México, D F, 6 de agosto (apro)- “Prohibir la difusión de los narcocorridos no va a reducir el tráfico y consumo de drogas, porque el argumento causa-efecto en el que se basa esta medida, es más bien moralizante y no tiene ningún sustento científico”, aseguró el investigador Luis Astorga Almanza, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM Desde la perspectiva de Astorga, “el corrido es una manera distinta de abrir un abanico de posibilidades para investigar el narcotráfico, ya que estas composiciones hablan del tráfico de drogas, de los narcotraficantes e, incluso, de cierto tipo de sustancias inasequibles por otros medios” Según detalló, la mayor producción cultural sobre este tema surge en la zona fronteriza con Estados Unidos, donde tiene mayor impacto porque "el vehículo para transmitir esas historias versificadas es la música originaria de la región, a través de los grupos norteños y la tambora” Sin embargo, Astorga afirmó que “los corridos han seguido la ruta del tráfico de drogas en México, porque de la frontera norte se extendieron a estados como Jalisco y Chiapas, aunque en esos lugares son acompañados por música de mariachi o marimba, lo cual también amplía el campo de análisis de este fenómeno” Estas composiciones, consideró Astorga, "retoman la tradición oral y se elaboran con un lenguaje sencillo, popular, directo y fácil de entender y, al mismo tiempo, constituyen un documento sociológico, que permite identificar de manera indirecta la modificación de costumbres en el medio del tráfico de drogas “Además no es común que los narcos contraten compositores para inundar el mercado con canciones que resalten 'sus hazañas', reales o inventadas Generalmente, los autores tienen el mismo perfil que los narcotraficantes: son gente con origen popular, con escaso nivel escolar y, por lo mismo, sus composiciones tocan fibras y valores propios de grupos sociales a los que pertenecen En este sentido, consideró que los compositores de narcocorridos utilizan un talento especial, que reside en "una capacidad etnográfica para captar los fenómenos sociales que no se reflejaban en la música” Atorga agregó que “esta tradición no es nueva, pues empezó a principios de los setenta De hecho, el narcotráfico existió antes que los corridos y, por lo tanto, aunque éstos desaparecieran, el fenómeno de las drogas continuará” Por ello, consideró inadecuado el intento de argumentar que, por el hecho de escuchar esta música, la gente se va a convertir en traficante o drogadicto, y "eso no es cierto", aseguró El investigador recordó que “los primeros intentos para prohibir estos corridos se dieron en el estado de Sinaloa en 1987, bajo el razonamiento de que existe una relación causa-efecto entre quien escucha esas historias musicalizadas y su posterior comportamiento “Quienes proponen la censura, apelan a la protección de la niñez y juventud de las influencias nocivas de los corridos Pero si esta lógica es llevada hasta sus últimas consecuencias, prácticamente se dejaría sin programación a la radio y la televisión”, dijo, y en contra de esta postura, advirtió que "el ser humano es mucho más complejo, y no por escuchar el contenido de esta música se va a comprar una ametralladora para convertirse en narcotraficante” Para el sociólogo, este tipo de música “no convence sino a los convertidos: es decir, a la gente que ya se dedica a este negocio Uno lo ve como curiosidad o también puede ser una catarsis, al igual que muchos productos culturales Por ejemplo, si alguien va al cine a ver una película donde hay escenas violentas, no por eso saldrá de la sala agrediendo a los demás El coordinador de la Cátedra UNESCO “Transformaciones económicas y sociales relacionadas con el problema internacional de las drogas”, dijo que, por ello, “equivocan el blanco de sus ataques la mayoría de los partidos políticos que intentan prohibir este tipo de música “Sin embargo, esto se entiende porque es mucho más fácil y rentable políticamente censurarla, que tratar de ponerse de acuerdo en otras problemáticas del país”, indicó