político: Unidad ante la barbarie
México, D F (apro)- A la barbarie cometida por el ejército invasor en Irak debería corresponder un repudio contundente en México, vía la toma de las calles, pero las escasas y escuálidas manifestaciones que hasta ahora reflejan desarticulación social y escasez de liderazgos
No es aventurado afirmar que los mexicanos somos opuestos a conductas bélicas, tal como lo han acreditado diversas encuestas, y cuando se han presentado, son excepciones que confirman la regla, como en 1994, cuando se produjo en Chiapas el levantamiento armado zapatista
A la irrupción armada y la respuesta del gobierno, que los confrontó, siguió la movilización social para exigir el cese al enfrentamiento entre mexicanos, que tuvo éxito precisamente por el vigor con que fue planteada a las partes
Pero desde entonces, la capacidad social para converger en una movilización, al margen de ideologías, ha ido paulatinamente a la baja, a tal punto de que la entrada de la Policía Federal Preventiva a Ciudad Universitaria, en febrero del 2000, fue, inclusive, aplaudida, pese a la gravedad de haberse violado la autonomía de la UNAM
La matanza de 17 campesinos en Aguas Blancas, Guerrero, en 1995, y el sacrificio de casi medio centenar de indígenas en Acteal, Chiapas, en 1997, tampoco fue suficiente para que amplios sectores de la sociedad se unieran para manifestar su repudio a semejantes crímenes
Es cierto, era inocultable la indignación, pero se procedió a manifestarla de manera casi individualizada, tal como ocurrió con la convergencia que concitó Vicente Fox --vía el voto-- con motivo de las elecciones federales de julio del 2000
Frente a la guerra en Irak, cuyas atrocidades contra la población civil se han antepuesto a la reputación dictatorial de Saddam Hussein, ha estado ocurriendo algo semejante: indignación sí, pero cada quien a su manera, individualizada
Imposible la indiferencia ante el horror, los mexicanos hemos venido dando muestras de estar contra la guerra, pero no hemos sido capaces de unirnos para dar una muestra contundente --que urge-- de estar en favor de la paz
Esa conducta individualista ha hecho que grupos que lucran con la protesta se coloquen ilegítimamente al frente del pacifismo, un valor universal que está en peligro, y cuya bandera es preciso sea retomada por la sociedad
La desarticulación social que se observa, una de cuyas evidencias es la desaparición de organizaciones no gubernamentales --ya sea porque sus dirigentes ahora son servidores públicos o por desavenencias internas--, debe ser contrarrestada a partir de la ingrata coyuntura de la guerra
A falta de liderazgos con fuerza moral para unificar, que también es un factor de desarticulación social, los mexicanos deben ser capaces de superar su protesta individual y lanzarse a la calle para dar esa muestra contundente de paz y censurar a los grupos violentos
Quizá una oportunidad sea el sábado 12, fecha a la que senadores de todos los partidos políticos han convocado para levar a cabo una manifestación por la paz
Al margen de si son políticos los convocantes, cuya reputación no es para ufanarse, el propósito debe rebasar consideraciones de carácter ideológico y la sociedad debe darse la oportunidad de una clara unidad nacional frente a la barbarie
Comentarios: delgado@procesocommx
04/04/03