Ser campesino en México, fatalidad aparejada a la pobreza: ProDH

sábado, 7 de junio de 2003 · 01:00
México, D F (apro)- Desde la visión de los defensores de derechos humanos, ser campesino en México parece una fatalidad aparejada a los altos índices de pobreza y pobreza extrema Para el Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez”, actualmente no existen en México las condiciones mínimas para que los campesinos puedan ejercer su derecho a dedicarse al trabajo agrícola Quienes optan por esta alternativa de vida están condenados a permanecer en condiciones de pobreza Según la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), dos de cada tres personas que viven en el campo son indigentes y, según la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), el 70% de la población rural vive en condiciones de pobreza Esto, subraya el Prodh, significa que para la mayor parte de los campesinos mexicanos resulta imposible obtener de las labores agrícolas un nivel de vida adecuado para ellos y su familia Más aún, esta situación ha provocado un éxodo hacia la ciudad El Prodh sostiene en un estudio sobre la situación del campo mexicano que entre los campesinos –sobre todo entre los jóvenes-- se ha generalizado la idea de que sólo en la ciudad podrán encontrar mejores oportunidades de empleo y condiciones de vida, esto se refleja en el alto número de campesinos que diariamente emigran hacia distintas urbes del país o hacia Estados Unidos Según datos de la Sedeso, 600 campesinos al día abandonan sus tierras, de modo que regiones enteras del país se están despoblando o en ellas sólo quedan ancianos, mujeres y niños Resultan relevantes los datos que muestran la tendencia a la baja de la población masculina ocupada en el sector agropecuario –la cifra se redujo de 285% en 1990 a 21 por ciento en el 2000--, mientras que el número de mujeres ocupadas en este sector se incrementó de 34% a 45 por ciento en el mismo periodo En las regiones con mayor índice de migración, hasta el 60% de la actividad agropecuaria recae sobre la mujer, de ahí que se hable de la “feminización” del campo mexicano Lo anterior, dice el Prodh, resulta preocupante, ya que actualmente no existe una legislación en materia agraria que proteja a este sector de la población, ni programas focalizados que respondan a sus necesidades Además, añade, hay que considerar que en México la pobreza afecta más a las mujeres que a los hombres, puesto que ellas tienen un acceso más restringido a la tierra, a créditos, a tecnología, a capacitación, a educación y en general al resto de los servicios Paralelamente, en su rol como “jefas del hogar” son ellas quienes –en última instancia-- tienen que resolver la subsistencia de sus hijos Según el Prodh, la decisión de emigrar debería ser una elección libre y no una opción desesperada ante la ausencia de oportunidades de vida en el lugar de origen Desde esta perspectiva el “derecho a no migrar” por motivos de pobreza debería convertirse en un derecho humano de todas aquellas personas que actualmente se ven obligadas a abandonar sus tierras y familias para salir en búsqueda de un mejor futuro Ante este panorama, apunta el organismo no gubernamental, se vuelve indispensable revalorar la vía campesina de desarrollo y sentar las condiciones para que todos aquellos que por tradición o vocación deseen dedicarse a esta profesión puedan hacerlo, sin por ello quedar condenados a vivir en condiciones de pobreza y a tener un acceso restringido a sus derechos humanos Subraya que si consideramos que en México la agricultura no es sólo un medio para producir alimentos, sino la base en la que se finca una parte importante de nuestra cultura y nuestra historia, es claro que la “salvación del campo mexicano”, además de acciones encaminadas a mejorar la producción y la productividad, requiere de un esfuerzo de revaloración de la actividad campesina y de toda la cultura que se construye a su alrededor Desde su origen, destaca, las políticas de ajuste estructural orientadas al campo estuvieron encaminadas a hacer desaparecer a los campesinos como clase, ya que sus promotores aseguraban que todos los males del campo mexicano se debían a la existencia de un campesinado “arcaico” e improductivo protegido por un Estado populista y un marco jurídico incompatible con la lógica del mercado Así, agrega, el trabajo campesino quedó estigmatizado y se desconoció el papel fundamental que la agricultura tradicional ha jugado dentro de nuestra sociedad, una sociedad que ancestralmente se ha dedicado a las labores agrícolas La estigmatización del modelo de producción campesina también tiene que ver con la idea de que la pobreza es una situación inherente a esta forma de producción, cuando en realidad la pobreza es más bien consecuencia de la mala distribución de la tierra y la riqueza, y de casi dos décadas de políticas agrícolas y agrarias equivocadas 06/06/03

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