Bendición y maldición del futbol brasileño

sábado, 3 de mayo de 2003 · 01:00
* Una mirada del literato Armando Nogueira Guadalajara, Jal (apro)- El futbol brasileño presenta señas de identidad únicas en el mundo Dice el literato brasileño Armando Nogueira: “Para conocer el alma de un brasileño, hay que descubrirlo un domingo, gritando en las tribunas del estadio un gol de su equipo favorito” Muchos fanáticos “van el domingo al futbol para encontrar la victoria que les niega la vida el resto de la semana” Explica Nogueira: “Aprendí en los estadios que el grito dominical de la multitud es mucho más de guerra que de paz Es bendición y maldición: dioses y banderas divididos en la abstracción del gol, emocionante mentira que glorifica o hiere” Reconoce que “la furia del estadio mata en la cancha muchos sueños La raíz de la grama se baña con las lágrimas de los que pierden; las hojas se marchitan en el sol con el sudor de los que no saben vencer” Nogueira ilustra la imagen al final de un partido cualquiera: “Es hora de irnos, amigos Vamos afuera del estadio Vamos, de prisa, que la pelota dejó de ser juego, el hombre dejó de ser niño y el partido dejó de ser una ilusión” El futbol brasileño tiene su propia y única seña de identidad Crea sus propios dioses, establece su génesis y los eleva a los altares de la idolatría popular Satisface su necesidad de entronizar ídolos de carne y hueso, como dice Mario Vargas Llosa, ante los cuales quemará incienso El templo del futbol brasileño repartió muchos nichos en estos años de gloria Están ahí para ser adorados Pelé, Zizinho, Garrincha, Vavá, Didí, Zito, Djalma Santos, Leónidas, Amarildo, Rivelino, Jairzinho, Gerson, Tostao, Sócrates, Zico, Zagallo Y están por ingresar Ronaldo, Rivaldo, Roberto Carlos En la religión del futbol, Pelé es dios, se acepta como dogma universal El escritor Armando Nogueira definió a ese dios del futbol con una bella descripción, tres años después de asombrar al mundo y de dar a su país la primera copa del mundo: “Tiene 20 años, entiende de fotografía, golpea el balón con los dos pies, enamora (oculto de la prensa) a una joven de Santos, tiene voz de barítono, piel negra aceitada Nació en Tres Corazones, en Minas Gerais, y tiene tanta afinidad con el futbol que hubiese nacido balón si no hubiera nacido gente Mantiene con la pelota una relación de coexistencia absolutamente íntima, tierna, cordial; por eso es capaz de estar, al mismo tiempo, en la concepción y en la realización de una jugada Su talento es de tipo esférico, como la pelota o su juego mágico” De ese altar de dioses brasileño también fue extraído un poema de Paulo Mendes Campos, dedicado al enigma de Manuel dos Santos, mejor conocido en la idolatría popular como Garrincha, un atormentado ser humano que nació y murió en la más lastimosa pobreza, pero cuya magia en la cancha permitió que lo bautizaran en los templos profanos del futbol como “La alegría del pueblo” Así lo definió el poeta Mendes Campos: Como el poeta tocado por el ángel; como el compositor siguiendo la melodía que cae del cielo; como el bailarín atrapado por el ritmo, Garrincha juega al futbol por pura inspiración

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